Frente al desborde de la pandemia que se registra particularmente en el AMBA, el viceministro de Salud de la Nación, Víctor Urbani, consideró «una trivialidad» mantener las clases presenciales argumentando que «los chicos están tristes». En diálogo con el programa Día 6 (FM Conectar 91.5), afirmó: «Ante una situación que está desbordando, a mi hijo le enseño a leer en casa y si no puedo aprenderá a leer el año que viene».
El secretario de Equidad en Salud remarcó que las mutaciones del virus hace que cada vez haya mayores dificultades para esquivarlo o combatirlo, y puso el acento en el relajamiento de las medidas de cuidado por parte de un amplio sector de la población. En este sentido, consideró que uno de los problemas es que «la gente ve televisión» porque «hay periodistas que con una irresponsabilidad absoluta salen a decir que hay que tomar medicamentos que no están indicados, pociones mágicas, que se burlan de las restricciones que son imprescindibles para evitar el contagio».
«Mientras no tengamos gran parte de la población vacunada, no va a haber efecto rebaño. Y probablemente cuando eso ocurra pueden existir variantes del virus que no respondan a la vacuna», analizó el exministro de Salud de Jujuy.
-En la última reunión del Consejo Federal de Salud, con todos los ministros del país, ¿se consideraron nuevas medidas para contener la expansión del virus?
-Fue una puesta a punto, una revisión de la situación en los departamentos más afectados del país. Son recomendaciones. El Consejo Federal de Salud en sí mismo es una entidad rectora de instrumentación del sistema de salud de todo el país. La ministra por supuesto tiene su autoridad, pero las resoluciones de importancia para el total de la nación tienen que estar avaladas por los 24 ministerios. Es un país federal, y un país federal tiene obviamente legislaciones locales que pueden acomodarse a lo que resuelva el ministerio de salud o no. Salvo en determinadas situaciones. Que es lo que ha pasado en Ciudad Autónoma de Buenos aires, que el gobierno nacional determinó una medida con las clases y el gobierno no lo aceptó y judicializó un tema que en realidad es un tema de salud pública.
-Esta necesidad de consensuar con todos los ministros, en un momento tan crítico como este, ¿es un obstáculo para implementar medidas?
-No, no es un obstáculo. Hace al ejercicio pleno de la democracia. Está también tener disensos. Por supuesto, llegado un momento se puede tomar una medida nacional, el presidente tiene la atribución de tomarla. Pero en esto lo mejor es consensuar con los pares provinciales, mostrarles la realidad nacional a todos porque muchos de los ministros conocen la situación en su territorio y no en otros, y marcar las recomendaciones que ya están escritas, porque todo está por escrito. Y de acuerdo a eso, las provincias toman sus propias decisiones.
-Teniendo en cuenta que la situación del AMBA va a derramar hacia el resto del territorio del país, ¿cuánto sirve la experiencia del año pasado? ¿Se podrán tomar medidas como limitar la circulación interprovincial, por ejemplo? ¿Qué están evaluando?
-Sin duda la experiencia del año pasado es muy útil, como también lo es la experiencia de otros países ante el avance de una segunda y una tercera y una cuarta ola del virus. Estamos en presencia de un virus que es absolutamente desconocido, que cambia, muta, que cada vez que muta nos encontramos con mayores dificultades para esquivarlo o combatirlo. Ocurre que la gente ve la televisión, y este es un problema. De acuerdo al canal que ve, también ve las medidas recomendadas. Porque hay periodistas que con una irresponsabilidad absoluta salen a decir que hay que tomar medicamentos que no están indicados o pociones mágicas, que se burlan de las restricciones que son imprescindibles para evitar el contagio. Mientras no tengamos gran parte de la población vacunada, no va a haber efecto rebaño. Y como se está viendo la cosa, probablemente cuando eso ocurra pueden existir variantes del virus que no respondan a la vacuna.
-¿Qué porcentaje tiene que estar vacunada para que eso ocurra?
-Un porcentaje alto. Nosotros tenemos que tener 35 millones de habitantes vacunados, aproximadamente. El único país que ha logrado ya ese porcentaje es Israel y hace dos o tres días que no tiene muertos por coronavirus, incluso han dejado de usar barbijo. Pero han vacunado prácticamente a toda la población. Pero bueno, el que cree que se salva solo de esto está equivocado. Estas son las inequidades que hay en el mundo. Los países ricos como Israel pueden pagar un sobreprecio del 50 por ciento de lo que valen las vacunas, Estados Unidos está haciendo lo mismo, y por eso se la venden. Es el capitalismo salvaje elevado a su extremo. Un hemisferio norte rico que va a estar todo vacunado y un hemisferio sur sin vacunas que va a estar cultivando las nuevas variables del virus que van a volver a afectar al hemisferio norte. Entonces tendríamos que ser más equitativos.
-Hay una movida internacional con personalidades, organizaciones, que bregan por la eliminación de las patentes. El presidente hizo un planteo en un sentido similar. ¿Es posible que se logre algo así?
-No creo. Esta es una respuesta personal. El mundo es absolutamente capitalista, donde hay oferta y hay demanda. Y en este momento hay una demanda extraordinaria de vacunas, entonces hay muchísima gente tratando de producirla en cantidades enormes. Yo en lo personal creo que dentro de pocos meses nuestro problema no va a ser conseguir la vacuna sino ponerla en cantidad y rapidez. Y que siga sirviendo, atento a la aparición de eventuales mutaciones del virus que afecten a la gente con gravedad.
Lo que se está viendo hasta ahora es que las personas vacunadas y con una dosis padecen la enfermedad de una manera muy benigna y sin mortalidad, o con una mortalidad extremadamente reducida. Los que repiten la enfermedad la están repitiendo. Entonces hoy tenemos la cepa Manaos, a la que todo el mundo le tiene miedo por la rapidez con que se produce el contagio pero también porque ayer en Brasil está teniendo una afectación de niños ha aumentado un mil por ciento en dos semanas. Y el virus inicialmente en los niños ni siquiera se lo detectaba. Y hoy tenemos un montón de niños internados en hospitales pediátricos en cantidad.
-Frente a este panorama, ¿es posible que se modifiquen las prioridades y empezar a vacunar a los chicos, por ejemplo?
-Llegado el caso, sí. Tenemos que ver qué es lo que va ocurriendo. Hay un seguimiento permanente. Toda persona que ha tenido covid y está vacunada, o está vacunada con las dos dosis y repite un cuadro de covid, los hisopados son enviados al Malbrán para ver de qué cepa se trata y si ha sufrido nuevas modificaciones. Y así como lo hacemos nosotros, lo hace el mundo. No podemos escapar de una realidad mundial. El hecho de que nosotros acá en la Argentina politicemos esto es muy lamentable. Yo omito hacer referencia a tal o cual conducta de tal o cual provincia o distrito o jurisdicción, y reitero mi convencimiento de que hace al sistema democrático el hecho de que tengan autonomía. Pero también se debe decidir, no dudo, en función de las actividades comerciales, que no se caiga toda la actividad de producción.
-Antes el debate era economía o salud, ahora entró también la cuestión de la educación.
-La pregunta es hasta dónde la actividad de producción o el asistir a clases es algo tan fundamental. Me lo pregunto como persona, no como funcionario. Mis hijos ya no van a la escuela, ya son grandotes, pero si tuviera nietos en este momento y ante una situación como la que está pasando en algunas provincias, donde esto se está desbordando, yo a mi hijo le enseño a leer en casa. Y si no puedo enseñarle en casa, aprenderá el año que viene. Viendo lo que ocurre, no puedo exponerlos. Hoy tenemos el Garrahan y el Gutiérrez abarrotados de casos de covid. Está bien, no tiene la misma mortalidad en los niños que en los adultos, pero estamos viendo muertos de 20 años, hemos visto en Brasil niños que mueren de covid.
-¿Cuánto se sabe de las secuelas en la salud que puede dejar el virus?
-Lo vamos a saber con el tiempo. Por lo pronto sabemos que hay secuelas neurológicas en muchos pacientes. Hay otros en los que no aparece ningún tipo de secuela. Pero esto es hasta ahora; no sabemos lo que le va a ocurrir a futuro. Hay gente que hace 8 meses que ha perdido el gusto y no lo recupera. Eso es fácil de discernir, pero qué pasa con la capacidad de concentración, de lectura, por ejemplo. No sabemos. Por eso es que hay que cuidarse, y cuidarse mucho. Yo entiendo que es muy difícil estar encerrados y tratar de no moverse, pero la pucha, miremos al mundo, venimos de catástrofes enormes, Europa estuvo casi seis años en la Segunda Guerra Mundial con bombardeos, asesinatos, crímenes raciales, se han vivido cosas espantosas. Ahora el estado de bienestar en que vivimos nos lleva a minimizar las medidas y tomar como una tragedia el hecho de no poder salir de casa. O decimos que los chicos están tristes porque no van a la escuela. Que lloren si están tristes porque no van a la escuela, pero les estamos cuidando la salud. Ante una pandemia desbordada, mantener las clases porque los chicos están tristes me parece una trivialidad.
-En Jujuy despertó preocupación ver que el departamento Tumbaya aparece como de alto riesgo. ¿Tiene que ver con la cepa Manaos o con el número de casos?
-Con el número de casos. El hecho de que algunos departamentos y jurisdicciones del país aparecen en rojo está relacionado a la cantidad de casos y la cantidad de habitantes. De todos modos, y esto lo digo a título personal, ver la cantidad de casos tiene una importancia relativa. El año pasado estábamos en plena pandemia y no teníamos desarrollada la cantidad de laboratorios para hacer testeos como los tenemos ahora. Hoy tenemos una cantidad enorme de testeos, y obviamente hay más casos. Un testeo el año pasado demoraba hasta cinco o seis días, había que hacer cola, pedir turno. Era un despelote acceder a un PCR. Hoy PCR hay en todo el país, existen test rápidos como el test de los antígenos. Entonces, obviamente el número y la cantidad de casos diarios es un dato importante, pero es relativo si se lo compara con el del año pasado. Lo que tenemos que comparar es la cantidad de muertos que estamos teniendo por día. Y la ocupación de las camas de terapia intensiva.
-Esa es la preocupación mayor.
-La forma de medir la ocupación de las camas de terapia intensiva depende mucho del emisor de la información. Hoy, puntualmente, hay provincias que dicen tengo un 30 por ciento de ocupación de las camas de terapia intensiva por covid, como rebajándola, cuando en realidad tienen un 65 por ciento del resto de las camas ocupadas con otras patologías. Es decir que la cantidad de camas de TI disponible en realidad no es del 70 por ciento sino del 5 por ciento. Están informando de una manera como para acomodar los números. Informarme cuántos pacientes covid tenés en la provincia es fundamental, pero también decime cuántas camas de terapia intensiva tenés libres. El año pasado tuvimos muy pocos accidentes de tránsito; bajaron a la mitad. En la Argentina mueren 7000 u 8000 personas por año en accidentes, y el año pasado fueron menos de 4000. Entonces tenés ahí 4000 personas que no murieron, que no ocuparon camas de terapia intensiva. Hoy esa gente está internada, requiere de servicios. Todo esto se maneja con las lecciones aprendidas.
-Quizás haya que modificar ese criterio. En lugar de camas ocupadas, decir cuántas camas disponibles hay.
-No, no hay que modificar el criterio. El criterio es uno solo. Algunos utilizan este criterio o informan a veces de una manera que no es la adecuada. No es tan sencillo. Si fuera sencillo nos pondríamos de acuerdo muy rápido.
-En muchos lugares, particularmente en Jujuy, se levantaron los hospitales de campaña. ¿Cree que se debería empezar a montar de nuevo esos espacios ante un eventual crecimiento de los casos?
-Este es un momento muy importante para los que no están en una situación crítica, para prepararse. Porque esto se va derramando. Es inevitable. La variante Manaos tiene un 30 por ciento más de contagio que la común del virus y las complicaciones también aumentan. Entonces las provincias que hoy no están en un periodo de explosión con el virus tienen que preparar todo. Yo en este momento estoy en Mendoza, que está en una situación muy difícil, muy similar a la del AMBA, con un porcentaje de ocupación de las camas de terapia intensiva altísimo. Cuesta mucho ubicar a los pacientes en las terapias intensivas. No está ocurriendo lo mismo en otras jurisdicciones, pero como hoy es Mendoza mañana puede ser que vuelva una situación similar al pico del año pasado en provincias del norte. De todas formas creo que prácticamente todos los ministros están muy conscientes de la situación y están haciendo todo lo posible para estar bien parados para esta segunda ola. El problema es la población, que no creo que esté en esas condiciones.
-Se relajaron las medidas de cuidado.
-Así es. Hay gente que se la agarra con los responsables de manejar la cosa, diciendo cosas como ‘nos echan la culpa a la población y ustedes no hacen lo que deben’. O ‘le echan la culpa a la televisión y ustedes no hacen lo que deben’. Y la verdad es que no es así. Y no estoy hablando políticamente, más allá del gobierno provincial que sea. Acá hay una responsabilidad civil y hay una irresponsabilidad enorme para cumplirla.
La gente no se cuida, transgrede las normas, se junta de a montones, hace fiestas clandestinas, se van a bailes, chupan, no se ponen el barbijo, andan abrazados, después vuelven a la casa y contagian a la mamá, al papá , a los hijos, los hermanos. Al que me dice que en lugar de preocuparme por lo que él hace me preocupe por hacer mi trabajo, le digo que estoy todo el día haciendo mi trabajo y me rompo el alma haciéndolo. Que pongan su gotita de responsabilidad y que no hagan reuniones al pedo. Porque no tiene razón de ser en este momento, con la gravedad de la situación, que no se cuide la gente.
El barbijo es imprescindible, no hay que sacárselo nunca. Hay que ponérselo bien, hay que taparse la nariz. Hay que cubrirse los ojos. Hay que lavarse las manos. Hay que mantener la distancia social, dos metros. Hay que ventilar los ambientes. Son todas medidas tan simples pero tan elementales… Yo vuelo mucho, estoy yendo al interior, y lo veo en los aviones. Gran parte de la gente con una irresponsabilidad enorme, sobre todo los jóvenes. Se paran, se juntan a hablar, las azafatas los tienen que retar. Para bajarse del avión hay que esperar que baje la primera fila para recién pararse, es la normativa que le explican a todo el mundo. Y el avión aterriza y se están parando todos a la vez.
-¿Cuando ve eso usted qué hace?
-Yo tengo sangre italiana. Así que me caliento. Y me putean. Pero bueno, para eso estamos. El otro día uno me decía ‘quién sos vos, viejo de mierda, para decirme a mí lo que tengo que hacer’. Y le dije ‘quién sos vos para contagiarme, que estás parado al lado mío’. Estábamos sentados al final del avión, acababa de aterrizar, el tipo estaba bajando las valijas, parado en el pasillo, hablando a los gritos.
-¿Le dijo quién es usted?
-No. ¡A ver si me pegan! Todo el mundo está irascible con los funcionarios. Se olvidan que los funcionarios somos personas, que tenemos hijos, familia. Yo no nací funcionario. El funcionario es una persona más a la que en algún momento, por vocación por lo público, por lo que sea, le toca hacer un trabajo y lo hace. Ese odio al político, el escrache y todo lo demás, es de cobardes. Cobardes que no tienen idea de lo que es hacer un trabajo responsable. Y lo digo defendiendo a todos los políticos del partido que sea. Eso del país sin políticos, que se vayan a vivir a un lugar donde no haya alguien que tome las decisiones.