El exsecretario de Biodiversidad, Lucio Giménez, presentó una demanda civil contra la ministra de Ambiente de la provincia, María Inés Zigarán, y el comisionado municipal de Yala, Santiago Tizón. Es en el marco del escándalo que se desató el año pasado cuando Giménez fue acusado de la tala de árboles en el Potrero de Yala y de vender la madera a un aserradero, una denuncia que no prosperó porque el fiscal consideró que se trataba de una “aberración jurídica”.
“El fiscal penal ni siquiera me tomó declaración ni me hizo formar parte del expediente”, relató Giménez a El Submarino Radio (91.5), y agregó: “Como el Estado no apeló ni recurrió, dio por sentada su veracidad, entonces decidimos iniciar acciones legales”.
La demanda contra Zigarán y Tizón es por “las falsas acusaciones, las mentiras, los daños y el lucro cesante, además de la lesión a mi carrera política”, describió Giménez.
La acusación contra el entonces secretario de Biodiversidad fue por una tala de árboles en el Potrero de Yala, que es una zona protegida. “Ellos hablaban de tala, pero ambientalmente tiene otro nombre”, explicó el exfuncionario, en referencia a lo que se denomina “raleo”, que consiste en quitar las especies exóticas y reemplazarlas por nativas. “Esto demuestra la inconsistencia de Zigarán en materia ambiental, porque además tiene que ser política de Estado la extracción de exóticas”, remarcó.
Pero la denuncia original no terminaba allí, sino que afirmaba que Giménez había vendido la madera a un aserradero. “El dueño del aserradero no me conoce, nunca tuvimos trato -afirma-. Pero además da la casualidad de que el fiscal descubre que había un convenio, que la ministra no conocía, entre ese aserradero y el ministerio, que ya se había hecho la misma operación antes, y que no había habido ni medio peso”.
“No fue un exabrupto, todo lo que han dicho lesiona y hiere a mi persona, y también hiere credibilidades públicas. Porque hemos militado y trabajado durante 32 años para tener la oportunidad de gobernar, y creo que este tipo de actitudes de estos dos funcionarios no contribuyen a que la política recupere la credibilidad de la gente”, analizó Giménez.
En su interpretación política de los hechos, consideró que “más allá de la mentira, esto caracteriza ideológicamente a Zigarán y Tizón, porque por repetir como una muletilla dos o tres palabras, no te volvés progresista; por comprarte una camiseta del Che y tener la foto de Salvador Allende atrás, no sos el depositario de las virtudes socialistas ni te volvés alguien comprometido con esos principios”.
“En Jujuy nos conocemos y sabemos que han sido, son y serán conservadores reaccionarios y autoritarios”, agregó.
Por otra parte, Giménez relacionó el episodio con las denuncias hechas por una vocal de Yala contra el comisionado por violencia institucional y violencia de género: “No es poca cosa, y esas denuncias todavía ni siquiera tienen designado un juez. Y eso es porque actúa el lobby familiar. Están dando vueltas y no tienen quién se haga cargo”.
En este punto, indicó que espera que la justicia sea “un bien al que podamos acceder todos, un poder independiente, y que se haga justicia”.
“Todos somos justiciables -agregó-. Como decía ayer Moyano, a todos nos tienen que medir con la misma vara”.
Radical crítico
“Raúl Alfonsín decía que la práctica política es esencialmente una tarea educativa, pedagógica. Y cuando la práctica política se desarrolla desde el Estado, como es el caso de Zigarán y Tizón, tiene el aditamento de la ejemplaridad -comentó Giménez-. Yo pienso, veo y creo que este dúo, con lo que ha demostrado, no contribuye a fortalecer la opción de cambio que votó la gente. Y que estas actitudes no corporizan la voluntad popular”.
Giménez es un antiguo militante radical, exdiputado provincial, que se define como alfonsinista. “Yo miro la política desde ahí, y tengo mis diferencias con la gestión de Mauricio Macri”, sentencia.
“Mi partido forma parte de esta coalición o este frente que es Cambiemos, pero tengo una mirada crítica porque esto no va bien. Argentina es el país de Latinoamérica que más ha decrecido en su poder adquisitivo en el último año. Eso no es luchar contra la pobreza, y menos que menos la afirmación de derechos”, advierte.
También manifestó su preocupación por la institucionalidad. A su entender, las políticas públicas, sobre todo las económicas, tienen que orbitar las garantías constitucionales y los derechos consagrados. “Ahora parece que es al revés, que los derechos están supeditados a los planes económicos. Esto no es por lo que el alfonsinismo y el radicalismo de origen lucharon”, aseguró.
Rechazó además el “discurso antipolítica del macrismo, porque se hace antipolítica cuando se dice que para mejorar la situación económica hay que sacar a los familiares del estado. A ver, diez o veinte parientes de Macri o de quien sean, ¿son más nocivos que lo que tenía Gilligan afuera? Estamos en una situación de hipocresía. Se ataca a la política y parece que la política empezó con ellos y que todo lo demás no sirve”.
-Ricardo Alfonsín dijo si él no estuviera en Cambiemos, habría ido a la marcha del lunes.
-Yo creo que varios pensamos así. Pero tiene que haber un debate. No se mide la razón política por la cantidad de muertos, pero mi partido tiene muertos, desaparecidos, luchas que son antiquísimas. Esto no va a desaparecer con el macrismo. Pero vemos con preocupación que el radicalismo se está diluyendo dentro de un discurso antipolítica que es la gestión de Macri.
-Sus dichos suenan muy cercanos a la posición que tiene hoy Leopoldo Moreau.
-Estamos parados en veredas distintas. Me parece legítimo pensar distinto, porque además tenemos que recuperar la tensión política. Hoy sos macrista o sos kirchnerista. Yo no soy nada de eso, soy radical alfonsinista, pienso distinto de lo que piensa el oficialismo de mi partido, pero eso no significa que tenga que adscribir a lo que piensa Moreau o el kirchnerismo. Hay contradicciones que son secundarias, o falsas. Desde el alfonsinismo se planteó históricamente que había que acabar con las contradicciones secundarias, esto de peronismo o antiperonismo, rojo o blanco, de manera tal que tenemos una mirada y una formación en la que buscamos puntos en común con los componentes del campo popular para que con el poder político se pueda disciplinar al poder económico. Estamos lejos de eso. Hoy el poder económico está disciplinando al poder político, y tiene que ser al revés.
-Algo de eso decía Néstor Kirchner cuando hablaba de poner la economía al servicio de la política.
-Claro, él recuperó la política. Hay gente que no se acuerda de muchas cosas. Cuando asume Kirchner, la clase y el sistema político estaban en crisis, a punto de desaparecer. Y este dirigente recupera y reconstituye el poder político para disciplinar a otros factores que estaban en juego en ese momento. Y eso nos da la posibilidad de discutirlo a él, y a quienes vengan, desde la política. Creo que es un mérito grande, y no todo el mundo lo ve. Yo rescato eso, desde ese lugar: la posibilidad de discutir, disentir y generar tensiones, porque estuvimos a punto de perderlo.
-En todo el episodio vinculado con las denuncias contra usted, la UCR de Jujuy no tomó posición. ¿Es así?
-No, no es así, el partido apoyó la sospecha. Cuando tuve el dictamen del fiscal me presenté en el partido con una copia y una nota aclaratoria de mi posición, y jamás ni el presidente del partido ni nadie me llamó para decirme ‘qué bueno, está claro, está blanqueado, es la verdad’. Evidentemente están mejor con la sospecha que con la verdad, que con el pensamiento, porque el pensamiento les genera rispideces. Pero eso no me hace variar en nada; al contrario, me afirma en mis convicciones radicales. Porque yo no me he ido a ningún otro lado, me reivindico alfonsinista porque desde ahí decodifico la realidad que nos toca vivir, y eso es lo que nos alimenta para seguir peleando y seguir pensando distinto, y también sintiéndome parte de la construcción de este partido. Desde ese derecho hablo, y por eso no tengo miedo de explicitar las discrepancias, porque creo que con la tensión la verdad tiene más fortaleza y más anclaje que cuando se dicen mentiras sin escuchar nada del otro lado.