Testimonios mentirosos de policías y penitenciarios en la última audiencia de la megacausa

Este jueves pasado, se desarrolló la audiencia N° 35 del sexto juicio por crímenes de lesa humanidad en nuestra provincia, que tuvo lugar en el Tribunal Oral Federal de Jujuy, donde prevaleció la mentira y la falacia por los testigos, que pertenecen a las fuerzas represivas que operaron en la provincia

Angelina Gordillo, Werfil Helguero (videoconferencia) y Roberto Andrés Alonso, todos ellos personal del servicio penitenciario de Gorriti. Por otra parte, tanto Olga del Valle Aredez (hija del desaparecido Luis Ramón Aredez) como el escritor y periodista Vicente Muleiro, testificaron también a través de videoconferencia.

En relación a los testigos Juan Carlos Gutiérrez y Mario Guerra, citados pero ausentes en esta jornada, el tribunal informó que no fueron encontrados en su domicilio, y que, según lo manifestado por la hija de Guerra, se desconoce el paradero del mismo. Otro ausente fue Domingo Chorolque quien se encontraría en grave estado de salud, postrado en cama y con asistencia respiratoria.

Angelina Gordillo fue la primera testigo en declarar, trabajaba en el servicio penitenciario de Gorriti durante el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Contó que ingresó en el año 1967 y se desempeñó como celadora por el lapso de 15 años: “Solo cubríamos guardias con esta gente”, se refirió a su relación con las presas políticas dentro del penal. También dijo haber realizado guardias rotativas en el Buen Pastor y Alto Comedero.

Cuando la fiscalía le preguntó si sacaban a declarar fuera del presidio de Gorriti a las detenidas, la celadora manifestó: “Nadie las sacaba”, pero se sabe por otros testimonios que las presas políticas eran retiradas del penal hacia otros Centros Clandestinos de Detención con el fin de someterlas a tormento. Acerca del trato hacia estas mujeres, y en un intento de no quedar vinculada al terrorismo de Estado, contradiciendo todas las pruebas, dijo que: “El régimen era muy similar al del Buen Pastor, tenían recreación, salidas al patio y si tenían dolencias llamábamos al médico o al enfermero”.

La ex penitenciaria nombró a Marina Vilte: “Me impactó muchísimo porque era una docente que luchaba por los docentes”. Evitó hablar de la dirigente en calidad de presa política y afirmó no haberla tratado: “Era por etapas, otra guardia la trató en el penitenciario”. La celadora extrañamente sabía de Marina Vilte pero negó haber presenciado su confinamiento en el servicio Penitenciario de Gorriti. También expresó haber visto a Dora Rebecchi en cautiverio criando a su hija: “Era mamá de Poti, ella una señora joven, optimista y educada”, sólo se limitó a hacer escuetas descripciones. Acerca de los imputados, dijo haber conocido a Mario Marcelo Gutiérrez, los hermanos Ricardo Ortiz, Carlos Ortiz, Juan Carlos Lucero, Ceferino Narváez y Herminio Zárate sin aportar mayores datos.

Werfil Helguero fue testigo ofrecido por la defensa de los imputados, realizó videoconferencia desde el domicilio del imputado Bernardo Salinas, era Sargento de la seccional 24 del ingenio y conoció a José Américo Lezcano, su jefe para aquel entonces: “Era comisario de la seccional N°11”

El testigo insólitamente dijo no recordar la noche del apagón y negó haber visto personal militar y de Gendarmería Nacional vinculado a la policía de Jujuy en la comisaría del ingenio, aunque vastos testimonios a lo largo de los juicios de lesa humanidad, ratificaron dicho vínculo. Está probado que esa comisaría en especial, estuvo involucrada en secuestros y desapariciones durante la última dictadura militar en la zona del ramal, lo que impiadosamente fue desmentido por Helguero.

Desconoció a Johnny Vargas Orozco, actual víctima de desaparición forzada en la Noche del Apagón y sobre la logística vehicular, obviando la participación de la empresa Ledesma en la represión, dijo que: “Había un vehículo viejo y 6 efectivos estábamos de guardia. Gendarmería Nacional no se hizo cargo en ningún momento de la comisaría, sólo estaba Lezcano”. Extrañamente no vieron a ningún gremialista, ni activista político detenido y negó que la comisaría del Ingenio haya tenido participación en los secuestros.

Roberto Andrés Alonso, trabajaba de celador en la unidad 1 del servicio penitenciario de Gorriti y afirmó que había presos políticos: “Estaban en la planta alta del pabellón N°2”. Nombró al “Pájaro Loco” Robles, actual víctima de desaparición forzada: “El Pájaro era el más nombrado, un día se lo llevaron por tener peleas con los internos”. El celador negó haberlo visto en el penitenciario, solo detalló que era el más nombrado, evadió las preguntas de la fiscalía y se rehusó a dar detalles sobre quién se lo llevó a Robles.

Además, manifestó que luego del golpe de Estado, era habitual que en el Servicio Penitenciario de Gorriti hubiera personal militar del RIM 20: “Ingresaban de civil a los pabellones a hacer recorridos y ver a los presos políticos una vez por semana”. Supo que eran los militares porque en la guardia le daban las órdenes de que iban a recorrer los del regimiento.

Sobre los imputados narró que los hermanos Ricardo Ortiz y Carlos Ortiz estaban afectados al ejército. “Caraballo estaba en la guardia, Juan Carlos Lucero era jefe, Ceferino Narváez también era jefe de guardia”.

Olga del Valle Aredez, hija del desaparecido Luis Ramón Aredez, prestó declaración a través del sistema de videoconferencias desde la provincia de Tucumán, lugar en el que actualmente reside, y mencionó en detalle todos los hechos que envolvieron la primera detención de su padre, acontecida durante la madrugada del 24 de marzo de 1976, su liberación el 5 de marzo de 1977 y su posterior secuestro que tuvo lugar tan solo dos meses más tarde, el día 13 de mayo, cuando regresaba de su trabajo en el hospital de Fraile Pintado.

Durante su declaración, Olga detalló el estado deplorable en el que estaba su padre cuando fue liberado en marzo de 1977: “Había bajado 25 kilos, no lo reconocimos cuando lo fuimos a esperar a la estación de trenes en Tucumán”. Aredez nunca le quiso contar su familia por los tormentos que había pasado durante su presidio: “No quería que creciéramos con odio ni rencores”, expresó.

Sobre el motivo del secuestro de Aredez, Olga dijo que estaba estrechamente vinculado con su actividad sindical y el ejercicio de su profesión como médico pediatra de la empresa Ledesma: “había hecho mucho daño a la empresa”, le dijeron a su madre, ya que recetaba medicamentos a los niños que el ingenio no quería pagar, a pesar de que una ley los amparaba en esta situación.

Además, contó el hostigamiento y persecución constante que las fuerzas represoras ejercieron sobre su familia, mencionando al imputado Juan de la Cruz Kairuz como protagonista de la detención que sufriera su padre el 24 de marzo y señalando además que Aredez, antes de desaparecer, lo reconoció como el chofer de la camioneta del ingenio Ledesma con la que lo habían llevado detenido la noche de su primera detención. Olga del Valle Aredez finalizó su testimonio dedicando unas palabras en memoria de los desaparecidos que conoció durante su juventud y con quienes compartió entrañables momentos.

Vicente Armando Muleiro es periodista y escritor, se comunicó a través del sistema de videoconferencia desde la unidad de derechos humanos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El testigo de concepto escribió 3 libros referidos a la dictadura cívico militar, uno sobre la figura de Jorge Rafael Videla, 1976 El Golpe Civil y Los Monstruos. Dividió la responsabilidad civil de la dictadura en varios grupos, uno el ministerio de economía, el ministerio de salud y el ministerio de educación.

Además, habló de un grupo llamado: “Azcuénaga” que funcionaba en un petit hotel de la calle Azcuénaga N° 1673 y era coordinado por un ex militar, Federico Alzaga, este grupo se reunió entre 1971 y 1976 y tenían un gran descontento por la llegada del Peronismo al poder, su propósito era recuperar el poder que había quedado en manos del Peronismo.

Muleiro contó que estaba Mariano Grondona, Martínez de Hoz, García Belsunce padre entre los integrantes de Azcuénaga: “A medida que se descompone el Peronismo, este grupo pretendía llegar al poder por la vía militar y entonces surge el equipo económico de la dictadura militar, entre los que estaba Alfredo Martínez de Hoz. En un “Petit Hotel” funcionaba el grupo Azcuénaga, cuya propiedad es de Carlos Pedro Blaquier, dueño de la empresa Ledesma.

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