El “Clima de Campo de Concentración” del Ingenio Ledesma

Por Rodrigo Zapana y Esteban Mayorga (Para H.I.J.O.S. Jujuy)

Se concretó la 22° audiencia por delitos de lesa humanidad en el Tribunal Oral Federal de Jujuy con la presencia de numerosos asistentes entre quienes se contaron familiares de víctimas y detenidos durante la última dictadura militar además de público en general.

La jornada inició con el testimonio a través de video conferencia del ex preso político, Jorge Rubén Ríos, desde el Concejo de la Magistratura en CABA. Seguidamente, de forma presencial en el Tribunal Oral Federal, el profesor en Ciencias de la Educación, Donato Cachambe expuso una gran cantidad de documentos e información que le permitieron argumentar sobre el destino del luchador sindical Avelino Bazán.

Luego de un breve receso, la doctora en Antropología, Gabriela Alejandra Karasik explicó ante el Tribunal los resultados de los estudios que llevó adelante durante varios años en el pueblo Ledesma y los lotes cercanos, investigación que le permitió exponer con todo detalle cuál era el contexto histórico, social y económico bajo el cual se aplicaron diversos métodos de disciplinamiento a la población. Finalmente, la audiencia fue cerrada con el testimonio de Carmen Rosa Condorí, hermana de José Hugo Condorí y Mario Condorí, ambos ex presos políticos.

“En Lesdema fui estigmatizado y marcado por la sociedad

Jorge Rubén Ríos tenía 21 años cuando fue secuestrado en Ledesma por una patota de la Gendarmería Nacional. Jorge recuerda que estos irrumpieron en su domicilio “a patadas en la puerta” en el mes de julio de 1976 durante la fatídicamente y conocida “Noche del Apagón”. Fue subido a una camioneta junto a otros detenidos, Jorge recordó que en ese momento no pudo reconocer a ninguno, “había varios detenidos”, indicó. Más tarde fueron trasladados, al predio de la Empresa Ledesma en donde permanecieron alrededor de dos horas. Es en ese lugar reconoció la voz de Bartoletti, Mérida, Jarma, los hermanos Alfaro y Carrazana*.

Posteriormente son llevados desde Ledesma al CCD (Centro Clandestino de Detención) en Guerrero, sometidos en repetidas ocasiones a torturas físicas y psicológicas. Jorge recordó: “nos pateaban, nos golpeaban, no nos daban comida”. Un día lo llevaron frente a Jhonny Vargas Orozco*, presenció cómo era interrogado a fuerza de golpes y escuchó a su compañero y amigo de la infancia decirle al oficial que lo estaba interrogando: “él es Jorge Ríos, él no tiene nada que ver”. Luego de la golpiza, Jorge no lo vuelve a escuchar nunca más a Jhonny*, él cree que no sobrevivió a los tomentos, manifestó.

Por otro lado, el testigo también aseguró haber escuchado la voz de Hilda del Valle Figueroa “la llevaron a un pequeño cuarto, la golpearon y después la llevaron a la pieza grande con todos”, relató. Además de las personas que pudo reconocer y las situaciones que vivió, puntualizó, que entre el ejército, la policía y la gendarmería hacían turnos rotativos mañana, tarde y noche, custodiando a los detenidos.

El 5 de agosto del año 1976 Ríos es trasladado a la central de policía, en esa dependencia le quitaron la venda de los ojos y le marcaron los dedos para llevarlo luego al penal de Villa Gorriti. En la unidad carcelaria fue sometido a interrogatorio por el represor Jones Tamayo, imputado en la causa, quien le preguntó por Carrazana* y Polanco*. También, en ese lugar vió a uno de los detenidos y desaparecidos de la causa: “lo vi a Jorge Weisz* con su nena caminando por el patio” detalló.

El 7 de octubre del año 1976 lo trasladaron junto con los hermanos Alfaro, Alfredo Mérida y Ernesto Reynaldo Samán a la Unidad N° 9 de La Plata. “Nos obligaban a estar todo el día en la celda, sin comida, sin nada” precisó Jorge. También dijo que “más tarde, en el mes de diciembre los desdoblan”, haciendo referencia a que había sido separado de sus compañeros de cautiverio. Finalmente, en mayo de 1978 recuperan la libertad en La Plata.

Al momento de su secuestro, Jorge Ríos estudiaba abogacía, después de su secuestro no pudo seguir estudiando, en Ledesma fue estigmatizado y marcado por la sociedad. Algo frecuente durante esos días. “Me costó mucho poder salir de mi casa cuando por fin pude regresar. Pero cuando me animé a salir me tuve que enfrentar a lo que decía y pensaba la gente sobre mí por haber sido detenido”, recordó consternado. Tiempo después se fue a vivir a Buenos Aires. Durante su declaración testimonial de vídeo conferencia desde el Consejo de la Magistratura en CABA le reclamó al tribunal: “me gustaría que los juicios se aceleren, que se realicen 2 o 3 audiencias por semana, llevamos más de 40 años reclamando justicia”.

“Olga Valle de Bazán me dijo: Quiero ver a mi marido, quiero ponerle una flor”

Donato Cachambe es docente en Ciencias de la Educación, egresado de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (UNJU) se presentó a declarar en calidad de investigador especializado en el caso de la desaparición forzada del dirigente sindical Avelino Bazán*. Se mostró comprometido con la ética profesional y afirmó que en pos de consolidar el proceso democrático, se dedicó a investigar el contexto y los hechos relacionados con los delitos de lesa humanidad. Extendió su testimonio basado en los estudios realizados sobre las publicaciones de Ricardo Nemesheij (estudiante de derecho que indagó en profundidad la vida y lucha sindical del desaparecido Avelino Bazán), los libros de acta del Sindicato de Obreros de Mina El Aguilar (SOMA) desde el año 1960-1980, además del libro de Avelino Bazán “El Porqué De Mi Lucha” y el Libro “Responsabilidad Empresarial en los Delitos de Lesa Humanidad”.

Ricardo Nemesheij residía en la calle Obispo Padilla en el barrio Ciudad de Nieva, según el testimonio de Cachambe, Nemesheij le indicó que “Avelino Bazán había sido trasladado al RIM 20 y allí fue asesinado, esa es la hipótesis que se maneja en la investigación que desarrolló en su libro”, sostuvo. Durante su testimonio, Cachambe aseguró que “Nemesheij conoció a varios de los militares involucrados en el asesinato de Avelino los cuales vivían en Salta y Tucumán, los visitó pese a las agresiones que sufrió por parte de ellos, tenía grabaciones de las entrevistas”, subrayó.

Continuó Cachambe: “Me mostró un rollo cinematográfico de todo lo que pasó en el Aguilarazo, también me mostró muchas fotografías”. Más adelante el investigador Donato Cachambe detalló que se puso a disposición del Sindicato AOMA para trabajar y colaborar, por ello se acercó a la calle Obispo Padilla para solicitar el libro escrito por Nemesheij debido a la importancia documental e histórica que este reviste para la causa, sin embargo, obtuvo resultados negativos debido a que la madre le dijo que no quería hablar del tema ya que esto “le causaba mucho dolor”.

Más tarde afirmó que trató de contactar y hablar con la licenciada en Comunicación Social Claudia Nemesheij, hermana de Ricardo, obteniendo así mismos resultados negativos debido a que esta le explicitó que no le podían dar el libro porque sería peligroso para la familia.

Donato dijo finalmente que Olga Valles de Bazán pide por justicia al igual que la hija, la hermana y los mineros “quiero ver a mi marido, quiero ponerle una flor me dijo Olga”. Luego Cachambe señaló, “el minero Ángel Rosso de 90 años sigue pidiendo justicia e insistentemente se pregunta qué hicieron con Avelino”.

“Cuando uno llega a Ledesma no puede evitar percibir la tremenda influencia de la empresa en el lugar”

Entre los años 1986 y 1989, la Antropóloga Gabriela Alejandra Karasik se encontraba realizando trabajos de campo en el pueblo Ledesma y los lotes circundantes, su objeto de estudio fueron las “migraciones temporarias” de mano de obra procedente de diversos puntos de la provincia y el país. Entre sus observaciones pudo sistematizar información en torno a la organización de los espacios, las jerarquías y la forma de organización del poder materializada en la distribución de los distintos barrios y edificios propios del ingenio. “Cuando uno llega a Ledesma no puede evitar percibir la tremenda influencia de la empresa en el lugar”, indicó al iniciar su testificación.

En compañía de la antropóloga Elizabeth Gómez, notaron la existencia de “un gran conjunto de incorrecciones históricas, errores y mentiras” por lo que ambas profesionales de las ciencias sociales se propusieron construir elementos que permitieran la reconstrucción de los hechos desde un enfoque integrador que no analizara los abusos a los derechos humanos cometidos durante las miles de detenciones arbitrarias como fenómenos aislados sino como pertenecientes a un mismo entramado generado a partir de los intereses del foco productivo más importante de la zona inmerso en un contexto de aplicación de medidas económicas neoliberales características de la última dictadura militar a nivel nacional y provincial.

Fue entonces cuando Karasik y Gómez decidieron adoptar el concepto de “Sistema de fábrica con villa obrera” del autor brasileño Sergio Leite Lopes, concepto que les permitió un abordaje analítico que contemplara el conjunto de factores de influencia y poder sobre los aspectos productivos y reproductivos de un emplazamiento fabril sobre una amplia y numerosa población dependiente económicamente del mismo. Según Karasik, con el paso de las décadas Ledesma desplegó un sistema de servicios tales como la proveeduría, escuelas, hospitales, policía e iglesia bajo los cuales la población entera organizaba no solo su vida laboral sino su cotidianidad en conjunto, todo ante la atenta mirada del patrón.

La antropóloga recordó: “En una oportunidad Pedro Blaquier aseguró que en Ledesma la gente vivía en casas de la empresa, se atendía en los hospitales de la empresa, se alimentaba en la proveeduría de la empresa y cuando morían, eran enterrados en cajones hechos en la carpintería de la empresa. Pero para él todo ese sistema había desaparecido mucho antes de los años 70”.

Sin embargo, la investigadora reconoció que a partir de numerosas entrevistas y recolección de datos pudo determinar que aún para el año 1989, el clima de control y vigilancia sobre los espacios pertenecientes al ingenio Ledesma continuaba siendo el mismo, incluso similar al vivido bajo la dictadura militar, Karasik denominó a esto como “clima de campo de concentración”, en alusión a un estudio realizado en el pueblo Ledesma varios años antes por el investigador norteamericano Scott Whiteford.

De hecho, aún era posible observar todavía personal armado en los lotes tal y como ocurría en los años de más conflictividad tras la intervención del sindicato de trabajadores del ingenio Ledesma en el año 1975.

Para entonces, tanto Karasik como su compañera comprendieron que lo que ellas entendían como verdades, no necesariamente se podían constituir en pruebas fehacientes, por lo cual se dieron a la tarea de “crear puentes” entre la antropología y el pensamiento jurídico con el cual no solo se pueda entender lo acontecido sino también demostrar de qué forma se aplicaron los distintos métodos de disciplinamiento y control de la población en las distintas zonas pobladas por trabajadores de la empresa.

Es así que entre 1987 y 1989 escribieron un trabajo llamado “El control de la mano de obra” donde se menciona textualmente el término “campo de concentración”, algo que no cayó bien ante los oídos de ciertos representantes de la empresa por lo que recibió la advertencia de que su material podría tener mucho impacto en la opinión pública.

Sobre la relación entre Ledesma y mina El Aguilar, Karasik sostuvo que por los métodos de vigilancia y control aplicados sobre la población trabajadora se podría trazar un paralelismo entre los polos productivos de la empresa Ledesma y mina El Aguilar en términos de “descontento laboral” y “métodos represivos” como la intervención de las organizaciones sindicales, la persecución de obreros y desaparición de miembros sindicales.

Además, sostuvo que la mecanización surgió como a respuesta al movimiento sindical. Según la investigadora, la implementación de maquinaria en el proceso de fabricación del azúcar tuvo su inicio a finales de los años 50 y principio de los 60 mostrando un punto de desarrollo importante para el año 1975 siendo este un factor determinante y oportuno en la respuesta de la empresa al activismo gremial, las constantes huelgas y la organización sindical.

Esto se entiende teniendo en cuenta que, desde sus inicios, la producción de azúcar en Ledesma se basó exclusivamente en el empleo de mano de obra intensiva, convocando cantidades de hasta 12 mil trabajadores por temporada. Sin embargo, con la aplicación paulatina de maquinaria para el traslado y el procesamiento de grandes cantidades de caña también vino aparejado el desempleo de miles de empleados. “Fue una respuesta mucho más barata que manejar una masa de producción tan importante como lo eran los trabajadores de Ledesma”, sostuvo Gabriela Karasik en su testimonio. Incluso mencionó que para el año 1974 se registró el aumento en porcentaje salarial más alto, algo que cambió abruptamente para el año 1976, donde empezó a descender. Para entonces el descontento en materia laboral y económica era una constante cada vez de mayor incidencia, tanto en la opinión pública como en la organización gremial.

Fue entonces cuando desde el ingenio se empezó a seleccionar con mayor meticulosidad a quienes entrarían a trabajar en sus fábricas y el campo, imponiendo un sistema en donde las masas indisciplinadas debían someterse a sus condiciones o exponerse al desempleo.

“Para el año 1987, la contratación de personal se había reducido notablemente. El impacto fue tan fuerte que no es casual que, para fines de los años 90, una de las mayores puebladas del país haya tenido lugar en Ledesma”, argumentó la antropóloga.

El silencio: Legado predilecto de quienes aplicaron el terror

Carmen Rosa Condorí se encontraba viviendo en la ciudad de San Salvador de Jujuy cuando tomó conocimiento de que su hermano, José Hugo Condorí había sido detenido por efectivos policiales. Tras tomar conocimiento del hecho, la testigo recordó haber visitado en numerosas ocasiones a su hermano mientras éste estuvo detenido. Particularmente por pedido de su madre para mantenerse al tanto de la situación de su hijo, ya que en ese momento se encontraba imposibilitada de visitarlo por sus propios medios.

José Hugo Condorí, fue detenido por tercera vez la mañana del 12 de abril de 1976, tras resistirse al arresto es trasladado al CCD Comando Radioeléctrico y encerrado en un baño durante varios días hasta que es trasladado al penal de Gorriti. Meses más tarde, el 7 de octubre de ese año, vía aérea, lo llevan a la unidad carcelaria N° 9 de La Plata, en es penal fue sometido a numerosas torturas, allí permaneció detenido hasta el mes de septiembre u octubre de 1977 cuando finalmente recupera su libertad.

Mario Condorí, otro de los hermanos de Carmen, también fue detenido el mismo dia que José Hugo y trasladado a los mismos lugares, y también fue liberado desde el mismo lugar.

La esposa de Mario y sus cinco hijas pequeñas se mudaron a casa de su hermana donde, según su testimonio, tuvieron que “acomodarse y vivir apretados” durante todo el tiempo que duró su detención a fin de brindarle la asistencia que ellas necesitaban. “Es el recuerdo más triste que tengo”, indicó Carmen.

“Mario no se explicaba por qué lo mantenían detenido”, relató Carmen, mientras que Hugo, por su actividad sindical fue marcado por las fuerzas represivas policiales para ser privado de la libertad y sometido a tratos inhumanos. Sin embargo, al momento en que su familia preguntó en repetidas ocasiones sobre las razones de su cautiverio, éste mantenía una actitud esquiva. “¿Para qué quieren saber? Son cosas tristes las que pasamos y nosotros no queremos que ustedes las conozcan”, dijo José Hugo Condorí a su hermana.

Finalmente, Carmen reflexionó: “Tal vez fue una manera de protegernos a toda la familia, para que el día que alguien nos busque y nos empiece a preguntar pudiéramos decir con toda seguridad que no sabíamos nada al respecto”, concluyó.

La próxima jornada de audiencias está programada para el día jueves 21 de febrero a las 8:30 hs. en el Tribunal Oral Federal sito en Senador Pérez 182. La misma contará con los testimonios de Juan Giménez, Francisco Jara Sánchez, Bernardo Escalante y Carlos Ruiloba.

*ROMÁN PATRICIO RIVERO, de profesión jornalero, casado, tenía 38 años, era dirigente sindical y obrero de Ledesma S.A.A.I. Fue detenido ilegalmente el día 22 de julio de 1976 en oportunidad en que efectivos de la Policía de la Provincia de Jujuy, ingresaron sin autorización a su domicilio de Calilegüa, de allí lo trasladan a la Central de Policía de la provincia, luego al Centro Clandestino de Detención de Guerrero, está desaparecido hasta el día de la fecha.

*RUBÉN HORACIO CARRAZANA, tenía 23 años, estudiante de agronomía en la universidad de Tucumán. Fue trasladado junto a amigos de la universidad a la V Brigada de Infantería de Tucumán,luego fueron trasladados hacia Jujuy con destino al CCD (Centro Clandestino de Detención) de Guerrero en donde operaba la Policía de la provincia, Gendarmería y el Ejército. Fueron vistos por última vez en ese centro clandestino, aún permanecen como víctimas de desaparición forzada.

*JHONNY VARGAS OROZCO, tenía 24 años, era estudiante de agronomía en la Universidad Nacional de Tucumán. Fue secuestrado en Libertador Gral San Martín, la madrugada del día 21 de julio de 1976, en lo que se conoce como “Noche del Apagón”  por una patota encabezada por el Crio Lezcano, lo llevan a la Comisaría Seccional Nro. 24 de dicha localidad, y como destino final al Centro Clandestino de Detención de la localidad de Guerrero, donde fue visto por última vez, aún permanece como víctima de desaparición forzada.

*AVELINO BAZÁN tenía 46 años cuando fue secuestrado, dirigente minero de Mina El Aguilar, fue elegido Secretario General del Sindicato de Obreros de Mina El Aguilar durante tres periodos, diputado provincial, Director de Trabajo hasta 1976.  Fue detenido por primera vez el 12 de abril de 1976, alojado en la Penitenciaría de San Salvador de Jujuy, posteriormente fue trasladado a la Unidad 9 de la ciudad de La Plata, Bs As, hasta el 23 de julio de 1978 fecha en que lo liberaron y regresa a Jujuy. El día 25 de octubre de 1978 fue al cine y hasta la fecha no se tiene noticia alguna de su paradero.

*JORGE OSVALDO WEISZ, tenía 34 años de edad al momento de su secuestro. De profesión electrotécnico. Militante del partido VC (Vanguardia Comunista). Fue delegado del Sindicato del Azúcar y el Papel de Ledesma. El 1º de mayo de 1973, en el ingenio Ledesma, es detenido por primera vez junto a Hugo José Condorí (ex preso político liberado). El 24 de noviembre de 1973 se lleva a cabo la segunda detención y por último, el 14 de octubre es detenido junto a su esposa Dora Rebecchi. Los trasladan a la seccional Nº 11 de Libertador General San Martín, de allí a una comisaría de barrio, en San Salvador de Jujuy, por una noche, luego a la delegación de la Policía Federal desde donde Jorge es trasladado al penal de Villa Gorriti y Dora a la cárcel del Buen Pastor. Se sabe por testimonio de Julio Moisés, que el día 23 de diciembre de 1976 fueron sacados de sus pabellones varios detenidos entre los que se encontraba Weisz y conducidos hacia dependencias de la jefatura y/o central de policía de la provincia. De Jorge nunca más se supo nada y permanece como víctima de desaparición forzada.

*JUAN CARLOS ESPINOZA tenía 24 años, estudiante de abogacía en Tucumán, trabajaba como recepcionista en el Hotel Claridge de San Miguel de Tucumán. Fue secuestrado de su trabajo la madrugada del día 17 de julio de 1976. Ese día también secuestraron a Juan Gerardo Jarma, Hugo Antonio Narváez, José Manuel Cabrera, Rubén Edgardo Canseco, Rubén Molina y Roberto Alejandro Polanco Vallejos en diversos operativos.  Juan Carlos permanece aún como víctima de desaparición forzada, se lo vio por última vez en el CCD de Guerrero.

*JUAN GERARDO JARMA tenía 23 años, nació en Libertador Gral. San Martín, estudiante de medicina en la Universidad Nacional de Tucumán, fue secuestrado el 17 de julio en el operativo de la peña Alto La Lechuza.

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