Gerardo Morales: El camino entre la euforia y la derrota 

Por Gabriela Tijman. Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales van a estar ausentes del proceso electoral del 22 de octubre próximo. Para el jujeño será toda una novedad: hace 35 años que está en la función pública. Empezó como diputado provincial en 2011 y hasta 2015 su actuación fue predominantemente legislativa, salvo entre junio de 2000 y diciembre de 2001, cuando ocupó la Secretaría de Desarrollo Social en el fallido gobierno de Fernando de la Rúa.

En las PASO del 13 de agosto último, Jujuy fue el único distrito donde la lista que llevaba a Larreta-Morales se impuso a la de Bullrich-Petri en el marco de la interna de Juntos por el Cambio. Del total de votos válidos, las dos listas de JxC sumaron algo más de 100.000, el 23,79% del total, mientras que los 76.378 votos que consiguió la dupla Larreta-Morales equivalen al 18%.

Curiosamente, algo más de 76.000 votos es lo que obtuvo el radicalismo en las elecciones provinciales de 2011. En ese entonces, el peronista Eduardo Fellner ganaba su segundo mandato -no consecutivo-, el candidato de la UCR Mario Fiad quedaba segundo con un 26% de los votos y Gerardo Morales retenía su banca en el Senado como representante de la minoría.

Finalmente, en las elecciones provinciales de 2015 Morales llegó a la gobernación de Jujuy con 226.646 votos, el 58,31%. Cuatro años después, obtuvo su segundo mandato aunque con una disminución de 50.000 votos y 15 puntos porcentuales: 176.482 votos, el 43,76%.

En mayo de 2023 ya no pudo presentarse, entonces postuló a su ministro de Hacienda, Carlos Sadir. Pero fue primer candidato a convencional constituyente y, como tal, fue la figura principal de la campaña, liderando las boletas oficialistas. Recuperó 20.000 votos y 6 puntos porcentuales: 196.714 votos, 49,59%.

Habrá exhibido esos números en las conversaciones con Horacio Rodríguez Larreta para conseguir finalmente secundarlo en la prefórmula presidencial para las PASO del 13 de agosto. Pero el domingo pasado recibió menos del 40% de los casi 200.000 votos de mayo.

El camino hacia la derrota

La reforma parcial de la Constitución de Jujuy, tratada y aprobada en 25 días; las protestas que se extendieron por todo el territorio provincial, y los cortes de ruta iniciados por las comunidades originarias, tiñeron la campaña. Las imágenes de las brutales represiones desplegadas por el gobierno local recorrieron el mundo, mientras Morales visitaba cada día una provincia distinta, inmerso de lleno en la carrera nacional y hablando de la situación en Jujuy desde los medios amigos de Buenos Aires.

Llegó el 13 de agosto.

Jujuy fue el único distrito donde la fórmula Larreta-Morales superó a Bullrich-Petri. Pero ese logro no alcanzó para disipar la nube negra que se posó sobre el centro de campaña del oficialismo jujeño, en el hotel Alto La Viña, donde el senador y aspirante a renovar Mario Fiad, junto a la diputada nacional Natalia Sarapura, dio un breve mensaje el domingo a la noche en el que petendió celebrar que el Frente Cambia Jujuy se constituyó como segunda fuerza de la provincia.

La caída empezó a fines del año pasado, cuando Morales anunció que enviaría a la Legislatura el proyecto de reforma parcial de la Constitución. La intención, se sabía, era aprobar el nuevo texto antes de fin de año. El gobernador aclaró con énfasis: “Proponemos que la cláusula constitucional referida al mandato del Gobernador y Vicegobernador no se modifique, por tanto no se habilitará un tercer mandato”. Y afirmó entusiasmado que su intención era ser candidato a presidente para “seguir aportando desde otro lugar para dar continuidad a la generación de hitos para el pueblo argentino, mi querida provincia de Jujuy y su pueblo”.

Claro que si el plan presidencial fallaba, tenía guardada la carta de una re-reelección. Porque la posibilidad de un tercer mandato quedaba abierta: si se empezaba a contar desde la puesta en vigencia de la nueva Constitución, entonces los dos períodos de Morales (2015-2019 y 2019-2023) quedaban afuera.

Las críticas que recibió el proyecto y los resultados adversos en las encuestas hicieron que el tema de la reforma se dejara para más adelante. Al unificar las elecciones provinciales con las de convencionales constituyentes, Morales debió abandonar el Plan B de la re-reelección y se concentró en su carrera nacional.

Rodríguez Larreta confirmó a su compañero de fórmula en los días en que en Jujuy se llevaban adelante las acciones represivas y persecutorias más brutales. En el anuncio, el alcalde porteño elogió la “firmeza” del jujeño para “recuperar la paz”, en una serie de declaraciones de las que no se privó de mentar a Milagro Sala.

El tiempo corría. Morales andaba por todo el país haciendo campaña, hay que decir que en soledad. Fueron muy pocas las oportunidades en que la fórmula se mostró completa, quizás porque fueron demasiado brutales las imágenes de los originarios apaleados, las mujeres arrastradas por la policía, los efectivos de Infantería disparando piedras con gomeras contra la manifestación, los vehículos sin patente cazando gente por los barrios de San Salvador de Jujuy.

Porque una cosa es prometer mano dura, afirmar que se van a reprimir los piquetes con todo el peso de la fuerza del estado, y una cosa muy distinta es verlos en acción.

«Somos la segunda fuerza en Jujuy, le ganamos al kirchnerismo y a la izquierda», se ufanó Mario Fiad fingiendo entusiasmo el domingo a la noche. El electorado jujeño había votado mayoritariamente a Javier Milei, un candidato presidencial conocido sólo a través de los medios de alcance nacional, sin referentes ni estructura territorial local.

Fue un potente mensaje a las fuerzas políticas tradicionales, un radicalismo que creyó haber conseguido un cheque en blanco en las elecciones provinciales de mayo y un peronismo que estuvo más concentrado en sus disputas internas que en ofrecer soluciones a un pueblo precarizado y castigado por años.