La historia había empezado tiempo atrás, con una mujer que puso fin a su relación de pareja porque era víctima de violencia de género. Pero el hombre, como suele ocurrir con los violentos, no se rindió.
César Gerónimo tenía 21 años. No se resignaba a la ruptura, por lo que buscó a su ex novia hasta encontrarla, en medio de la noche, caminando por la calle con una amiga. La discusión fue subiendo de tono hasta que el muchacho comenzó a pegarle a su ex. La amiga reaccionó como pudo y lo golpeó con una piedra.
Gerónimo fue por sus medios al Hospital Jorge Uro, donde quedó internado por algunas horas. Después se fue a su casa y se fue a dormir. Nunca despertó. De acuerdo a las pericias, falleció a causa de un traumatismo encéfalo craneano grave.
Ante los hechos, la justicia detuvo a la joven y la imputó del delito de “homicidio preterintencional”, ya que no habría tenido intensiones de matar.
La violencia de género mata, dice una de las consignas de la lucha contra este flagelo. Si no es denunciada a tiempo, si los violentos no son apartados de sus víctimas y tratados en su conducta, se multiplica la tragedia.