René Aramayo en el cementerio central de Tupiza, donde dejó la foto de su padre

Buscando una tumba para estas flores: Cuando la memoria cruza las fronteras

Por Silvia Martínez. “Arderá la Memoria hasta que todo sea como soñamos” (Paco Urondo). La festividad de Todos Santos y Todas las Almas, tiene en el Norte argentino hasta México, connotaciones especiales. Durante las semanas anteriores se preparan “ofrendas”, panes a los que se da formas de animales, personas o lo que la imaginación cree. Además otras exquisiteces de masa dulce como maicenas, capias, mantecados, empanadillas, etc. Todas se colocan en un altar con fotos de los seres queridos fallecidos, desde el 31 de octubre hasta la media tarde del 2 de noviembre.

Entre esos días se espera que los espíritus amados vengan de visita y encuentren lo que mas les gustaba en una mesa servida para ellos. El dia 2 por la tarde volverán a partir hasta el año próximo. Por eso, una escalera es imprescindible entre las ofrendas para que hagan su ascenso y las velas encendidas para iluminar el camino. Todo lo preparado se reparte luego entre la familia y los amigos que visitan.

Los años pasan y a pesar de la influencia de otras culturas, estas propias no cambian.

La visita al cementerio para depositar flores forma parte esencial de los rituales en esta fecha. Pero la historia se encarga de dejar a muchas familias sin un lugar donde rezar una oración o depositar una flor. La historia de un Abya Yala sembrada de conquista violenta, de codicia por sus riquezas que persiste hasta nuestros días.

Las dictaduras de los 70 desaparecieron a miles de personas. Se ensañaron con los soñadores que buscaban un mundo mejor. No fue suficiente cárcel y castigo. No, había que desaparecerlos para que con ellos se vayan las locas ideas de libertad, justicia social, igualdad de oportunidades. Matarlos y desaparecer sus cuerpos.

Como si no supieran que la tierra germina la semilla.

HIJOS, Familiares, Madres, Abuelas… todos en la búsqueda colectiva e individual de fosas comunes, de cementerios clandestinos, de tumbas NN.

En esta Abya Yala los señores del Norte decidieron que los soñadores no les iban a quitar la riqueza que daba poder. Por eso pergeñaron el Plan Cóndor para unificar la matanza.

Así es como, al día siguiente en que Luis García Meza se apropió del gobierno de Bolivia, Juan de Dios Aramayo Vallejos fue secuestrado. Era un joven boliviano, dirigente del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), estudiante de Filosofía en la Universidad de Córdoba.

Lo apresó personal de Gendarmería Nacional en La Quiaca-Jujuy-Argentina y lo entregaron a los soldados del Regimiento Chichas con asiento en Tupiza-Bolivia. A partir de allí, los datos son escasos: que lo torturaban, que su salud estaba resquebrajada hasta que una noche desapareció del calabozo.

La foto de Juan de Dios Aramayo que su hijo René dejó en el cementerio de Tupiza

Su esposa Elena y sus hijos Rene y Oda, nunca dejaron de buscarlo. Mucho tiempo, esa búsqueda fue en soledad. Denuncias en la Conadep y en cada espacio que se abría para las denuncias. HIJOS Jujuy inició publicaciones de las biografías de desaparecidos en Jujuy y de jujeños desaparecidos en otras provincias. Acumularon datos para ir armando causas que derivaron en Juicios por delitos de
lesa humanidad.

Con paso lento por una Justicia que no encontraba la manera de evitar que la verdad explotara, la provincia inició las audiencias públicas. Las poblaciones entendieron que habían sido víctimas de la dictadura y que podían relatar lo que habían vivido sin miedo. Los homenajes y reconocimientos póstumos comenzaron a ser parte de los programas de recordación en los pueblos.

En el año 2022 en la ciudad de La Quiaca se inauguró la Plazoleta de las Memorias y se invitó a René Aramayo, hijo de Juan de Dios Aramayo Vallejos para descubrir una Baldosa de la Memoria en la casa que habitaban por esos años y, reconociera a su padre en una pintura plasmada en la Plazoleta.

Y así, como un gusanito, la Memoria fue cruzando la frontera.

Este año el Municipio de Tupiza(Bolivia), con su director de Culturas Walter Gutiérrez y el aporte del sociólogo investigador Freddy Tarcaya Gallardo, organizaron un acto para reivindicar el espíritu autóctono de estas fechas.

En un ángulo de la Plaza Independencia se armó la mesa con ofrendas mientras un grupo de alumnos de nivel primario, vestidos a la usanza campesina de la zona, entonaba tonadas de la época; luego un conjunto de la Escuela de Bellas Artes interpretó melodías antiguas tradicionales y, en un momento especial, René Aramayo, hijo de Juan Pueblo, el secuestrado desparecido del que se ignora dónde están sus restos, pudo contar su historia.

Un momento muy emocionante porque se apuesta a encontrar nueva información para la búsqueda que continúa. Y qué ocasión más propicia que ésta para relatar desde las entrañas el dolor de no tener una tumba para su padre!

Y el objetivo de revelar así, en público, lo que la familia Aramayo siente y espera, dio resultado. Se fueron acercando personas para aportar nombres y datos.

A la par de este acto, en el centro mismo de Plaza Independencia se desarrollaba el festejo de Halloween con mucha concurrencia, con disfraces bien trabajados que lucían familias completas.

Cuando hay respeto, la convivencia de culturas es posible.

El 1 de noviembre René Aramayo fue a los cementerios de Tupiza para dejar una foto de su padre y un teléfono de contacto por si surgen nuevos aportes, se moviliza la solidaridad, se activa la Memoria para finalmente encontrar los restos de Juan de Dios, su padre.

24M en La Quiaca: Homenaje a desaparecidos en la nueva Plazoleta de las Memorias

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