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Dos testigos sobrevivientes de la dictadura reconocen el Centro Clandestino en la policía

El anterior edificio del Departamento Central de Policía de Jujuy, fue reconocido por dos testigos sobrevivientes como el mayor Centro Clandestino de Detención de los que funcionaron en la provincia durante la última dictadura cívico militar. Fue durante una inspección ocular que se realizó este jueves en el marco del juicio por delitos de lesa humanidad, en la que se hallaron además documentos policiales de los años de la represión.

Los procesados son 15 represores de diferentes fuerzas de seguridad que están acusados de los delitos de privación ilegítima de la libertad, tormentos, violación de domicilio y homicidio, de 17 militantes del Partido Comunista, de los cuales, nueve siguen en calidad de detenidos desaparecidos. 

El primer testigo fue Juan Bosco Mecchia, quien relató: «Faltan siete meses para que se cumplan 40 años de que me secuestraron». Contó que sufrió varias detenciones, la primera entre los años 1974 y 1975, y que fue interrogado por el comisario Ernesto Jaig en las oficinas del Comando Radioeléctrico, que estaba ubicado en la parte posterior del cabildo, sobre la calle Alvear.

Mecchia recordó que entraron y salieron por ese sector cuando los trasladaron al penal de Gorriti, y precisó que estuvieron 15 días en una «cuadra grande», donde por las noches les «tiraban colchonetas», no tenían visitas y solo una comida por día.

Recordó que frente al lugar donde permanecían se situaba la oficina del comisario Vilte, encargado de los interrogatorios.

Otros detenidos con los que compartió su encarcelamiento fueron los hermanos Sanabria, Lazarte «y un profesor peruano que sacaron una noche y nunca lo volvimos a ver”, evocó Mecchia, y señaló que los militantes comunistas de Tumbaya le habían comentado que habían sido torturados.

Juan Noguera, que fue detenido en abril de 1976, reconoció la celda en la que estuvo detenido junto a otras 30 personas a quienes a medida que les tomaban declaraciones los iban liberando, salvo a él y a Vicente Cosentini.

Recordó al subcomisario Julio Rodríguez como la persona que lo torturaba y ubicó: «Golpeaban y torturaban en el lugar donde estaba la Escuela de Policía y el Servicio de Inteligencia estaba en lo que luego fue Bomberos».

Antes de finalizar la inspección, la abogada querellante María José Castillo solicitó al Tribunal autorización para recoger unos documentos que se observaban en uno de los salones, correspondientes a los años de la represión, pedido al que adhirieron las demás querellas sin ninguna oposición por parte de las defensas.

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