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Juicio de lesa: un sobreviviente de Ledesma pidió declarar con los ojos vendados

En las cuatro horas que duró la audiencia de este jueves del juicio de lesa humanidad que se desarrolla en Jujuy declararon cuatro testigos víctimas, dos extrabajadores del ingenio Ledesma y dos exmineros de El Aguilar. Uno de ellos, Oscar Alfaro, pidió dar testimonio vendado y atado, para reproducir las condiciones en las que lo mantuvieron secuestrado en el Centro Clandestino de Detención de Guerrero. El tribunal no le concedió el permiso. Con el avance de las audiencias, la responsabilidad empresarial se va configurando con mayor nitidez.

«Fue una audiencia muy emotiva, muy cargada por los testimonios de las víctimas», describió la abogada María José Castillo, representante de la querella de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

Dos de los testimoniantes fueron Oscar Alfaro Vasco y Raúl Tapia, ambos víctimas de la represión de las fuerzas armadas y de la empresa Ledesma. Alfaro fue detenido en la Noche del Apagón. Tapia, a quien detuvieron antes, «era un sindicalista, trabajador de campo, humilde, explotado por el ingenio Ledesma, que habían reclamado por mejores condiciones de trabajo y eso le valió el secuestro, la tortura y la cárcel», describió la abogada en diálogo con El Submarino Radio (91.5).

Alfaro habló durante dos horas frente al Tribunal Oral en lo Criminal N° 3. No fue un testimonio más: antes de empezar, pidió dar su testimonio vendado y atado, reproduciendo las condiciones de su secuestro, una solicitud que los jueces rechazaron, acompañados por las defensas de los imputados. «Él quería que se tomara dimensión de lo que vivió», comentó Castillo, y agregó: «Nosotros como querellantes acompañamos ese pedido, porque ¿cómo se cuenta el horror?»

«Nosotros entendemos que muchas veces la palabra no alcanza para dimensionar el relato. Además, como dijo Oscar, al ser el sexto juicio de lesa en Jujuy parecería que se está contando un cuento, por los testimonios repetidos; parecería que uno se acostumbra», continuó la abogada.

Alfaro relató su permanencia en el Centro Clandestino de Detención que funcionó en Guerrero, que se inauguró a los fines de represión en Ledesma. «Es realmente tremendo saber que en la provincia de Jujuy, tan cerca de la capital, se haya diseñado y ejecutado semejante atrocidad, con personas que estuvieron durante meses en condiciones inhumanas, vendadas y atadas», reflexionó Castillo.

Durante su detención, Alfaro supo que su hermano también estaba secuestrado en Guerrero. Lo confirmó porque reconoció su voz, a pesar de que tenían prohibido hablar entre ellos, y si lo hacían eran castigados a golpes.

«Cuando a Oscar lo envían al penal de Gorriti, estuvieron una hora para sacarle las vendas porque estaban pegadas a sus ojos. Entonces cuando uno le pregunta si reconoce quiénes estuvieron, si sabe qué fuerza estuvo ahí, hay que entender que estuvo todo el tiempo vendado. Hoy es muy difícil de entender y de dimensionar, pero estas personas solo pueden retratar el horror a través de los otros sentidos, el oído, el olfato», detalló.

«Por supuesto que ellos han sido muy claros en señalar quién fue el responsable de todo eso. Lo sabemos, aunque no está sentado ahí: es Blaquier, es el ingenio Ledesma», completó.

Tanto Alfaro como Tapia declararon este jueves por primera vez, después de más de 40 años de sus detenciones. A sus testimonios les siguieron los de dos exmineros de El Aguilar, que ya habían relatado sus historias en ocasiones anteriores. Castillo repasó: «Los exmineros fueron muy claros al señalar cómo fueron secuestrados, quién los eligió, el cautiverio que vivieron sus familiares, porque cuando los detenían, las esposas y los hijos eran desalojados, los expulsaban, los subían a un camión, como perros, los mandaban a San Salvador de Jujuy y que se las arreglaran».

Fueron más de 30 los mineros secuestrados en los operativos represivos de El Aguilar, en los que se usaron vehículos de la empresa, tal y como ocurrió también en el ingenio Ledesma. «Las familias de las víctimas han tenido secuelas muy profundas, porque un día se les trasformó la vida para siempre. Uno de los mineros contó que una de sus hijas quedó con problemas de salud mental. Por eso los crímenes son imprescriptibles, porque ese dolor y ese daño no se reparan», explicó Castillo.

La abogada remarcó: «Han tenido distintos tipos de formas de llevar ese horror, algunos han tenido la capacidad de trasformar eso en lucha, en memoria, en organización, pero eso no quiere decir que el dolor haya sanado. Por eso es importante que sepamos que estos juicios tienen un sentido de reparación, que tienen que seguir porque hay imputados que faltan. Es necesario que sigamos ejrcitando la memoria colectivamente, porque es un trabajo en el que queda mucho para recorrer».

-¿Es posible que la sociedad tenga dimensión de todo esto?

-Es importante que las personas que no van al juicio sepan que son hechos muy dramáticos. Oscar contó todo lo que vivió desde su detención, en junio, con 22 años. Pasa por distintos tipos de cautiverio, presencia la muerte de su compañero, conoce a quienes mataron en Guerrero y termina en un exilio espantoso. Es imposible que no se quiebren al contar todo por lo que pasaron. Y además el relato de lo que pasaron las familias. Tapia contó cómo Braga maltrataba a su madre cada vez que iba a preguntar por él, una madre que tenía 3 hijos detenidos. Son familias enteras las que sufrieron esto. Por eso los testimonios son muy emotivos, los testigos lloran y las personas que los acompañan también.

-¿Cree que después de este juicio quedará en claro la participación de las empresas en la represión?

-Acá están testimoniando las víctimas de Blaquier. Eso es importante para entender que aunque él no esté sentado aquí, el apagón no fue una ocurrencia de unos militares que de repente perdieron la razón, sino que la gendarmería, los militares y la policía actuaron en función de órdenes que dio la empresa Ledesma. Lo importante es que la sociedad conozca lo que está pasando en las audiencias, por eso es importante la cobertura de los medios y el trabajo de los organismos para visibilizarlo.

-¿Hay alguna posibilidad de que algún empresario sea juzgado?

-Nosotros vamos a seguir trabajando para que las empresas estén aquí. No estarán sentados los directivos, porque por ejemplo los de Mina El Aguilar ya fallecieron, pero tenemos que ir por las empresas que siguen trabajando en los territorios, para que en algún momento respondan por los crímenes causados. ¿O acaso alguna vez Mina El Aguilar o la empresa Ledesma pidieron disculpas? Porque acá no hay duda de la responsabilidad de ellos. No querrán responder por la responsabilidad penal, pues deberán hacerlo por la responsabilidad social. En el caso de El Aguilar, los nuevos dueños han comprado una razón social, una persona jurídica que existía en aquellos tiempos. Es decir que hay una continuidad de la empresa, que es la misma, que se dedica a lo mismo. Hoy las energías deben estar puestas en los juicios penales, pero esto tiene que seguir estando vigente en la sociedad después. Hay que ir por las responsabilidades empresarias, de toda índole, para que esto no se repita nunca más.

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