Las ventajas que históricamente ofrecían las grandes ciudades respecto de las zonas menos habitadas del país, poco a poco se van perdiendo. Más aún, la pandemia de coronavirus que golpeó a los grandes conglomerados relativizó aquello que antes pesaba más en la balanza. Las oportunidades que brindaba la ciudad por encima de los pueblos hoy no están tan claras y la fórmula aparenta haberse invertido: más calidad, menos cantidad.
Como muchas otras en el mundo, la Ciudad de Buenos Aires fue vista como una opción a los sueños de aquellos jóvenes que residían en pueblos y, mayormente en su adolescencia, migraban en búsqueda del “american dream” porteño que les garantizase cierta prosperidad económica o académica.
Para mitigar esta histórica relación de fuerza que siempre estuvo a favor de las metrópolis, nació en 2014 un proyecto de repoblación que adquirió otro significado con la pandemia: la fundación suiza ES VICIS, inició el programa Bienvenidos a mi Pueblo, una iniciativa que busca revertir esta tendencia mundial y que ya desarrolló una prueba piloto en la localidad santafesina de Colonia Belgrano, a 190 kilómetros de Rosario y con 1284 habitantes.
En diálogo con Télam, la directora ejecutiva de la fundación y creadora del proyecto, Cintia Jaime, cuenta: “Seleccionamos 14 pueblos de las zonas de las Colonias y de San Martín y finalmente nos decidimos por Colonia Belgrano. Tenía una capacidad de bienvenida muy sólida y rápidamente se organizaba”.
“Elegimos a la Argentina porque lideraba el ranking de despoblación rural, muy superior a otros de Latinoamérica y uno de los más altos del mundo. Si el modelo funcionaba acá, iba a funcionar en otros lugares”, informa Jaime, y añade: “Sólo el 8% de la población argentina vive en zonas rurales, en las últimas décadas se dio una fuerte migración interna. Dicen que la gente va la ciudad porque le gustan las luces y quiere ir al teatro, pero cuando le preguntas te dice que está por el trabajo, si le das la oportunidad, naturalmente va a querer reorientarse”.
-En la página oficial de Es Vicis el proyecto está titulado como “El desafío de la migración”…
-Esto viene siendo un desafío desde hace muchas décadas. Si hablamos de migraciones internas estamos presenciando un hacinamiento. En las ciudades, las personas reducen su calidad de vida, se deshumanizan, no conocen a su vecino, pierden sus valores y su arraigo e identidad cultural. A nivel internacional también se ve; muchos se van a otros países creyendo que van a encontrar la fortuna tan buscada. Cada uno migra para vivir mejor, pero si no repensamos una migración desde las ciudades hacia esos pueblos no se puede generar una balanza equilibrada dentro de un país.
-También mencionan que una concentración demográfica es pobreza, desesperación económica y caos.
-Nuestro programa tiene las sólidas bases de cualquier red de locación sostenible; el punto fundamental es “cómo voy a vivir en un lugar si no tengo trabajo”. La primera sostenibilidad tiene que ser laboral, entonces hacemos un estudio de mercado profundo para definir las oportunidades de negocio, con eso te aseguras que el sustento económico está. Después hay una organización vecinal donde se habla de cómo va a crecer, hasta dónde queremos crecer y cuáles son los objetivos para no generar un caos o una ciudad de 500.000 habitantes. Todo eso está pensado.
-¿Cómo es el plan de financiamiento de las viviendas?
-Tenemos un 5% de remigración anual, nuestras familias fueron con un plan de financiamiento de la provincia, cumpliendo los criterios locales y pagando sus cuotas. Nosotros estamos en contacto semanalmente y hablamos con algunas instituciones, relevamos nuestros datos y vemos cómo va evolucionando el proyecto. Somos una fundación que aprende y transmite conocimientos, hicimos pruebas metodológicas y ahora son compartidas junto con un paquete que viene de nuestro modelo de seis fases.
-¿Cuál es el deseo que más les transmiten los migrantes, ese por el que de deciden tomar esta decisión?
-Que querían irse de las ciudades desde mucho antes de la pandemia. Cuando largamos nuestra propuesta en 2016 tuvimos 20.000 familias anotadas en 4 semanas. El deseo es no tener que irse 15 días de vacaciones sino vivir en un lugar que parezca como estar de vacaciones e ir a la ciudad cuando lo necesiten Hoy en día las condiciones de conectividad están más que dadas para poder trabajar con productos y servicios que pueden darse en estos lugares.
-¿Cuál fue la reacción de los vecinos de Colonia Belgrano cuando supieron que llegarían nuevos habitantes?
-La bienvenida la da un grupo de vecinos, pero después hay una comunicación interna que se trabaja de manera transversal, durante los 36 meses que dura el programa, a fin de cambiar la narrativa de expulsión. Hay que romper con ese discurso que tienen los locales y qué le dicen a los chicos desde temprano, ese discurso expulsivo que se tienen que ir para poder ser algo en el mundo, que el pueblo no es el lugar. El temor que tienen es natural, piensan que le van a sacar el trabajo o que les van a hacer la competencia. Hay dos caras, la bienvenida a los que llegan, y la bienvenida de los que ya están.
Las condiciones para migrar
No hay exigencias imposibles para quienes estén decididos a animarse a una experiencia diferente, sólo basta con apostar a una mejor calidad de vida.
Según la página oficial del proyecto, los requisitos para contar con el apoyo de la fundación son:
- Ser residente de una ciudad y desear vivir en un pueblo.
- Tener emprendimientos u oficios que puedan ser trasladados como actividad a un pueblo rural.
- Ser empleado en relación de dependencia y poder trabajar de forma remota.
- Rentar otra propiedad y que eso te permita radicarte en un pueblo o bien estar en la búsqueda de una remigración a comunidades rurales.
Además, aquellos pueblos que deseen ser anfitriones también pueden inscribirse para ser elegidos y recibir a una comunidad para repoblar la zona. Según el sitio web, «deberán contar con entusiasmo para impulsar su crecimiento poblacional y poseer mayor oferta de productos y servicios, deberán comprometerse y acompañar el programa de desarrollo y contar con autoridades comunales interesadas en implementar el proyecto al pueblo.
Su implementación en otras regiones
Bienvenidos a mi Pueblo tiene demanda internacional. Si bien la prueba piloto fue en una localidad de Argentina minuciosamente estudiada para lograr el éxito migratorio, la problemática de la concentración en ciudades no tiene frontera. “Tenemos llamados desde distintos países de Latinoamérica, Europa y Asia que piden la implementación del programa para distintas regiones y que sus pueblos florezcan”, comenta Jaime.
En esa línea, las autoridades del programa también tuvieron en cuenta Colombia, México, España e Italia, lugares con mucha despoblación rural y mucho movimiento para la ruralización y neo-ruralización.
Según Jaime, “Colombia tiene un poco más del 80% de reagrupación de personas en ciudades, lo mismo México, una de las mayores poblaciones de Latinoamérica».
El último censo del 2010 indicó que la provincia de Buenos Aires ya contaba entre su población con 4.080.701 personas originarias de otras provincias, lo que representa un 26% del total de la población censada, según la Dirección Provincial de Estadísticas.
El impacto en el medio ambiente
El proyecto de desconcentración poblacional no sólo promete un mayor bienestar por calidad de vida. De continuar con la acumulación demográfica en los conglomerados, el impacto ambiental negativo por la contaminación residual será un cercano porvenir y también está en agenda.
“Estamos consumiendo el planeta. Las grandes ciudades utilizan el 80% de la energía global, producen el 70% de los residuos y aportan de manera directa al efecto invernadero”, sostiene la directora ejecutiva.
Desde ese lugar, el proyecto contiene otro desafío: poder relocalizar y armonizar todos los lugares del mundo. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las ciudades ocupan entre el 2 y el 4 por ciento de toda la superficie del planeta, y dentro de ese rango, un 60% de las personas está agrupado en conglomerados generando residuos de manera constante.
Por Diego Mudano, en Télam