Se realizó la última audiencia de la megacausa de lesa humanidad

Este jueves pasado, se realizó la 20ª y última audiencia debate del año 2018 del mega juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en Jujuy. En la oportunidad declararon los ex presos políticos y sobrevivientes: Martina Chávez, mediante videoconferencia desde la embajada de Francia y Raúl Rodríguez, quien brindó declaratoria de manera presencial.

Los testigos René Rodríguez y Pedro Juárez, quienes estaban citados a declarar en la jornada, no pudieron estar presentes en el lugar por razones de fuerza mayor, por lo que sus testimoniales serán reprogramados para el transcurso del año entrante.

La próxima y primera audiencia de 2019 se realizará el 7 de febrero a las 8,30 en el Tribunal Oral Federal sito en Senador Pérez 182 de la ciudad de San Salvador de Jujuy.

Martina Hermelinda Chávez fue detenida el 16 de mayo de 1975, cuando dos personas de civil la interceptaron, introdujeron en un coche y llevaron a la comisaría 9 de San Pedro, sin orden judicial ni protección legal. Relató que allí estuvo tirada en una celda, donde la tuvieron desnuda, sin comer ni beber y pasando frío. A las 2 de la mañana llegaron al lugar dos personas y le ordenaron que se vista, la sacaron, vendaron y maniataron y la subieron en un jeep rumbo a Ledesma.

Durante ese traslado sufrió maltrato verbal y psicológico constante. Al llegar a destino, la arrojaron en una habitación en condiciones deplorables, donde la hicieron desvestir nuevamente y permaneció durante una o dos horas. En ese lugar, fue llevada de una habitación a otra y, entre maltratos verbales y psicológicos, fue sometida a interrogatorios por José Américo Lezcano. En una oportunidad, Lezcano la obligó a ver fotografías de personas que habían sido asesinadas para que con el fin de aterrorizarla.

Luego Martina fue llevada a una pieza en donde fue víctima de delitos contra la integridad sexual de la víctima, además de torturas y tormentos. Al día siguiente, la llevaron nuevamente a la comisaría de San Pedro, donde realizaron unos papeleos y reconoció al policía Enrique Morales. Fue llevada a la cárcel El Buen Pastor, donde estuvo junto a otras presas políticas y sociales hasta el advenimiento de la dictadura.

Posteriormente, en noviembre de ese año fue trasladada al penal de Villa Gorriti, donde la alojaron junto a otras presas políticas en un pabellón con celdas individuales. Allí fue sometida a condiciones infrahumanas, aislamiento y celdas de castigo y aseguró que todo fue parte del plan de aniquilamiento de la dictadura.

Testimonió que el comisario Ernesto Jaig y el militar Rafael Braga llegaban al penal en horas de la noche y las sometían a humillaciones y desmoralizaciones constantes y que, en otras oportunidades, se llevaban a compañeras para torturarlas.

En la cárcel de Gorriti estuvo junto a Eblogia Cordero, Mirta Ibañes, Gladis Artunduaga, Dora de Weisz y su hija Martina Libertad y Ana María Pérez, todas sobrevivientes y Juana Torres, Alicia Ranzini, Dominga Álvarez Scurta la que se llevaron un día y nunca volvieron, y Marina Vilte durante su primera detención hoy desaparecida.

Además, declaró que en varias oportunidades fue llevada por los hermanos Ortiz a la policía federal para ser interrogada. Contó que una mañana de octubre de 1976 los militares ingresaron al penal y las hicieron formar en una fila. Seguidamente, la trasladaron al aeropuerto El Cadillal y fue llevada en un avión Hércules al penal de Villa Devoto de Buenos Aires, desde donde, al ser expulsada del país, pidió exilio a Francia. Recuperó su libertad en 1 de enero de 1980.

Raúl Rodríguez, ex preso político de Calilegua, contó que, con 26 años, fue secuestrado en julio de 1976 en casa de su prima junto a Alfredo Benjamín Cortez por unos uniformados del ejército, de los cuales reconoció al policía Miguel Santos Ávalos y trasladado a la comisaría en una camioneta con el logo de la empresa Ledesma.

En ese lugar le asignaron el número 55 y luego lo llevaron al Ingenio Ledesma, donde no descendió del vehículo hasta arribar a CCD de Guerrero, donde al llegar tomaron asistencia por lo que recordó que Román Rivero, Mario Núñez, Olga Rodolfo, Germán Córdoba, Azucena Cortez, Horacio Díaz, Carlos Díaz y Domingo Reales, entre otros, estaban en la misma situación que él.

Durante los 15 días que permaneció en ese centro de exterminio, sufrió torturas, tormentos, fue sometido a varios interrogatorios, donde identificó a Braga y Vilte como los encargados del mismo y estuvo todo el tiempo vendado y maniatado. Dijo que escuchó gritos de mujeres y varones siendo víctimas de torturas y vejámenes.

El testigo relató que recuperó su libertad una madrugada cuando lo llevaron vendado al Hospital Pablo Soria, donde los guardias del traslado al llegar realizaron la acción de remontar armas, le dijeron que se arrodille y realizaron un simulacro de fusilamiento. Cuando se fueron una enfermera lo encontró e inmediatamente lo internaron por las condiciones de abandono en las que se encontraba el testigo y detalló que por ese motivo cuando su padre fue a buscarlo no lo reconoció. Ya en libertad volvió a Buenos Aires donde vivía y en la actualidad continúa radicado.

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