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«Cara i luna»: La obra performática hecha por mujeres a través de sus propias vivencias

Foto: Flor Rivero

«Las cara i luna de tierra adentro, las del sol en la piel y la noche más oscura en la mirada». Así se definen las cuatro mujeres que integran el elenco de la obra teatral performática «Cara i luna», una creación colectiva dirigida por Renata Kulemeyer. La maternidad, la violencia, el patriarcado, la ciudad y la relación con el propio cuerpo son algunos de los tópicos que se desarrollan en cada puesta, siempre al aire libre, en espacios donde la cercanía con el público es un elemento clave del encuentro.

Vanessa Vasquez, Tania Quipildor, María Galán y Silvia Gallegos son las cuatro actrices que circulan por el espacio mientras manipulan objetos con los que tejen y entraman las historias.

Renata Kulemeyer. Foto: Eli Portela

«La obra nació hace doce años. En todo ese tiempo, pasó por todas las vicisitudes de la vida de las mujeres del grupo», contó Kulemeyer a El Submarino Diario.

Vanessa Vásquez fue quien propuso la idea original. A partir de allí se conformó el grupo y cada una de las integrantes eligió un tema. «A partir de la idea, propuse improvisaciones, deconstrucciones y juegos para vincularlas a ellas como actrices. De ahí surge la lógica de construcción de la escena en capas escénicas», repasó la directora.

«En un momento, eran cuatro monólogos. Entonces decidí asignarles un carácter a cada una», continuó. Así se delinearon las cuatro líneas por las que transitan el texto y la acción: la mujer y su cuerpo; la mujer y la ciudad; la mujer «de la casa», y la mujer viajera.

En la segunda etapa de trabajo se incorporaron Daniela Delfín, a cargo del sonido, las luces y la música; Laura Vaquer, que diseñó y realizó los objetos y el vestuario, y Raquel Alancay, que se ocupó de la difusión y el registro.

En el largo camino de construcción de la obra, Kulemeyer participó en 2017 de un encuentro de directoras que se hizo en San Salvador de Jujuy. Esa experiencia fue clave. «Allí se habló del rol de la mujer como directora. Cómo hacerlo de manera despatriarcalizada, con otros ritmos, otros tiempos y otras formas», detalló.

¿Y cuál es la característica de la dirección a cargo de una mujer? «A través del diálogo y la propuesta, y no de la orden. La directora no decide todo. Se trabaja con las actrices, se intenta que sea más horizontal. La escucha y la percepción hicieron que fuera todo distinto para mí, porque me dio la posibilidad de reflexionar y construir en ese sentido», reveló.

«Hombres y mujeres disputan metro a metro, con distinta suerte, su derecho a la ciudad. La ciudad para el que pasa sin entrar. La ciudad para el que está preso de ella, en ella y no sale. La ciudad a la que se llega por primera vez. (…) En esta ciudad te podés morir y nadie se va a enterar».

Foto: Flor Rivero

La directora y docente define a «Cara i luna» como «un collage hecho de piezas que no pretenden encajar sino danzar».

Si bien en doce años de maduración hubo cambios, la puesta siempre estuvo pensada para espectadoras mujeres, en espacios comunes, en el patio de una casa a la que se invita a otras mujeres, en intimidad y proximidad. «La mirada de las espectadoras y la devolución es muy importante. Al final saludan, preguntan. Se sienten interpeladas, reflejadas, algunas con ternura, otras con dureza», señaló Kulemeyer.

En 2019 la obra estaba lista para su estreno. Las demoras lógicas en estos procesos derivó en la pandemia, hasta que en 2021, y cumpliendo con los protocolos sanitarios, se presentó por primera vez, el 7 de marzo, en la casa de Silvia Gallegos.

Desde entonces, anduvo de recorrida. En el marco del programa nacional Argentina Florece Teatral, se presentó en Maimará, en la plaza principal del pueblo. «Fue como un regalo, por el entorno», recordó Kulemeyer. Y explicó: «Al tratarse de una obra performática, el cambio de espacios influye mucho. La obra crece, cambia, surgen nuevas capas de sentido. Entre las espectadoras había mujeres feriantes, perros. Y pese a lo majestuoso del lugar, se dio mucha intimidad».

También se hizo una presentación para la ONG Juanita Moro, que se dedica a mujeres en situación de violencia de género. «Hubo mucha emoción y conmoción en esas mujeres. Fue muy valioso para todas», definió la directora.

«Quién será esta persona que nació, que está acá. Que ya es alguien que va a tener su historia, su forma… un nombre…»

Foto: Flor Rivero

Una de las cuestiones que aparecen en la obra es una idea de maternidad no edulcorada, alejada de los clichés tradicionales. Es una de las características que se fueron construyendo en el proceso de creación. Porque a todas las mujeres que integran el grupo le fueron pasando cosas.

«Al principio era más parejita. Pero al pasar los años y al pasarles cosas a estas mujeres, fue cambiando. Y las situaciones que atravesaban tenían que estallar en contrastes. Contrastes como que alguien muere y al lado hay una fiesta. La idea es ver lo que no queremos mirar», detalló Kulemeyer.

«Hace diez años, hubiera sido otra obra, más estructurada -continuó-. Redondita, digamos. Pero los años que pasaron fueron necesarios, al igual que todo lo que nos pasó a nosotras como mujeres. Fue un gran aprendizaje todo este tiempo, como sociedad y como personas individuales. Se trata de poner el cuerpo».

Foto: Eli Portela

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