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Haquim participó de la ceremonia de beatificación de los mártires del Zenta

El vicegobernador de Jujuy, Carlos Haquim participó de la ceremonia de beatificación de Pedro Ortiz de Zárate, sacerdote jujeño, y de Juan Antonio Solinas, jesuita sardo; hombres de fe asesinados, junto con otras 18 personas, por los ‘Infieles del Chaco’ mientras cumplían una misión evangelizadora en el año 1683.

La ceremonia se realizó en el Parque de la Familia de la ciudad de Orán y fue dirigida por el cardenal Marcelo Semeraro, prefecto de la congregación para la causa de los santos de la Iglesia Católica. También, participaron los arzobispos de Jujuy y Buenos Aires, César Daniel Fernández y Mario Poli, respectivamente; el nuncio apostólico de Argentina, Miroslaw Adamczyke; y el gobernador y vicegobernador de Salta, Gustavo Sáenz y Antonio Oscar Marocco, respectivamente.

En la homilía, Luis Antonio Scozzina, obispo de Orán, después de leer la bula en la que el Papa Francisco concedió la beatificación de los Mártires, agradeció escribir en el número de beatos de la santa iglesia católica a esta comunidad misionera que derramó su sangre anunciando la fe en la nueva tierra.

De igual manera, Semeraro señaló “Don Pedro Ortiz de Zárate fue un hombre para todas las épocas. Testigo de cristo, buen político, buen marido, buen padre. Excelente sacerdote porque conocía a los indios, los defendía y los bautizaba para que queden como cristianos”.

Asimismo, el cardenal remarcó que los Mártires del Zenta fueron fieles hasta el derramamiento de sangre, citando las palabras de San Ignacio de Antioquía, en sus cartas a los romanos, al decir “dejad que sea pasto de las fieras, ya que ello me hará posible alcanzar a Dios”.

Para finalizar, el obispo de Jujuy, César Daniel Fernández, subrayó la importancia del acontecimiento puntualizando “nos toca muy de cerca, que es una figura que todavía los jujeños tenemos que redescubrir en su grandeza y significado, por todo el bien que ha hecho, incluso como hombre público antes de ser sacerdote y misionero. Su gran preocupación por la ciudad de San Salvador, por sus habitantes, para que a sus habitantes no les falte nada, por el cuidado de los aborígenes, por poner paz y poner lo suyo, de su bolsillo todo lo que tenía, para el crecimiento del pueblo”.

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