A una semana de las elecciones presidenciales, en las que se juega la continuidad o el cambio del modelo económico neoliberal, imperante desde hace tres décadas en el país, el profesor y sindicalista de izquierda Pedro Castillo tiene una mínima ventaja, de dos puntos, sobre la derechista Keiko Fujimori, según dos encuestas difundidas este domingo.
En este contexto de alta incertidumbre por lo que pueda ocurrir el próximo domingo, los candidatos se encontraron frente a frente en un debate que ha despertado una gran expectativa y que de acuerdo a los analistas podría ser decisivo para que uno u otra sume en este tramo final los votos que necesita para sacar ventaja y ganar la presidencia.
En un momento Castillo llamó a Keiko “jefa de una organización criminal”, haciendo referencia al proceso judicial en su contra por lavado de dinero, organización criminal y obstrucción a la justicia.
Hablando en tono pausado, calmado, sereno, Castillo abrió el debate presentándose como un trabajador del campo de origen humilde y destacando su labor como profesor de una escuela andina.
“Vengo con las manos limpias”, dijo en su primera intervención. Fue el primer golpe certero. Su rival, procesada por corrupción y que entre sus cercanos colaboradores tiene a funcionarios de la corrupta dictadura de su padre, no puede decir lo mismo.
Keiko fue más agresiva. Desde un inicio. Comenzó con una piedra en la mano, literalmente. Alzó una piedra, que dijo le habían lanzado a su comitiva en el hostil recibimiento que tuvo a su llegada a la ciudad de Arequipa, donde se desarrolló el debate, y acusó a su rival, sin ninguna evidencia, de haber promovido esa violencia.
Repitió el discurso de pretender desacreditar al candidato de la izquierda diciendo que promovía la lucha de clases por sus cuestionamientos a las inequidades que marcan al país.
Comenzaron debatiendo sobre salud y la pandemia. Ambos prometieron vacunar a todo el país para fin de año. “La pandemia ha desnudado la precariedad del corrupto Estado y hay culpables directos”, señaló el candidato del izquierdista Perú Libre, que recordó que el fujimorismo ha sido diez años gobierno y después ha tenido mayoría parlamentaria “y nunca agendó la salud como una prioridad”. Puso énfasis en la necesidad de mejorar la salud pública. Señaló que la salud debe ser un derecho y no un servicio con el Estado en un rol subsidiario de lo privado, como establece la Constitución fujimorista vigente.
Keiko ofreció bonos a las familias de los fallecidos por el covid y aumentar el sueldo al personal de salud. “El covid no se soluciona con comunismo, con lucha de clases”, dijo, para responder a su rival.
El segundo bloque fue sobre economía y empleo. Castillo insistió en su propuesta de renegociar contratos con las transnacionales para mejorar los ingresos del país. En respuesta a la campaña en su contra, aseguró que su gobierno no expropiará empresas, negocios, ni los ahorros. “Bienvenida la inversión privada, pero con reglas claras, que no abuse de los trabajadores”, señaló.
Keiko ofreció beneficios tributarios a la población, créditos a pequeños empresarios y aumentar los impuestos a las grandes mineras, algo a lo que su partido siempre se ha opuesto.
Keiko acusó a Castillo de machista y éste le respondió recordándole las esterilizaciones forzadas a más de 300 mil mujeres pobres en la dictadura fujimorista. Keiko negó que había sido una política de Estado. Abundantes evidencias la desmienten.
“Aquí hay dos líderes políticos, un maestro y la jefa de una red criminal”, lanzó Castillo cuando llegó el momento de hablar de corrupción, recordándole a su rival la acusación penal en su contra por recibir de grandes empresarios, incluyendo la constructora brasileña Odebrecht, millones de dólares en forma ilegal para financiar sus campañas de 2011 y 2016. Y remató: “Para hablar de corrupción hay que tener autoridad moral. Un corrupto no puede hablar de corrupción”.
Keiko quedó descolocada. Sin nada que decirle a Castillo sobre corrupción, atacó al secretario general de Perú Libre, Vladimir Cerrón, un exgobernador sentenciado a prisión suspendida por negociación incompatible. Castillo le dijo que el candidato era él y no Cerrón.
En el bloque de derechos humanos y políticas sociales, Keiko habló del problema del agua y de la titulación de terrenos, pero nada de derechos humanos. Su padre, el exdictador Alberto Fujimori, cumple una condena a 25 años por crímenes de lesa humanidad. Keiko ha anunciado que lo indultará.
Castillo señaló que el país no puede regresar al pasado y que su gobierno no será una dictadura, en clara alusión a la dictadura fujimorista de los años 90.
De acuerdo a una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) publicada este domingo, Castillo alcanza 40,3 por ciento y Keiko 38,3 por ciento. Hace una semana, el IEP ponía al candidato que propone cambiar el modelo neoliberal diez puntos arriba: 44,8 contra 34,4 por ciento. Hace dos meses, al inicio de la campaña de esta segunda vuelta, esa ventaja llegó a ser de veinte puntos.
Una encuesta de Ipsos, también difundida este domingo, le da a Castillo la misma ventaja de dos puntos, 45,1 contra 43,1 por ciento. Una semana atrás, daba 45 contra 40,7 por ciento, siempre a favor del candidato de la izquierda.
La hija del encarcelado Alberto Fujimori se acerca a su rival empujada por una masiva campaña a su favor y el respaldo de los grandes medios, que pretende hacerla pasar como defensora de la democracia y la libertad, dejando de lado la larga trayectoria autoritaria del fujimorismo, y mete miedo contra su rival anunciando una supuesta “dictadura comunista” si Castillo gana.
La guerra sucia contra Castillo ha llegado al extremo de acusarlo de terrorista, adjudicándole supuestos vínculos con una pequeña agrupación marginal heredera política del grupo armado maoísta Sendero Luminoso, derrotado hace casi treinta años, algo repetido con insistencia y negado con la misma insistencia por Castillo.
Este fin de semana, una derecha desesperada por su posible derrota reclutó para esta campaña al venezolano Leopoldo López, al que trajo a Lima para que dispare contra Castillo. Repitió el guion contra el chavismo y anunció un convulso escenario como el venezolano si el candidato de Perú Libre gana las elecciones.
A pesar de la millonaria campaña de descrédito y miedo en su contra, y también errores y algunas inconsistencias en su campaña, que lo han golpeado, Castillo ha podido resistir y mantenerse primero, aunque ahora con una ventaja mínima. El resultado del próximo domingo ha entrado en el terreno de lo incierto.
Por Carlos Noriega, en Página/12