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Integrantes del Movimiento Nacional Campesino Indígena de Jujuy se apostaron en la Plaza Belgrano para entregar en la Casa de Gobierno un petitorio en el que reclaman la adjudicación de los títulos de las tierras donde viven y trabajan desde hace décadas. Denunciaron además las consecuencias de los desmontes, desde los desalojos violentos, los “silenciosos”, las inundaciones y la contaminación ambiental, a cargo de importantes empresarios locales.
A 25 años de la sanción de la Ley de Tierras Fiscales Rurales, donde se reconoce el derecho a vivir y trabajar las tierras por las familias campesinas y donde el Estado provincial se comprometía a regularizar los títulos, los papeles no llegan. “Ahora sufrimos la amenaza constante de perder perder nuestras tierras a manos de empresarios del agronegocio que llegan a Palma Sola por la especulación del negocio de la caña y soja”, explican los campesinos.
Gloria Mamaní, en diálogo con El Submarino, describió la situación: “El avance en la zona de Palma Sola y Los Parajes es cada vez más intensa; avanzan la caña y los granos transgénicos hacia la familia ganadera que hace décadas que está ahí criando ganado, y algunos son desalojados directamente, y otros cerrados, alambrados, que es el desalojo silencioso que viene de a poco”.
Por su parte, Carlos Rodríguez, de la Asociación Tierra Fértil, que pertenece al Movimiento Nacional Campesino Indígena, advierte: “Los ganaderos se ven afectados porque al no tener la posesión de la tierra, no pueden hacer nada definitivo, no pueden pensar a futuro. Hay una ley de tierras fiscales que pedimos que se aplique”.
Mamaní señaló como principal responsable de esta situación al Instituto Jujeño de Colonización, pero también a “empresarios privados de Jujuy y de Salta, entre los que hay muchos funcionarios, como Macedo y como nuestro vicegobernador, que van por nuestros campos y nuestras tierras”.
Rodríguez agrega: “El Instituto de Colonización, a nuestro criterio, ha hecho mal las cosas”, y denuncia que “están vendiendo tierras, cobrando incluso a los campesinos que están ahí hace años. Y eso la ley no dice; la ley habla de dar la posesión a los que están viviendo”.
Los desmontes para ganar tierra para la soja “vienen de la mano de las máquinas”, dice Mamaní, y agrega: “Ninguna familia de las nuestras puede producir con ese desmonte; con la soja transgénica y las fumigaciones aéreas están desalojando a las familias”.
Además del problema relacionado a la producción, los desmontes y el agronegocio traen consecuencias ambientales. Mamaní denuncia que un barrio entero “está siendo fumigado” y llama la atención sobre el problema de las inundaciones: “Se viene el agua porque no hay contención, no solo a Palma Sola sino también a otros pueblos. Y hubo problemas con los postes de luz, que se los llevó el agua, y peligró el único puente de ingreso, que si se caía quedamos aislados de la ciudades vecinas”.
En términos formales, hasta octubre del año pasado estuvo vigente una acción de amparo presentada por los vecinos, que al menos en teoría frenó los desmontes. “Después ese amparo, que era sobre la finca de Macedo, fue para atrás, así que tuvimos que apelar a la Corte y todavía esperamos respuesta”, relata Mamaní.
