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68 años después del Malón de la Paz, la lucha por las tierras se mantiene

Se conmemoran hoy 68 años de la realización del Malón de la Paz, aquella marcha en la que los aborígenes caminaron hasta Buenos Aires para pedirle al gobierno de Juan Domingo Perón que les restituyeran las tierras que por derecho ancestral les pertenecían.

Diez de aquellos marchantes aún viven. Se trata de Gerarda Gutiérrez y Narciso López, de la Comunidad de Queta; Eugenio Zarate y Tito Giménez, de San Andrés, Oran, Salta; y Antolín Flores, Carmen Mamaní, Felipe Mamaní, Buenaventura Solano, Ciriaco Condorí y Pedro Flores, de Palpalá y San Salvador de Jujuy.

 La diputada provincial (Unidos y Organizados) María Ester Mamaní señaló en diálogo con El Submarino que cinco de ellos no han sido incluidos en un decreto que les otorga una pensión, por lo que desde su banca en la Legislatura impulsa un proyecto para corregir esta situación.

 La legisladora, representante además de los pueblos originarios, detalló: “Los que no están recibiendo la pensión son Felipe Mamaní, Antonio Flores, Pedro Flores, Gerarda Gutiérrez y Carmen Mamaní. Nosotros, como Unidos y Organizados, y yo como descendiente, asumimos este compromiso desde la Legislatura”.

 “Esperamos tener el acompañamiento del gobierno porque estos abuelos hicieron historia”, comentó Mamaní.

 Por su parte, el dirigente indígena José Sajama indicó: «Nuestra principal expectativa es llevar el mensaje de los abuelos a la sociedad, y decirles a ellos que su lucha hoy es también la nuestra», y señaló que si bien hubo avances en todos estos años, aún queda mucho por lo que pelear. 

 «Si hubo avances, fue por nuestra lucha», dijo Sajama, y agregó: «Queremos que el Estado retome el tema de nuestras tierras, porque tiene que ser estar en la agenda pública. La mayoría de las tierras están apropiadas por extranjeros. Hay que encarar esta discusión. En la provincia hay 5 millones de hectáreas, de las cuales un millón está en manos de las comunidades. La lucha continúa. Esperamos que el gobierno entregue los títulos». 

 Homenajes

 En la Plaza Belgrano, la conmemoración oficial dura todo el día. Después de la caminata simbólica al ritmo marcado por los sicuris y el almuerzo comunitario, habrá una charla con los abuelos maloneros.

 Varias son las instancias en las que se conmemora este aniversario. Una de ellas es el homenaje del Consejo de Organizaciones Aborígenes de Jujuy (COAJ) le rendirá a Gerarda Gutiérrez, poniéndole su nombre a la Casa Cultural y Albergue Estudiantil “como una forma de tributo y un dispositivo de memoria para que las nuevas generaciones conozcan el Malón de la Paz, revaloricen su historia y el legado de quienes lucharon por la causa indígena”.

 Gerarda Gutiérrez pertenece a una comunidad del Pueblo Kolla del departamento de Cochinoca, donde aún vive criando sus animales.

 Además, el COAJ organiza una serie de talleres que se desarrollarán desde mañana y hasta el viernes que viene en instituciones escolares y otras organizaciones, en los que se referirán los hechos históricos que rodearon al Malón de la Paz.  

La gran marcha

 El Malón de la Paz partió el 15 de mayo de 1946 desde los departamentos jujeños de Cochinoca y Tumbaya y de las cercanías de Orán, en Salta. 174 hombres, niños, abuelos y mujeres kollas caminaron 2000 kilómetros hasta la ciudad de Buenos Aires, donde llegaron 83 días después de la partida. Buscaban denunciar los azotes, el maltrato a las mujeres, los cepos para disciplinar a quienes se rebelan, los arriendos impagables y los despojos a la fuerza de tierras que ocupaban desde tiempos de sus abuelos por los terratenientes de aquella época.

Llegaron a la capital el 3 de agosto, con sus mulas y carretas. Fueron tapas de los principales diarios, en la Plaza de Mayo los recibieron con vivas  y el presidente Juan Domingo Perón los saludó desde el balcón y recibió luego a una comitiva.

 Los alojaron en el histórico Hotel de los Inmigrantes, donde esperaron una respuesta a sus pedidos. Tres semanas después, el gobierno comenzó a impedir el ingreso de intermediarios al Hotel y les prohibió el ingreso a los dos referentes de las comunidades que habían integrado la comitiva que ingresó a la Casa Rosada.

 El 28 de agosto los llevaron a la estación Retiro. En el tren ya estaban sus caballos, carros y mulas. Hubo empujones, forcejeos y golpes, hasta que los llevaron nuevamente al Hotel. Pero pocas horas después los obligaron a retornar a la Puna.

 En pocos meses, el gobierno realiza una reforma social e irrepetible en la historia argentina que promovió en el campo agrario el Estatuto del Peón de Campo (jornal, vacaciones, pagas, condiciones sanitarias), así como la reducción del 20 por ciento en los arriendos, prohibiendo los desalojos y permitiendo la renovación de contratos pese a la oposición de los terratenientes. 

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