Cuba: Del “Comandante en Jefe, ordene” a lo “Aprobado por la mayoría”

Por Charles Romeo, en Segunda Cita. Difícilmente quienes no hayan vivido la experiencia de estos sesenta años de proceso revolucionario cubano en el interior de Cuba, podrán comprender la idea que pretendemos transmitir con ocasión de la aprobación ampliamente mayoritaria –por más del 85 % del electorado que votó  y un 75 % del padrón electoral nacional–, de una Nueva Constitución de la República de Cuba por los propios cubanos.

Ante todo, para entender a cabalidad la significación de una expresión política devenida –de hecho la esencia de un sistema político en una sociedad que se ha tenido que cambiar, como eso de “Comandante en Jefe, ordene”, que ha regido durante sesenta años–, hay que haber vivido la experiencia del combate político y hasta militar bajo la dirección de un Líder que tenía toda la confianza de sus seguidores. ¿Por qué? Porque logró convencer a la  inmensa mayoría de su pueblo de que era posible lograr lo que aparentemente parecía imposible a casi todos, descubriendo lo que había que hacer en cada momento. Primeramente, cómo para lograr un objetivo político había que derrotar a 80.000 miembros de las fuerzas armadas oficialistas cubanas, a pesar de haber quedado reducidos los revolucionarios 25 meses antes a sólo 12 hombres con 7 fusiles. Y después de lograrlo, cómo plantar cara al imperio más poderoso del mundo, del cual se había dependido casi totalmente  hasta entonces, y  hacer valer por primera vez la independencia nacional en todos sus aspectos, hasta el punto de atreverse a cambiar la división geopolítica del mundo, acordada por las grandes potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial y establecer el socialismo a solo 90 millas de los EE.UU.

La nueva realidad revolucionaria cubana fue un nuevo concepto llevado a la práctica de lo que se entiende por humano, como expresión de la manera en cómo los hombres viven en colectivos sociales y que, como toda decisión, implica inevitablemente negar las otras eventualmente posibles. Y es normal y lógico entonces que en ese campo haya concepciones diferentes y hasta contradictorias. Por ello, la consigna devenida en los hechos debió formalizarse de manera tal que siempre primara la unidad de criterios –si no total al menos mayoritaria–, lo que se logró adoptando el diseño del partido político único creado por Lenin, el comunista, en el que las minorías aceptan lo que decide la mayoría.

La prueba del pudín es poder comérselo, dicen los ingleses, y en ese sentido los cubanos se lo han estado “comiendo” durante sesenta años, hasta que sucedió algo inevitable pero esperado: nada menos que el desgaste vital del Comandante en Jefe y hasta del único que podía realísticamente sucederle como tal mientras pudiera, su compañero de lucha y hermano Raúl Castro, también miembro de los Dirigentes Históricos de la Revolución, a quienes  les ha afectado el mismo destino inevitable: la edad.

La Cuba Revolucionaria, ya llegando a su etapa sin Dirigentes Históricos, debe resolver la problemática de su destino entre y por todos los cubanos, ya sin Comandante en Jefe posible. Es inevitable y necesario un cambio real del sistema político vigente y eso es precisamente lo que se ha logrado establecer con la nueva Constitución de la República. Ya sin la referencia común que solía existir cuando regía y actuaba el Comandante en Jefe, es absolutamente normal que aparezca la variedad de opiniones que lleva también a diferentes conclusiones y proposiciones del quehacer. Y en esas condiciones devenidas ya normales y esperadas, se trata de salvar el criterio indispensable de la unidad nacional ante las agresiones externas y la necesaria unidad de acción al interior, para desarrollar el país mediante un sistema socialista más eficiente que el logrado hasta ahora. Partido Único, pero no sectario sino que abierto, con la inevitable diversidad de criterios y opiniones en su interior, y el acuerdo de que finalmente las minorías deben aceptar lo decidido por la mayoría.

Ya empezamos: de cuatro cubanos, tres al menos votaron por la Nueva Constitución de la República. Se ha impuesto una muy amplia mayoría.

La Habana, 26 de febrero del 2019

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