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1000 días presa sin unión, sin paz y sin trabajo     

Por Carolina Heritier y Santiago Hamud. «Y yo sólo tuve palabras para definir la injusticia…» La Tupac Amaru es una organización social que nace a fines de la década de los 90 como consecuencia de la gran crisis dejada por el liberalismo y con el fin de generar un espacio que pueda contener y organizar a todxs aquellos excluidxs, a los que “estaban condenadxs a la miseria” y cuya fundadora es Milagro Sala.

Lo que empezó como “copas de leche” en los barrios con el fin de calmar el hambre, llegando a dar la leche a 45.000 niños y niñas en toda la provincia, movilizando contra la falta de empleo y la exclusión, en una época en la que nadie creía en la política como instrumento para cambiar la realidad y mientras sonaba en las calles el famoso canto, “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”

El 25 de mayo del 2003 asume Néstor Kirchner como presidente de la argentina, al poco tiempo viene a Jujuy y al llegar se queda varado en el aeropuerto porque que una tal “Milagro Sala” y la Tupac Amaru estaban cortando la ruta.  Ese fué el primer encuentro entre Milagro y Néstor. Néstor pide hablar con esa “señora” y le pregunta:

-¿Por qué cortás la ruta? ¿En qué te puedo ayudar?

A lo que Milagro le contesta: ¡Estamos hartos de que quieran calmar el hambre en los barrios con un plan o un bolsón de mercadería, nosotros queremos trabajo digno!

-¿Ustedes tienen cooperativa?

-Sí.

-¿Saben construir viviendas?

-Sí.

-Bueno, vamos a hacer lo siguiente, te vamos a dar 100 viviendas para que las construyan ustedes, pero te aclaro algo, si no las hacen, nunca más te acerques a pedirme algo.

-¿Y si las hacemos?

-Si las hacen le voy a dar el doble de viviendas para que sigan trabajando y voy a venir yo a inaugurarlas porque van a ser las primeras viviendas construidas por cooperativas.

Y Milagro aceptó el desafío. El desafío de acabar con el clientelismo, el desafío de dar trabajo digno y no bolsas de comida. Pero sobre todo el desafío de poner a construir viviendas a una organización integrada en un 80% por mujeres, marcando una verdadera revolución en cuanto a la participación de éstas en el trabajo y en cuanto a la manera construir las demandas feministas populares, articuladas desde lo colectivo, en el oficio de construir a partir de la práctica y el aprendizaje social. Así se construyeron las primeras cien viviendas hechas por cooperativas en nuestro país. Néstor cumplió su palabra y Milagro también. Y las cien casas se transformaron en diez mil en toda la provincia de Jujuy, veintitrés polideportivos con piletas, escuelas, centros de salud, fábricas, centros culturales, etc., generando veinte mil puestos de trabajo y el precio incalculable de la dignidad de cientos de miles de jujeños y jujeñas, cientos de NADIES que, como dice Galeano: “son hijos de nadie, dueños de nada, que no tienen cara sino brazo que no tienen nombre sino número”.

Nadies que el 16 de enero de 2016 quedaron desamparados. Porque cuando Milagro entró a la cárcel, a causa del odio de las minorías por los derechos conquistados por las mayorías, entraron con ella los sueños, las viviendas, las escuelas, las piletas, los hospitales, las prótesis dentales, puestos de trabajo digno y una infinidad de derechos que supo brindar a miles de jujeños y jujeñas. Que Milagro esté presa siendo mujer, tampoco es un dato menor, teniendo en cuenta que Jujuy es la Provincia que registra mayor nivel de femicidios de todo el país.

Este 12 de octubre se cumplen 1000 días de Milagro presa. Este 12 de octubre recordamos la Resistencia de una mujer negra y colla que durante años fue garantía de un destino diferente para la provincia. En sus venas corre la sangre de Viltipoco de Humahuaca, líder de la resistencia indígena de 1590, como la de los pueblos del chaco jujeño que resistieron hasta fines del siglo XIX la conquista a sangre y fuego y que sólo terminaron de ser sometidos mediante el trabajo de los ingenios, convirtiéndose en mano de obra para la zafra del azúcar.

En este sentido, no es casual que Milagro haya sido la única mujer que se animó a cuestionar el poder en Jujuy. El poder del histórico bipartidismo, el poder de los negocios del estado con las empresas constructoras, desbaratando los negocios inmobiliarios de Morales y su familia a espaldas de las necesidades populares, pero sobre todo desafió el poder de la empresa más grande de la provincia: el Ingenio Ledesma, poniéndose al hombro, junto a los Organismos de Derechos Humanos, las luchas por la Memoria, la Verdad y la Justicia, haciendo sentar en el banquillo de los acusados a Blaquier, el nombre del poder real de la provincia, dueño de Ledesma y el hombre más poderoso de Jujuy, permitiendo que pueda ser juzgado por su complicidad con la última dictadura, cuando proveyó de logística, vehículos y personal de su empresa para la represión militar.

Es por eso que esta mujer, que celebra el Inty Raymi y la Pachamama en una réplica del templo Kalasasaya junto a amautas bolivianos y que levanta orgullosa la bandera wiphala como expresión de unidad e igualdad, fue, es y será una piedra en el zapato de la oligarquía jujeña, de los poderosos quienes les molesta que los pobres vivan dignamente. Por eso desde las clases dominantes se buscó desarticular las organizaciones sociales, manteniendo a Milagro como presa política, desoyendo incluso los reclamos de los organismos internacionales como la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y Amnistía Internacional, entre otrxs.

“La odian los biencomidos: por pobre, por mujer, por insolente. Ella los desafía hablando y los ofende viviendo” decía Galeano de Evita.

Y en Jujuy los mal comidos saben que a 1000 días de cárcel de Milagro, no hay ni paz, ni unión, ni trabajo en la provincia gobernada por Morales.

1000 días presa y 103 mil personas en la pobreza en Jujuy

1000 días presa y 14.717 personas en la indigencia en Jujuy

1000 días presa y 3.093 hogares en la indigencia en Jujuy

1000 días presa y 39.039 personas trabajando en negro en Jujuy

Resistencias como la de Milagro, con más de 500 años de historia, y basadas en memorias colectivas, muestran fisuras en el modelo hegemónico de acumulación, de explotación y dominación, y sobre todo demuestran que la instalación de dichos modelos no es inexorable.

En contra de la lógica imperante, que lo presentan como un mandato inamovible, nos muestran que es posible construir otra sociedad y un “bien vivir” a partir de otros principios de organización de la economía y de la política, recuperando a esta última como herramienta de transformación de la realidad de los sectores populares.

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