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Lejos de la pobreza cero: más de la mitad de los chicos y chicas no llega a cubrir la canasta básica

Las cifras de pobreza infantil aumentaron de manera alarmante en los últimos años. Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el 41,2% de la infancia es doblemente pobre: no llegan a cubrir la canasta básica y se encuentra privado de algún derecho.

El 63,4% de los niños, niñas y adolescentes se encuentra privado en el ejercicio de al menos un derecho y 51,7% vive en hogares bajo la línea de pobreza. Así lo sostiene el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA).

La investigación señala que casi cinco millones de niños, niñas y adolescentes (41,2%) son  “doblemente pobres», ya que viven en hogares que no llegan a cubrir la canasta básica, pero además tienen vulnerados derechos fundamentales en al menos una de seis dimensiones.

La «pobreza multidimensional infantil» aumentó 4 puntos en el país entre 2017 y 2018, período en que 600.000 chicos de entre 0 y 17 años pasaron a engrosar la estadística de aquellos que están debajo de la línea de la pobreza por ingresos, pero además tienen déficit de alimentación, saneamiento, vivienda, salud, información o estimulación temprana/educación.

«Se trata de un incremento significativo y está explicado básicamente por la pobreza monetaria que tuvo un incremento relevante» en ese lapso, aseguró la Coordinadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA, Ianina Tuñón y coautora del informe «Pobreza, derechos e infancias en la Argentina (2010-2018)».

El análisis de la composición de la pobreza por privaciones de derechos muestra que el 22,9% de los chicos sufre carencias habitacionales (hacinamiento o déficit estructural), 19% en el acceso a la información (sin acceso a pantallas, libros infantiles o biblioteca) y 18,5 en saneamiento básico (agua e inodoro con descarga).

Además, el 17,4% tiene déficit en el acceso a la atención de la salud (no visitaron al médico en el último año o no tienen las vacunas correspondientes), 13,4% en la estimulación temprana y educación (inasistencia escolar, escolarización deficiente y maltrato) y 8,7 % en el acceso a la alimentación.

En relación a la alimentación, entre 2015-2018 la carencia de alimentación creció 4 puntos pasando del 7,1 al 11,2%, la mayor incidencia desde 2010. «Veníamos viendo un incremento significativo en la asistencia de comedores pero la ayuda directa se estancó en torno a un 36% en 2017 lo que, sumado al aumento de la pobreza económica, hace que hoy se advierta un aumento de la inseguridad alimentaria», explicó Tuñón.

En la evolución temporal 2010-2018, pueden advertirse progresos en materia saneamiento y acceso a la información: las privaciones cayeron 7 puntos porcentuales (30,8 a 23,7%) y 10 puntos porcentuales. (34,6 a 24,5%), respectivamente en estas dimensiones.

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