Por Manuel Durbano, en Nota Al Pie. Como adelantamos en Nota al Pie, la derrota de Ucrania contra Rusia en el terreno militar es irreversible. Una verdad que, a pesar de la continuidad de algunos discursos belicistas, es reconocida hasta en el propio Occidente. Es por ello que, en estas horas, la narrativa del andamiaje mediático asociado al esquema atlantista se ha centrado en la cada vez más promocionada «reconstrucción de Ucrania».
Sin embargo, al entrar en detalle, podemos observar que la denominada reconstrucción del país de Europa del Este está lejos de vincularse a algún objetivo humanitario enfocado en subsanar el sufrimiento del pueblo ucraniano. Por el contrario, los intereses de las grandes corporaciones financieras globales han encontrado en la etapa de la posguerra – como así también sucede durante el desarrollo del conflicto bélico – un nuevo gran negocio. La soberanía de Ucrania, si es que todavía queda algún resquicio de ella, sería la gran perjudicada.
La reconstrucción de Ucrania, a la medida del poder financiero global
En septiembre del 2022, casi siete meses después de que estallara la guerra, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski mantuvo una videoconferencia con el CEO del fondo de inversiones Blackrock. La firma estadounidense, en aquel momento, se ofreció para asesorar a Kiev de manera «gratuita» para captar fondos con el objetivo de reconstruir Ucrania.
Dos meses después, en noviembre, el Ministerio de Economía ucraniano informó sobre la firma de un memorándum de entendimiento con el holding norteamericano, en donde se acordaron los principios para desarrollar una plataforma especial para movilizar capital hacia Ucrania en sectores como energía, agricultura, industria, tecnologías de la información e infraestructura
Esa incipiente «cooperación» tuvo su punto determinante en el quinto mes del 2023 cuando el gobierno ucraniano firmó con Blackrock, siguiendo las líneas del memorándum de entendimiento, un acuerdo para la creación del Fondo de Desarrollo de Ucrania (UFD). Y, como si fuera poco, a esa poderosa ecuación de intereses financieros también se le agregó la participación del JP Morgan Chase, el principal banco de Estados Unidos. ¿El desafío? Lograr recaudar los 411 mil millones de dólares que, antes de la fracasada contraofensiva de Kiev, el Banco Mundial estimó como necesarios para la reconstrucción de Ucrania.
En junio del año pasado, a su vez, tuvo lugar en Londres la Conferencia de Recuperación de Ucrania, un gran evento que contó no solo con la participación de diferentes dirigentes de la élite occidental sino también con la presencia de más de 400 empresas provenientes de 59 países. Como resultado, cientos de empresas globales se comprometieron a realizar inversiones para Kiev con el objetivo de fortalecer un capitalismo de libre mercado en el país gobernado por Zelenski.
Todo esto, claro está, acompañado de las condiciones que ha generado el mandatario ucraniano para agradar a Occidente: privatizaciones de empresas estratégicas, reformas laborales, destrucción del sistema de bienestar social, e incluso, la prohibición de todos los partidos políticos de izquierda.
En resumen, una reconstrucción que tiene como contrapartida la entrega de la soberanía ucraniana a las grandes corporaciones del poder financiero global.
Blackrock, ¿el nuevo dueño de Ucrania?
El holding Blackrock es el más grande del mundo. Según un informe de mediados del año pasado, la empresa maneja activos bajo gestión por un valor total equivalente a 9,4 billones de dólares. Para graficarlo: si fuera un país, en un ranking ordenado por el valor de los PBI de las naciones, sería el tercero en la lista solo detrás de EEUU – China.
Su poder es tan grande que tiene presencia en todos los sectores estratégicos globales: alimentos, tecnología, farmacéuticas, bancos, medicina, transporte internacional, tecnología, medios de comunicación, gas, comercio e, incluso, en la industria armamentística.
El conflicto en Ucrania, para Blackrock, ha sido un negocio redondo: el fondo es uno de los accionistas más importantes de las empresas armamentísticas más grandes del planeta, entre las que se encuentran las que más dinero ganaron por la guerra que Kiev mantiene con Moscú. Y, como señalamos en la primera parte de esta nota, ahora también es una de las principales beneficiadas de la etapa de la posguerra.
En esta etapa, a partir del acuerdo firmado con el gobierno ucraniano, Blackrock no solo administra los principales activos de Ucrania, en lo que significa de hecho la absorción total de Kiev por el capital extranjero, sino que asimismo, el fondo buitre gestionará la deuda externa del país de Europa del Este, que según las autoridades ucranianas asciende a casi el 80% del PBI.