El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) reveló que el nivel de pobreza en el último trimestre del año alcanzó al 49,9 por ciento de la población, es decir a alrededor de 23 millones de personas. En tanto, la misma medición indicó que el 65,5 por ciento de los niños en Argentina viven en situación de pobreza.
Los números demuestran que los niveles se encuentran por encima de la comparación interanual (44,7 por ciento de 2023) y dan cuenta de que la mitad de la población argentina se encuentra sumida en la pobreza, con salarios de hambre, necesidades básicas insatisfechas e imposibilidad de cubrir los gastos que demanda una canasta básica.
La misma medición reveló que el nivel de indigencia trepó al 12,9 por ciento en el mismo período, es decir un punto más que el 11,9 por ciento registrado en 2023.
No obstante, los resultados generales dan cuenta de una baja respecto del comienzo del año. Con el efecto inicial del ajuste del gobierno de Javier Milei, la pobreza había llegado a casi 55 por ciento de la población. En el segundo trimestre el número empezó a revertirse y en el tercer trimestre retrocedió a 49,9.
Sin embargo, el panorama no deja de ser grave. Si se calcula la situación sin planes sociales ni pensiones no contributivas, se estima que la indigencia ascendería a 23,2 por ciento y la pobreza a 55,4 de la población.
Pobreza e Indigencia
El estudio de la UCA da cuenta de otros factores que tienen que ver con la grave situación en que vive la mitad de la población:
- 29,4 por ciento de los hogares recortó el gasto en medicamentos.
- 29,9 por ciento no pagó tasas o impuestos.
- 27,1 por ciento no pudo pagar algún servicio.
Al presentar el informe a la prensa, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, sostuvo que las políticas de ajuste «se hicieron a un ritmo muy acelerado y con alto costo inmediato», aunque «tuvieron un impacto regresivo de menor profundidad de lo que podía esperarse».
Lo cierto es que entre 2022-2023-2024 aumentó la proporción de personas en situación de indigencia y pobreza. Afirmó que «los datos tienen efecto estadístico de la caída de la inflación y que no haya caído el empleo, aunque sí creció la informalidad».
Infancia
Por otra parte, al analizar la pobreza e indigencia en la infancia, se relevaron los siguientes datos:
- 2 de cada 10 niños viven en pobreza extrema.
- El 65,5 por ciento de los niños vive en situación de pobreza.
- El 19,2 por ciento de los niños vive en situación de indigencia.
Salvia observó que «hay una desinversión generacional» dado que en 2011-2012 40 por ciento de los niños eran pobres y hoy ese número asciende a 65,5.
La UCA observa un incremento de la pobreza infantil en los estratos medios, pero sobre todo una mayor concentración de pobreza extrema en los estratos más bajos de la estructura social. Los niños/as de hogares con menor capital social son los más sufrientes y afectados por la crisis.
Planes sociales
La medición señala que en la Argentina urbana el 36,3 por ciento de los hogares recibe asistencia económica directa o indirecta por parte del Estado Nacional, provincial o municipal.
Si se calcula la situación sin AUH, otros programas ni pensiones no contributivas, se estima que la indigencia ascendería a 23,2 por ciento y la pobreza a 55,4 de la población.
Desempleo
El 35,3 por ciento de los trabajadores es pobre.
Se observa un aumento del subempleo inestable (changas), que alcanza al 23,6 por ciento de la población económicamente activa, mientras que sólo 40 por ciento de la fuerza de trabajo tiene empleo pleno de derechos (con salario que cubre el costo de vida, estabilidad y aportes de seguridad social).
El deterioro de las oportunidades de empleo y de las remuneraciones se correlaciona con el aumento del porcentaje de ocupados que residen en hogares pobres, con marcadas diferencies entre estratos socioeconómicos.
Salvia sostuvo que «la tendencia de la pobreza es a la baja; es de esperar que la pobreza siga bajando y el Gobierno termine el año por debajo del último trimestre del año pasado».
«Esperábamos indicadores más graves. La sociedad argentina tenía reservas que no medíamos, que hizo que el proceso de crisis se viera amortiguado. Sin embargo, «tenemos problemas estructurales que la crisis actual no los resuelve y está abierto el futuro», concluyó.