Denuncian a Baca por violar la integridad sexual de una ex funcionaria del gobierno (Video)

Por Alejandra Dandan (https://www.elcohetealaluna.com/)

El presidente del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy, Pablo Baca, violó a la ex directora de Estadística y Censos de la provincia, Ana Juárez Orieta, quien el viernes por la noche presentó la denuncia en la comisaría de la mujer de Jujuy.

La violación ocurrió en agosto de 2019 en el estudio jurídico de Baca, quien entre 2016 y 2018 mantuvo una relación de pareja con la mujer. Cuando ella puso fin a la relación, porque él seguía casado y se tornó cada vez más violento, comenzó a amenazarla.

En agosto pasado la citó en su estudio con el pretexto de entregarle unos papeles comprometedores para el fiscal de Acusación Lello Sánchez. La hermana de Ana, Débora Juárez Orieta, es legisladora provincial. Una vez en el estudio de Baca, no le dio papeles, se bajó la bragueta, la golpeó y le tiró el pelo para forzarla a abrir la boca, hasta que eyaculó en su cara.

Además le lastimó el ano con sus dedos. Quien recibió su denuncia en la comisaría de la mujer fue un hombre, que la obligó a repetir tres veces lo sucedido, con la ventana abierta para que se escuchara desde la parada de colectivo frente a la dependencia, hasta que accedió a tomar nota de los detalles.

Insistía en preguntarle por qué tardó cinco meses en denunciarlo. Ante la respuesta obvia, el policía preguntó si ya no sentía miedo. Ella respondió que sí, pero que no quería seguir viviendo en la oscuridad. Baca la amenazó con mandarla presa o hacerla aparecer flotando en el río.

Ana Juárez Orieta es quien habla con Baca en los audios que publicó El Cohete a la Luna, en los que dice que la justicia provincial es manejada por el gobernador Gerardo Morales. Su estremecedor testimonio fue grabado por Alejandra Dandan y lo que sigue es su transcripción.

– ¿Qué dice la denuncia y por qué la presentaste?

– Anoche pude hacer finalmente una denuncia contra Pablo Baca por lo que me hizo en agosto de 2019. No lo hice en ese momento porque tenía miedo, y sigo teniendo miedo. Pero lo hice porque no puedo vivir ya con esto y porque sé que lo que me hizo, se lo pudo haber hecho a otras mujeres. Te voy a contar desde un principio. Desde finales de 2016 y hasta 2018 yo tuve una relación con él, amorosa, de pareja, él es un hombre casado, pero me dijo que tenía una relación aparente. Que en realidad seguía con la esposa por la función que tiene. Es juez del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy, en ese momento era juez, ahora es presidente del STJ. También, eso me dio el coraje porque ahora tiene más poder. Nosotros teníamos una relación, y empezamos a salir, y él tenía esa imagen de hombre culto, y eso me atrajo. Al final, quise dejarlo porque empezó a cambiar. No era como al principio, se empezó a poner violento en la manera que teníamos de relacionarnos, cuando no estábamos juntos, cuando yo no quería estar con él, o le decía que no podía verlo. Empezó a maltratarme, cambió. Decía que era un juego. Que yo era una nena mala, y entonces jugaba, según él. Yo le decía: Vos me lastimás. Pablo Baca es una persona de contextura física grande. Yo mido un metro sesenta, soy delgada. Entonces, siempre me decía lo mismo: Nena mala, no le hace caso a su papi.

—¿Cuándo empezó ese cambio?

—Hacia junio, julio de 2018. Se empezó a poner más violento, posesivo. Me preguntaba dónde estaba, por qué no atendía el teléfono. Y tomé la decisión de dejar de verlo. Me di cuenta que no iba a llegar a ningún lado con él. Viajábamos, nos íbamos de viaje afuera de Jujuy. Nada me hacía pensar que no era verdad que tenía un matrimonio aparente. Pero tomé la decisión de dejarlo, pero se puso peor, y cada vez que espaciaba más los momentos de vernos. Costó, pero fui alejando vernos. Y en una oportunidad lo llamé para decirle que no nos viéramos más, que quedáramos de amigos. Siguió llamando. Y me dijo que es lo que me iba a pasar si no lo veía. Que lo iba a conocer. Después entró en razones, y nos dejamos de ver. Pasó tiempo, me siguió mensajeando, llamándome y yo no lo atendía. Yo decidí armar mi vida de nuevo, y empecé a tener una pareja nueva en mayo de 2019. Nos cruzábamos. Él toma los exámenes para los jueces que van a empezar con el cargo. Y los toma en la Legislatura. Y yo ayudo en la Legislatura a mi hermana. Soy docente, y trabajo en la Legislatura. Lo cruzaba, y trataba de que no me viera. En agosto (de 2019), nos cruzamos, y nos mandamos mensajes. Me dijo que nos veamos. Le dije que yo tenía pareja, que me había puesto de novia. Le pregunté para qué. Me dijo que era para charlar. Le dije que no. Y él insistió.

La cuestión es que me llamó al día siguiente, el 23. Yo soy hermana de Débora Juárez, que es diputada. Él me llamó y me dijo que tenía unos papeles de un fiscal, el jefe de los fiscales, para darme. Y yo le dije: “Pero si es tu amigo”, para qué me daría los papeles. “Porque es un pelotudo, es un drogadicto de mierda, ha hecho cagadas, estoy harto de taparlo”, me dijo él. Y yo, que nos viéramos en algún lugar. Me dijo que no: yo soy público, vos también. Le dije que nos crucemos en un auto. Me dijo que no: Veni a mi estudio. El tiene un estudio en la calle Senador Pérez. Le dije, en el estudio no: Pablo, no voy a ir al estudio, porque no va pasar nada, ¿no? Y él: No, Ana, mamita, querida, cómo va a pasar algo, si somos amigos. ¿Pero no va a pasar nada, Pablo, no ?, dije. Y él dijo que no. Yo sabía que no tenía que ir. Algo me lo decía. Pero fui, le mandé un mensaje. A las cinco, me dijo que estaba. Me dijo estoy acá, tengo lo que querés.

(En todo el relato que sigue, Ana habla y llora. Y llora en ocasiones todavía más.)

–Algo me decía que no tenía que entrar –sigue—. No tendría que haber entrado. No tendría que haber entrado, pero entré –dice de nuevo, llora–. Toqué timbre, subí por la escalera. Está en el primer piso.

–¿Estaba solo?

–Estaba en la puerta del estudio, me estaba esperando, con la puerta abierta. El estudio tiene como una habitación en la entrada, que tiene un escritorio. A mano izquierda tiene una mesa con sillas, parece ser una cocina, y tiene un pasillo. Entré y me abrazó. Me acerqué para saludarlo, para darle un beso en la mejilla, y me dio un beso en la boca, o intentó. Entonces, lo aparté. Y le dije: Pablo, hemos dicho que no iba a pasar nada, ¿no? ¿Tenés los papeles? Sí, aquí tengo, dijo y me abrazó de nuevo. Él es muy grandote. Y me volvió a dar un beso en la boca, y lo volví a apartar con la mano, dale, si vos querés, dijo. Para eso viniste. «Yo vine por los papeles, Pablo», le dije.  Y él: Pero vení, vení —dijo, y me señalaba el pasillo. Y le dije: me voy si no me vas a dar los papeles, y me agarró del pelo. Y con la otra mano, me agarró de la cintura y me llevó alzando. Y ahí, hay una habitación que tiene un sillón grande, que tiene las manijas de madera. Un sillón naranja. Puedo decir exactamente todo lo que hay ahí —dice… y llora—, porque no me lo puedo sacar de la cabeza… No puedo.

–Vas a poder.

–Cierro los ojos y veo todo… Y… Me llevó hasta ahí, y me tiró en el sillón. Y me golpeé la cabeza con el borde de madera de ese sillón. Y le dije: ¡Pablo!, me lastimaste. Calmate. No sos así. Y me agarró del pelo, me levantó del sillón, y me puso en el piso. Y con una mano, me tenía agarrada del pelo, me arrancó el pelo, y me puso de rodillas, y con la otra mano se soltó el cinto, y se bajó la bragueta… Y me llevó la cara. Y… yo, no quería abrir la boca. No quería abrir la boca.. Y entonces, me tiró más del pelo. Y me pegó en la cara, y me dijo: abrí la boca, nena mala, abrí la boca, ¿sabés lo que les hago a las nenas malas? Dijo, chupala… Y entonces… Nunca dejé de decirle que no, Alejandra, nunca dejé de decirle que no, te juro… Yo no quería. Y entonces, me dijo… no estás haciéndolo bien. No lo estás haciendo bien. Y me levantó del pelo desde el piso, y me tiró de nuevo en el sillón. Y me apoyó la cabeza contra el sillón… y me pidió que me ponga sobre los brazos. Me dijo, vení. Y hacé lo que vos sabés que tenés que hacer…

–No hace falta que cuentes todos los detalles.

–Yo lo quiero sacar de adentro mío… lo quiero sacar. Lo quiero sacar.

–Contalo si te hace bien.

–Y entonces, yo, en ese momento, lo único que pensé era en mi hijo. Él ya me había dicho antes, cuando todavía estábamos juntos, cuando se ponía violento, que él podía hacerme lo que quisiera. Y pensé que me iba a matar, porque me lo había dicho. Y como no podía terminar, me bajó al piso de nuevo… Me agarró, y metió la mano adentro de mi ropa. Metió la mano adentro de mi bombacha, y metió los dedos… Y, me lastimaba. Porque él tiene la mano muy grande… Y le decía que no, que no siga, que me estaba lastimando. Y él decía: nena mala, nena mala. Tres días me salió sangre… Como no podía terminar, me bajó al piso de los pelos de nuevo.. Y se empezó a masturbar con la otra mano… Y me eyaculó en la cara. Me dijo, ahora te lo vas a tragar. Él sabe que no me gusta. Y me dijo: ahora te lo vas a tragar, y me agarró del cuello, y me hizo que lo pase por la mano, y lo meta en mi boca. Entonces, me soltó y me dejó tirada en el piso, él se sentó en el sillón. Nunca se sacó los pantalones del todo, los tenía en el tobillo. Se sentó así, desnudo, en el sillón. Y me dijo: si vos hablas, te voy a hacer cualquier denuncia o vas a aparecer flotando en el dique. Yo no le dije nada… Me levanté y me fui al baño. Al frente de la habitación había un baño. Me lavé la cara, y acomodé la ropa. Me dijo: ya sabés, no le digas a nadie, ni a tu hermana, ni a nadie, vos sabés quién soy yo. Le pedí que abra la puerta, y me dijo: la llave está ahí, por encima de ese escritorio. Y me fui. Y tuve miedo. Mucho miedo…  Y sigo teniendo miedo. Y lo hago ahora porque cuando vi que él asumió tanto poder da miedo. Lo hago porque lo que me pasó a mí le debe haber pasado a otras mujeres, o les puede pasar.

(NdR: durante las charlas, Ana dijo que también lo hizo apuntalada porque vio a otras mujeres de la provincia, en el ministerio de Trabajo, que denunciaron al titular de esa cartera, una denuncia que terminó obligando a Gerardo Morales a sacarlo. Y también porque la difusión de los audios comenzó a mostrar que Baca iba a empezar a cumplir con esa amenaza que, en ese momento, también incluyó hasta alejarla de su hijo. Aquel día, cuando ella salió del estudio, efectivamente no habló. Estaba en pareja. A su pareja sólo le había dicho que tenía que reunirse con una persona que iba a darle unos papeles importantes. También le dijo que tenía mala espina. Pero era importante ir. Los papeles iban a servirle a su hermana Débora Júarez para defenderse en una causa que le había iniciado el fiscal general Sergio Lello Sánchez. Por eso, Ana corrió el riesgo. “No le había dicho a nadie que estaba ahí –dice ahora—, si me pasaba algo nadie sabía dónde estaba, con quién y dónde”. Cuando se fue, evitó ver a su pareja. Llegó a su casa. Se bañó. Y le mandó un mensaje para posponer el encuentro, no quería que la viese marcada. Él insistió. Se vieron. “Yo tenía lastimada la cabeza, tenía marcas en el cuello —dice—, y él me preguntó que pasó: le dije, pero no le dije todo en ese momento, era mi pareja, no le dije”. Sí le dijo que había ido a ver a Pablo Baca, que era él con quien mantuvo el encuentro en el que «nunca estuvieron esos papeles, era mentira –dice ahora—, cómo no me di cuenta”. A su pareja sólo le dijo que Baca se había propasado, y que ella se defendió. Y sólo después de muchos meses pudo hablarlo con algo de claridad. Para entonces, lo había dejado porque no podía mantener más contacto íntimo. Cuando logró contarle las razones verdaderas del efecto del encuentro con Baca, aquella pareja le dijo que debía hacer la denuncia. Ella dijo que no. Aquí lo explica.)

–Es un juez, dónde vamos a hacer la denuncia, tiene mucho poder, le dije. Y le dije que no hiciera nada. Yo se lo pedí. A la larga, terminó nuestra relación y nunca más volví a estar con nadie porque realmente, esto me metió en la oscuridad. Y si hago la denuncia ahora porque tengo miedo, pero tengo un hijo. Y siempre le digo a mi hijo que el miedo se ha hecho para vencerlo. Mi hijo le tenía miedo a la oscuridad. Y entonces, nos quedábamos a oscuras agarrados de la mano. Y yo le decía: Ves que no pasa nada, hijo. Y yo, desde agosto vivo en la oscuridad. Hice la denuncia porque no quiero estar más ahí. Por eso, pero yo tengo miedo… Del poder de él, y de lo que me pueda hacer: de que aparezca flotando en el dique. O me haga una denuncia como me dijo ese día: o vas presa, o tu hijo no te va a ver más. A nadie le dije. Y eso fue lo que hice hasta ahora. Ayer hice la denuncia, y cuando terminé, respiré. Sentí como si hubiese estado abajo del agua, y sentí, y a pesar de que es terrible la manera en que te tratan cuando hacés una denuncia ahí, sentí que había tomado aire. Y creo que por eso te lo cuento, Alejandra, porque quiero dejar de tener miedo. No quiero que le pase a otras mujeres. Y quiero que si le pasa a otras mujeres se animen a decir la verdad. Que salgan. Porque es horrible estar así. Es por eso.

–Ana, Baca te empezó a nombrar en los últimos días. ¿Eso fue también lo que te hizo hablar? ¿A partir de los audios?

–Él está cumpliendo su amenaza. Él me dijo que me iba a denunciar, que me iba a meter presa, y después me dijo que me iba a matar, sí: él está cumpliendo con lo que dijo. Eso me dio fuerza. Él me mencionó sobre los audios. Mi teléfono graba. Graba desde siempre. Y él lo sabía, siempre supo que grababa. Es más, yo le dije en varias oportunidades: Pablo, no hablés por teléfono, porque yo puedo perder el teléfono. Es más, él perdió un teléfono. Y me lo contó livianamente. Y yo: Pablo, perdiste un teléfono, tenés que estar preocupado, es peligroso. Y él dijo, qué me va a pasar a mí. El siempre supo que mi teléfono grababa. Y lo hacía porque por complicaciones laborales, yo tuve amenazas, atentados. Y uno de los fiscales que tuvo la investigación de uno de los atentados, me dijo: ponga una grabadora en su teléfono porque de la amenaza no queda el registro. Por eso mi teléfono graba, y graba desde 2016. Siempre graba. Y Pablo lo sabía. Y él me mencionó en los medios periodísticos.

–Te mencionó como si todo esto fuera parte de una planificación.

–No puede hablar planificación, si yo era funcionaria del gobierno. En ese momento, yo era funcionaria del gobierno. ¿Qué iba a planificar? Si yo fui funcionaria hasta enero de 2019. Y él, él me nombra. Él hace público mi nombre, él lo hizo porque él es impune. Es impune.

–¿Por qué nos diste los audios? ¿Fue un primer paso, con la voz protegida de todas maneras?

–Él tiene mucho poder. En los audios se lo escucha. Él es absolutamente impune. Tiene todo el poder. Él hace pública la relación íntima. Y para nada, en esto, hay algo político. Para nada hay algo político. ¿Cómo puede haber algo político? Pero él es impune. Es él que me menciona. Y esos audios de alguna manera muestran cómo es. Es imposible haber hecho una denuncia en ese momento. Cómo, ¿a quién?

–¿Eso te preguntaba ayer el hombre que te tomaba la denuncia?

–Sí. ¿Por qué no hizo la denuncia? ¿Te das cuenta de a quién le estoy haciendo la denuncia? A un juez del Superior Tribunal. Poderoso. Y el policía me dijo: sigue siendo juez, ¿por qué hace la denuncia ahora? Le dije porque me cansé de tener miedo. Porque no quiero seguir así. Y porque ahora tiene más poder todavía, y es más impune. Si pudieras ver su mirada cuando estaba sentado en el sillón, ni siquiera estaba nervioso por lo que acababa de hacer. No me la voy a olvidar nunca a esa mirada. Tengo fotografía en mi mente de todo lo que pasó. Y espero que sirva para que no le pase a otros.

–Cuando decís tiene amigos poderosos, hay que pensar que está sentado en una trama sostenida por la Casa de gobierno jujeña, Morales. Y él va contando en los audios que es parte del mismo equipo del fiscal general. ¿Podes contar algo de cómo era ese vínculo?

–Yo te digo que es impune y poderoso, por lo que él me decía. Él me decía que era amigo de Gerardo, que Gerardo le decía lo que había que hacer, que Lello era un drogadicto, pelotudo. Que era el verdugo de Gerardo. Y yo le decía a él, pero Pablo, ¿es tan así? Por qué no lo hablás. Y él me decía: nadie lo contradice, no lo voy a contradecir yo. Él me decía todo eso. Y no tenía por qué no creerle. Vos lo escuchás en los audios.

–¿Gerardo le decía qué hacer? ¿Tenía incidencia en lo que laburaba él? ¿O los vocales?

–Él me decía que iba a la Casa de Gobierno, que hablaba con Gerardo. Y me decía: estos pelotudos, que hacen cagadas. Y yo le dije: Pero por qué no hablás con él, y él me decía, pero nadie lo hace entrar en razones.

—Vos misma tuviste tu propia experiencia como funcionaria del gobierno, cuando te fuiste de la Dirección Provincial de Estadística y Censo (Dipec), por una situación de números.

–Yo me fui de la Dipec porque no quise tocar los datos estadísticos. Porque yo considero que las estadísticas salvan vidas, y el gobernador quería que las cambie. Y me dijo (Morales): Vos sos funcionaria del gobierno y tenés que hacer lo que yo te diga. Y yo le dije: No lo voy a hacer. Y dijo: Si no lo vas a hacer, te vas. Y me fui. Renuncié. Yo no toqué los datos. Y después Morales hizo una conferencia de prensa, llamó a toda la prensa oficial, toda la prensa, y dijo: ella no renunció, yo la eché por inepta. Y después se metió en el despacho, y volvió a salir, e hizo que todos los periodistas apaguen las cámaras. Y dijo: la verdad, es por una cuestión política, no es que haya sido inepta, era excelente. Pero lo que salió en todos los medios de prensa fue lo otro.

 –Vos tenés una trayectoria en estadísticas importante. ¿Estuviste trabajando diez años para Naciones Unidas?

–Sí. Yo trabajé para organismos de Naciones Unidas durante diez años. Renuncié a mi trabajo para venir a ser funcionaria en Jujuy, en diciembre de 2015, porque yo sigo pensando que las estadísticas salvan vidas, que diseñan políticas públicas, que hacen ver a los que gobiernan para poder solucionar lo que le pasa a la gente. Y dejé mi trabajo porque estaba convencida, en aquel momento, que la provincia necesitaba salir adelante, y yo podía poner mi granito de arena. Estuve diez años en organismos internacionales, y Gerardo Morales con su conferencia de prensa lo que trato, es de echar por el piso toda mi trayectoria, eso hizo con todo el poder que tiene.

–Lo que contás sobre Baca me hace acordar a lo que cuentan muchas de las víctimas de violencia de género o incluso quienes trabajan en femicidios. Que el ciclo de violencia se termina de disparar cuando la mujer se empodera, muchas veces intenta separarse, y eso hace que el hombre avance y busque poseerla a través de la violencia. La diferencia es que esta persona está en un lugar de poder, además diciendo qué está bien y qué está mal. Imagino que esta situación, como vos lo dijiste, te hizo meter todo esto dentro del cuerpo. Tenes ganas de decir algo más.

–Lo único que quiero decirte, Alejandra, es que te agradezco por dejarte contar lo que me pasó. Para que no le pase a otras mujeres, porque no quiero que les pase. Y yo estoy segura que les ha pasado a otras, esto mismo, con otra gente de acá, con otros funcionarios. Que se animen a denunciar, que no vivan en la oscuridad. Que sí se puede sacar de adentro esto. Por eso lo hago, solo por eso. No quiero que le pase a otras. De verdad no quiero. Es una pesadilla, una pesadilla.

–Seguramente empezaste a respirar.

–Anoche entramos a las ocho y media de la noche o nueve, a hacer la denuncia. Me acompañó un amigo. No fue como abogado, es mi amigo. Y el tipo no escribía lo que decía. Donde me tomaron la declaración, había una ventana pegada a la calle. Había una parada de colectivo, la ventana estaba abierta, y la gente estaba escuchando lo que decía, y me miraba. Tres veces tuve que decir lo mismo para que pueda quedar en la denuncia lo que había pasado realmente. Y cuando terminé, respiré. Y dije, lo hice. Y mi amigo me agarró la mano. Realmente respiré. Espero que esto que estoy haciendo, la denuncia, contándole a vos, le permita a otras mujeres poder respirar. Poder sacarselo. Y hacer la denuncia. Es por eso que lo hago. Sí, empecé a respirar. Lo que no quiere decir que no tengo miedo. Por mí y por mi hijo, porque él empezó a cumplir sus amenazas. Él empezó a cumplir, hizo denuncias. Es lo que siempre decía. Al final de la relación lo que dijo ese día. Así que lo único que queda es que siga con sus amenazas y aparezca flotando en el dique. Quiero antes, si me pasa eso, que sepan lo que me hizo…. ¡Que sepan lo que me hizo! Que si yo no estoy más, sepan lo que él me hizo.

(NdR: Ana habla y llora. Y vuelve a hacerlo.)

–Y sepan que es él. Yo soy profesora. Y salía de una de las escuelas, y cruzó una persona que no conozco. Se paró delante mio y me dijo: Tené cuidado con lo que hacés. Le dije: Perdón, no lo conozco. Pablo es nuestro amigo, tené cuidado con lo que hablás. Y no quiero seguir así. Quiero que sepan lo que me hizo. Quiero que no le pase a nadie más. Porque es horrible. ..

–Gracias.

–Quiero agradecer que me permitas contarlo. Ya no me importa lo que me haga. No me importa porque ahora se va a saber lo que me hizo. Quiero que mi hijo sepa que su mamá cumplió: que el miedo se hizo para enfrentarlo… Que es lo que yo le enseño a él. Y que si me pasa algo, que sepa que su mamá enfrentó el miedo.

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