Queridos Pájaro, Guido y César:
Ya pasó un año. Pero parece que fue ayer cuando la tragedia golpeó a nuestra puerta. No solo a la familia y amigos del alma, sino a la de todos los municipales. Cuando compañeros tan valiosos se van los espacios que quedan vacíos son difíciles de llenar.
Pero acá estamos. Desafiando, nuevamente, a las balas, a los gases y a las causas judiciales. Estamos al lado de un grande, el Perro, quien, como a ustedes, nos muestra el camino en la lucha gremial.
¿Si los seguimos llorando? ¿Si los seguimos extrañando? Por supuesto, a los tres. Pero no con lágrimas de cocodrilo; ustedes saben que no nos da la vida para ser hipócritas. Menos, traidores. Este llanto se mezcla con las lágrimas de miles de municipales jujeños que están siendo explotados por un sistema de abuso y precarización.
Por eso, luchamos. Por eso, vamos al frente. Por eso, no nos callamos cuando vemos a quienes usan la memoria de ustedes para tratar de dividir a los trabajadores, para intentar hacer nuevos negocios políticos y económicos usando a la gente, para ser peones de ajedrez en este maquiavélico plan de dominación gestado hace muchos años en nuestro querido Jujuy.
Seguiremos, entonces, poniéndole el cuerpo a las balas, desde esta trinchera llamada Seom. El glorioso. El poderoso. En batallas que hoy pueden parecernos duras, difíciles y sacrificadas, pero que las damos porque tenemos la certeza de que tiene que lograrse un cambio, alguien nos tiene que escuchar, los trabajadores tenemos el derecho de vivir con dignidad.
Eso: dignidad. Cabezas bien altas, mente fría, corazón caliente y brazos fuertes, armas que tenemos frente a la humillación, la prepotencia y la persecución. Mantenemos el compromiso intacto: custodiar el gremio que los municipales de Jujuy han construido con tesón y alegría.