Chile despertó y estalló, pero ¿se podrá cambiar la Constitución? 

Por Oscar Laborde*, en Motor Económico. El grito se escuchó y se escucha en las calles y asambleas todos los días. Las protestas repentinas y la furia manifestada diariamente en las calles habrían sido una situación comprendida en muchos países. Pero que haya sucedido en el país que, con frecuencia, es elogiado como el ejemplo de éxito del modelo neoliberal en América Latina ha conmocionado al mundo. «El modelo». «El ejemplo». «El milagro».

En las últimos meses Chile ha estado en constante agitación. Más de un millón de personas tomaron las calles de Santiago, la capital. En las ultimas semanas los organizadores han trasladado las protestas un día a cada barrio diferente y los viernes confluyen en la plaza de La Dignidad. Son miles, por supuesto todo muy silenciado por la prensa naciona e internacional. Pero, ¿quiénes los organizan? Esa es una de las principales características de este estallido. Son autoconvocados y los partidos políticos, sindicatos y centrales no tiene ni conducción ni participación en las manifestaciones.

Es una expresión popular harta de las condiciones de vida, pero también de toda la clase dirigente. Se considera que la derecha en el gobierno fue culpable de la situación, pero también que la Convergencia, incluso cuando gobernó el Partido Socialista es igual de responsable. Ese rechazo al sistema político hizo que en la ultima elección presidencial participara solo el 46 por ciento del padrón.

Probablemente, los únicos que no están sorprendidos son los chilenos. En el caos ven un ajuste de cuentas. La promesa que líderes políticos tanto de izquierda como de derecha han hecho durante décadas —que el libre mercado conducirá a la prosperidad y que dicha prosperidad se hará cargo de los otros problemas— se demostró como una mentira gigantesca y terrible para millones.

Y no solo Chile despertó, sino que le demostró al mundo la hipocresía del modelo neoliberal perfecto. Se ocultaba que en ese país se da una desigualdad escandalosa.

El 1 por ciento de la población se apropia del 26 por ciento de los ingresos totales. Chile esta entre los 8 países más desiguales del mundo según el Banco Mundial . La jubilación privada deja a millones de adultos mayores en la intemperie al final de su vida. Y aparece brutalmente la desigualdad, los operadores de los fondos de pensión se cobran el 25 por ciento de comisión de todos los aportes.

La educación pública con muy pocas vacantes y los costos de la que está en manos privadas le impide a millones de jóvenes formarse, y muchos de los que ingresan a la universidad quedan endeudados de por vida. La deuda de la población alcanza a la temeraria suma del 48 por ciento del PBI. El gasto en transporte consume el 20 por ciento del presupuesto familiar. Salud privada, la vivienda como un negocio, energía privada. Chile tiene el récord de ser el único país en el mundo donde el agua es PRIVADA. Todo inaccesible para una parte importante de los chilenos que es empujado a una vida de miseria.

Pero Chile tiene un PBI per capital anual, de acuerdo a precios internacionales (PPA ) de 25.000 dólares. Y es la demostración de los que dicen que si una persona se comió 2 pollos y otra ninguno, en promedio comieron un pollo cada una. La persona más rica del país, Iris Fontbona tiene 15.500 millones de dólares, el doble que Paolo Rocca, el primero argentino en el ranking Forbes. El presidente Sebastián Piñera tiene un capital de 2.800 millones de dólares declarados y el 72 por ciento de ellos en el exterior.

Lo que permitió que se desarrollara semejante desigualdad es la Constitución del dictador Pinochet aprobada en 1980, que otorga privilegios a los militares, que impone un estado mínimo, que solo permite actividades rentables y sustentables, que facilita el movimiento comercial y financiero son ganancias sin límites, que impone mayorías especiales e inaccesibles para la labor legislativa, que permite que a los gobernadores LOS ELIGA EL PRESIDENTE sin ningún tipo de condicionamiento.

La lucha obtuvo que se convoque a una Reforma de la Constitución. En abril se votará si se quiere o no, pero Piñera consiguió, con la complicidad de la mayoría de los partidos, que todo deba ser aprobado con los dos tercios de los constituyentes, algo sumamente improbable para temas de fondo. Si no, seguirá vigente lo dictaminado en cada tema por la Carta Magna anterior. Además una vez redactada debe ponerse a consideración en un plebiscito, donde si triunfa el NO queda consagrada después de 40 años la Constitución de Pinochet.

La lucha en las calles seguirá, e incluso se incrementará en marzo, con el objetivo que se rehaga el acuerdo de convocatoria o que renuncie Piñera y todos los diputados y senadores. Un objetivo muy ambicioso. Por otro lado la sospecha de que nada cambiará y el interés de la derecha que ya milita el NO a la nueva Constitución puede llevar a una gran frustración que culmine con la consagración, después de 40 años, de la norma de la dictadura. O en la negociación, para conseguir mayorías especiales, se negocien cambios. Todo está por verse, y los próximos meses nos darán mas de una novedad.

*Presidente del Parlasur

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