Por Carlos E. Sereday*. Llegan los días de paseos, ejercicios, picnics y diversas actividades al aire libre. El tiempo pasa y tanto chicos como grandes pierden la noción de cuánto estuvimos expuestos al sol y al calor. Esto suele producir deshidratación, quemaduras solares, mayor incidencia de cáncer de piel (de epiteliomas y melanomas). Es por eso que se recomienda evitar el horario de 11 a 16 hs, no realizar actividad física con altas temperaturas, usar protector solar, cubrir la cabeza con sombreros, reponer líquidos y minerales.
En el caso del daño del sol sobre la piel, suelen ser graves por su extensión y, aunque la profundidad y localización son los otros factores a considerar, lo preponderante es la superficie comprometida. La edad y el estado de salud de la persona, las pieles castigadas, deterioradas con daños previos irreversibles y envejecidas por la acumulación de efectos, deben alertar sobre la fragilidad de su cubierta cutánea.
Al daño local que produce la radiación solar se suma la “insolación” que aparece cuando la absorción de calor supera los mecanismos compensatorios con los que cuenta el organismo. Los síntomas son fiebre, deshidratación y el malestar por las lesiones de la piel.
UVA: Alcanza totalmente la superficie terrestre; broncean de inmediato, pero su resultado es poco duradero. Tienen la capacidad de atravesar el vidrio y penetran hasta las capas más profundas de la dermis, donde generan radicales libres que provocan alteraciones celulares y causan el envejecimiento prematuro de la piel (arrugas, manchas y falta de elasticidad), además de provocar cáncer.
UVB: Penetran menos que los UVA, pero son más reflejantes; 90% es bloqueada por el ozono y por el oxígeno de la atmósfera y como es más energética resulta más dañina para la biósfera; provoca mayor efecto sobre la piel ya que inicia el efecto rápidamente y después actúa con lentitud lo que le toma un tiempo mas prolongado, dando el tono bronceado de la piel. Es indispensables para la síntesis de vitamina D y se filtran fácilmente con gafas, ropa y filtros solares. Una exposición prolongada deprimen el sistema inmune y la capa córnea del ojo los absorbe. El daño más grave es que quema el tejido y este es similar al que se produce por calor directo, esto es, zonas enrojecidas, despellejamiento, ámpulas, ardor y dolor.
Los UVA combinados con los UVB son la primera causa de melanoma.
La acción de la radiación infrarroja, responsable de elevar la temperatura, se hace más notoria en espacios cerrados con techos metálicos, galpones o vehículos que producen síntomas parecidos conocido como «golpe de calor». Es indispensable buscar la sombra en espacios verdes y arbolados para ponerse al resguardo de los rayos solares y del calor.
También parece irreversible la pérdida de la capa de ozono en grandes sectores de la atmósfera. Esta acrecienta las consecuencias de la acción de las radiaciones ultravioletas del sol sobre la corteza terrestre y por supuesto sobre la piel.
Esta radiación puede aumentar para quienes toman sol en superficies de cemento o terrazas. El cemento eleva la temperatura del lugar y los colores reflejan los rayos con mayor intensidad. En este ambiente, las consecuencias por la exposición al sol son más graves y se dan en menor tiempo.
Muchos consideran que en días nublados, el sol no afecta la piel. Sin embargo los rayos UVA del espectro electromagnético de la luz solar igualmente se filtran por la fina capa de nubes y pueden producir quemaduras solares.
Otra situación que se asocia a la quemadura, es el fenómeno de fotosensibilización que aparece sobre algunos tipos de piel o por la utilización de sustancias como bronceadores caseros con aditivos para aumentar y acelerar el bronceado de la piel. Hay quienes no se conforman con el uso de cremas o lociones que se aplican directamente en la zona, sino que ingieren pastillas que contienen las mismas sustancias y las distribuyen en todo el cuerpo en proporciones que superan las normales presentes en el agua del mar o en alimento.
Una vez que se produjo la quemadura solar se recomienda:
- Evitar medicamentos caseros
- Aplicar cremas humectantes
- Evitar nuevas exposiciones al sol
- Evitar el uso de sustancias que irriten la piel
- Ingerir abundante agua
Si el cuadro lo requiere, es importante consultar a un médico especialista en las primeras 24 horas.
*Especialista en cirugía plástica, del equipo de atención de quemados del Sanatorio Agote (MN 56832).