El programa de equinoterapia para chicos con discapacidad se quedó sin espacio donde continuar

La Sociedad Rural Jujeña rompió su acuerdo con la Fundación Jujuy Caminemos Juntos, que hace cinco años viene llevando adelante un programa de inclusión y rehabilitación para personas con discapacidad, que tiene como eje la equinoterapia. Los caballos entrenados especialmente para ese fin son utilizados ahora para recreación y salto. En tanto, un centenar de chicos humildes con discapacidad esperan que el programa se reactive.

Los problemas empezaron con el cambio de la comisión directiva de la SRJ, que retuvo fondos y se quedó con instalaciones y elementos imprescindibles para continuar la actividad. «Durante mandato de Gabriel Macina hemos llevado adelante este proyecto. En un principio era solo equinoterapia; después lo ampliamos y lo hicimos más inclusivo, porque hay personas con discapacidad que jamás van a poder montar un caballo», relató a El Submarino Radio (FM Conectar 91.5) Miguel de los Ríos, presidente de la Fundación Jujuy Caminemos Juntos.

En estos cinco años, construyeron en la SRJ uno de los centros de rehabilitación más importantes que tiene la provincia, con la única pista cubierta del NOA. Lo hicieron con el apoyo de la municipalidad, del Concejo Deliberante, de empresas, de la Cámara del Tabaco, de la Asociación de Trabajadores Judiciales y muchos más.

«Este proyecto ha tenido resultados maravillosos en muchos de los casos, y en otros diría que casi milagrosos. Nosotros mismos no podíamos explicar lo que veíamos o lo que nos relataban los padres», contó De los Ríos, y explicó que si bien la equinoterapia es esencial, es solo una parte de la terapia que llevan adelante.

Como la fundación no tenía personería, las donaciones y toda la actividad se registraban a nombre de la Sociedad Rural. La idea era que, una vez obtenida la inscripción, todo pasaba a la fundación. Pero eso no se cumplió nunca.

«El anterior presidente, Gabriel Macina, ha desarrollado una excelente tarea en la Sociedad Rural, la recuperó, la abrió a los chicos con discapacidad. Si él no hubiera colaborado, si no me hubiera acompañado, nada se hubiera hecho. Él sabía que era obra nuestra. Digamos que estábamos subrogando un vientre. Pero al asumir las nuevas autoridades, con Fernando Casares al frente de la institución, empezamos a tener problemas», relató De los Ríos.

Uno de los problemas más serios fue con los animales. «Nosotros tenemos caballos muy mansos, preparados para equinoterapia, que son de la Sociedad Rural. Al ver que eran tan mansos, algunos socios quisieron usarlos para sus hijos. Pero un caballo preparado para equinoterapia no se puede usar para ninguna otra cosa. No se lo puede castigar, se lo trata con cariño, se lo premia, y el caballo empieza a acostumbrarse a las personas con discapacidad. Se da un sentido de pertenencia. Cuando aparecían los chicos, los caballos se acercaban solos a ser acariciados y alimentados», describió.

Así fue que empezaron a querer usar estos caballos para salto. «Pero eso no es natural -dijo De los Ríos-, porque para que el caballo salte hay que castigarlo».

La cuestión de los animales, que no es menor, no fue el único problema. Hubo también manejos opacos con el dinero destinado a la fundación. «Desarrollo Social de la Nación nos dio en 2017 un subsidio de un millón de pesos para la compra de equipamiento. Lo entregó a nombre de la Sociedad Rural, que empezó a devolver la plata un año después, sin intereses. Terminó de pagar la última cuota en enero», detalló.

También en enero pasado la SRJ repuso una donación de 98 mil pesos que un empresario había entregado para la fundación.

El programa de rehabilitación de la fundación se desarrolla con el trabajo de 16 profesionales. Parte de ellos cobran como capacitadores en el Ministerio de Educación; el resto, cobran honorarios que se sostienen con donaciones y aportes solidarios. «La Sociedad Rural retenía los honorarios de los terapeutas. Para cobrar, fueron presionados a firmar un comodato», reveló De los Ríos.

«La Sociedad Rural se quedó con lo que nosotros armamos. Los corrales, la pista a cielo abierto, los baños adaptados, las rampas de cemento. A la pista cerrada le retiraron la cubierta que donó Ejesa y la escondieron. En diciembre fui y saqué lo de más valor, los equipos de sonido y otras cosas. Pero me robaron cascos, colchonetas, elementos de seguridad. No sé para qué les va a servir», agregó.

Ahora los responsables de Jujuy Caminemos Juntos están buscando dónde retomar sus actividades. Hay municipios interesados, como el de Monterrico; hay un grupo de madres de niños con discapacidad de Perico que están moviéndose. En tanto, De los Ríos tiene pendiente una reunión la semana próxima con el jefe del Grupo de Artillería de Montaña 5, del Ejército, para conversar sobre la posibilidad de instalarse en el predio de Huaico.

Pero no va a ser sencillo el regreso. «Sería una irresponsabilidad llevar una terapia de este tipo sin infraestructura y sin el sistema de seguridad necesario. No se trata de agarrar un caballo y subir a un chico arriba. Es una técnica y hace falta un circuito de seguridad», explicó De los Ríos.

Mientras tanto, cerca de un centenar de chicos de Monterrico, Perico, Libertador y otros puntos de la provincia están esperando reencontrarse con los caballos y las actividades terapéuticas que venían realizando.

«Son chicos muy humildes. Es una injusticia tan grande», se lamentó De los Ríos. Y agregó: «Además es una lucha desigual. Son cuatro o cinco familias, todos apellidos ilustres, que manejan la Sociedad Rural. Pero ninguno es productor rural, son todos abogados o contadores. Tienen semejante predio, pagan una cuota de 400 pesos mensuales y es como un country privado donde sus chicos andan a caballo y saltan».

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