Por Javier Bach Bilbao. Atravesando la mayor tasa de letalidad de todo el país los jujeños y las jujeñas deberán disponerse a votar en pleno invierno el próximo 27 de junio mientras la pandemia Covid-19 continúa provocando con sus muertes infinito dolor en demasiadas familias.
¿Cómo es posible que se haya llegado a esta situación?. Desde luego que las razones son variadas y de dudosa justificación.
La primera que surge es la del mero cálculo político: desacoplar las elecciones provinciales de las nacionales para promover la dispersión opositora y de este modo neutralizar las eventuales listas colectoras bajo las candidaturas a diputados nacionales.
Se tiene muy presente entre los moradores de la calle San Martín 450 la derrota de agosto y octubre de 2019.
En segundo término, nadie se siente obligado a explicar convincentemente porqué se ha promovido la suspensión y la postergación de las elecciones generales en el país acompañando al gobierno nacional de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, y muy por el contrario sostener el adelantamiento en la provincia.
Resultan increíbles las declaraciones desde el Ministerio de Gobierno que, las miles de personas que estarán obligadas a tener participación activa para sostener los comicios (se calculan unas 15.000 almas), serán debidamente cuidadas en el aspecto sanitario; cuando muy penosamente se siguen reproduciendo los contagios por los esquemas de presencialidad en las escuelas y la pérdida de docentes y personal no docente semana a semana y estallando las burbujas de cuidado. Por citar sólo a un sector muy lastimado de la comunidad. No es el único.
En definitiva, y como resultado del egoísmo político se podría concluir preliminarmente que la estrategia diseñada en el laboratorio del oficialismo para mantener las 13 bancas que Juntos por el Cambio UCR/PRO buscan defender en la legislatura provincial sería la acertada, ya que son 8 los frentes electorales opositores oficializados. Está por verse…
Si es verdad que lamentablemente el discurso de la anti-política se sigue extendiendo, y en particular se agiganta cuando las decisiones de gobierno son ajenas a las necesidades del pueblo.
No se está teniendo en cuenta un detalle muy potente: el hartazgo de la ciudadanía con las promesas incumplidas y la inauguración de vistosos carteles anunciando obras de incierta concreción y los puestos de trabajo que no aparecen con el mentado “cambio de la matriz productiva provincial”.
Hoy la mayor preocupación cotidiana es poder resolver el día a día del almuerzo y la cena de las familias, conseguir trabajo para quienes no lo tienen y evitar perderlo para quienes están trabajando.
Y además, ¿es justo disponer casi 1.000 millones de pesos para ir a votar porque resulta necesario conformar al gobernador?
Que valioso sería un gesto de grandeza y que nos eviten continuar durante los peores meses del año en un proceso electoral imposible de justificar desde la solidaridad y la consideración por el prójimo.