La cuna fue un bar

Por Ricardo Martínez (periodista). Independencia y Gorriti, una esquina emblemática para los periodistas que cubrieron los mejores momentos legislativos desde la primera sesión, luego de las elecciones, en 1983.

Lo recuerdo como si fuera hoy, cuando algunos acreditados o no, tenían el libre acceso a los debates desplegando la idea de federalismo, de democracia social, de abundancia intelectual brillante, con una Constitución que caminaba desde el 1800 y pico hasta la reforma en 1986.

Las mesas del bar que regenteaba Jacinto Árabe fueron el escenario de disciplinados encuentros cuando concluían las obligaciones de los todavía jóvenes, en los escasos medios que valorizaron el reencuentro con la democracia.

Cesaban la labor con la herramienta de anotadores y lápiz, pero comenzaba el encanto de la tertulia.

Repasaban las calidades legislativas de los diputados de los tres partidos que dieron comienzo la nueva etapa. El PJ, UCR y MPJ, plenos de oratoria y dramatizaciones del momento. Dirimían los temas para arreglar un presente y extenderlo al futuro.

Escuchamos de los contendientes citas históricas de políticos de nota, autores nacionales y extranjeros desplegados, según los temas que fueron muchos.

También algunos ministros paraban las orejas al comentario cruzándose desde Casa de Gobierno.

Una época brillante, que se extraña, por los conocimientos de un buen número de protagonistas como su empeño en la defensa de sus sectores.

La esquina, las mesas y las sillas, el televisor, fueron testigos de cientos de marchas, en una ciudad convulsionada, las protesta, las corridas.

Una esquina testigo a la que nadie le pidió una declaración de lo que sabían sus paredes de afuera y adentro.

Ahí mismo se gestó aquella consigna de periodistas que se comprometieron con escribir bien, hablar mejor y hacer de la tertulia un culto de aprendizaje.

A los que la conocimos en su intimidad, será difícil olvidarla.

No es la piqueta de los gallos que cava buscando la aurora… como dice el Romance, sino la de la demolición.

Que el Ángel de los Bares nos lo recuerde como las libretas de anotaciones de cientos de sesiones y encuentros de periodistas, ahí.