El proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo fue rechazado por 38 votos en contra y 31 a favor en la Cámara de Senadores. Los colectivos y grupo de mujeres afirmaron que la lucha feminista continúa.
La jornada del 8 A dejó algunas certezas. La principal: el aborto legal, seguro y gratuito será ley más temprano que tarde.
Después de mucho tiempo el Congreso Nacional tenía la oportunidad de dar una señal política clara de cara a la sociedad. Los senadores y senadoras que votaron ayer en la Cámara alta no quedarán en la historia o si porque ellos y ellas fueron los únicos responsables, no sólo demorar ley, sino prefirieron que el aborto siga siendo clandestinos.
Demorar la ley demostrará que el supuesto argumento de “salvar las dos vidas” es una falacia. Quienes se embanderan bajo esa consigna no realizan acciones concretas por ninguna vida: no realizan acompañamiento durante el embarazo, no velan por garantizar los derechos: ni de las personas gestantes, ni de les niñes, así como tampoco evitan las muertes por abortos clandestinos. Los senadores que votaron contra la interrupción voluntaria del embarazo no salvarán ninguna vida, sino que condenarán a las personas gestantes a la clandestinidad. No hay acción ni argumento que pueda torcer el rumbo de una mujer que decide no gestar.
La ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE) es un derecho y expresa una realidad. Es el camino para que las personas gestantes puedan decidir sobre sus cuerpos, seguras de sus elecciones y sin condicionamientos morales ni de doctrina religiosa. Y así deconstruir culpas y prejuicios. Esta ley debe salir del closet para perder la vergüenza de abortar y decidir. Es imprescindible la aceptación que implica la legalidad, para que las futuras generaciones lo sepan: el feminismo les asegura una sociedad que les permita elegir. Ser madre o no es una decisión que nadie puede tomar por nosotras.