La política de negar la realidad -o encubrirla con discursos donde abundan los complots y el gobierno siempre es la víctima y la responsabilidad siempre la tienen los otros- ha llevado a un ajuste súbito y brutal, en el que los asalariados van a llevar la peor parte.
Ví a algunas cadenas comerciales con sucursales en Jujuy, que el viernes habían aumentado sus precios entre un 10 y un 20 % y, mientras tanto, los que dependen de un salario todavía no saben ni cuándo ni cómo van a lograr incrementos de sus ingresos y otras hicieron desaparecer los precios.
Urge tomar medidas en la provincia para mitigar los efectos de la crisis sobre los sectores más vulnerables que, ya ahora mismo, atraviesan una situación muy difícil.
El Estado tiene que preservar el poder adquisitivo de sus empleados y garantizar los servicios impostergables, provisión de agua y energía eléctrica, atención de la salud y eficacia de la educación, protección de la seguridad pública y cuidado del medio ambiente. Hace falta una política social que, ajena a cualquier tipo de manejo clientelar, sea capaz de responder a las necesidades sociales con rapidez y justicia.
Para este tipo de situaciones que estamos viviendo, es imprescindible para esto una activa presencia del gobierno. En una emergencia el gobierno no puede andar atrás de la realidad, como viene sucediendo en Jujuy. Tiene que atender los problemas ni bien se presentan, no negarlos sino buscarles solución.
Es necesario –más que nunca- que se reclame a la Nación todos los recursos de coparticipación que corresponden a la provincia. El interés de la provincia debe estar antes y por encima de la pertenencia del oficialismo jujeño al kirchnerismo nacional”.
Las razones de la crisis, son múltiples y hay algunas que ya son indiscutibles” y puso como ejemplo, la desacertada e injusta decisión de subsidiar los servicios públicos a los habitantes de la Capital Federal, mientras que regiones más pobres –como la nuestra- no percibían subsidios o los recibían en mucho menor medida”.
Subsidiar el consumo de energía –por ejemplo- por parte de sectores de un gran poder adquisitivo, además de alentar el mal uso de un recurso que era cada día más escaso –por el fracaso de la política energética- llevaba a que el país tuviera que destinar cada año más dólares a la importación de combustibles.
Finalmente Baca consideró que otro factor que contribuyó a contribuyó a la crisis fue “la falsificación de los índices oficiales y la tentativa de evitar la difusión de los privados”. Este ocultamiento, dijo, “evitó que se conociera la evolución de los precios, pero la inflación siguió su curso y produjo los desequilibrios que hoy afectan a todos los sectores y sobre todo a los asalariados”.