La sexualidad en tiempos de pandemia

Por Romina Tarifa* y Gastón Ortiz**. Hace algunos días, en el informe matutino del Ministerio de Salud de la Nación Argentina sobre la situación de la pandemia de Covid-19, el médico infectólogo José Barletta brindó recomendaciones para disfrutar del sexo y nuestra sexualidad de forma segura para el tiempo en que se mantenga el distanciamiento social, preventivo y obligatorio, el cual es físico y no virtual.

De esa forma, el Ministerio de Salud, como autoridad máxima en cuanto a temas sanitarios, puso en la mesa un asunto que, hasta ahora, no había sido contemplado.

Barletta explicó que no hay evidencia científica que demuestre la transmisión del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 por vía sexual, pero sí en el contacto estrecho entre personas, como en los besos, por lo que desaconsejó el contacto sexual con personas con las que no se comparta el domicilio, debido a que implica a que se rompa la cuarentena y así concretar un encuentro sexual. En los casos de personas convivientes, también se recordó la importancia del uso del preservativo como método de prevención del VIH e ITS, y de métodos anticonceptivos.

Para quienes no opten por la abstinencia -que están en todo su derecho si así lo deciden-, se sugirió el uso de dispositivos móviles y aplicaciones para interactuar, lo cual refiere al sexo virtual.

Hablar del sexo virtual significa visibilizar la existencia de la práctica del sexting, más aun si el que lo menciona es una institución oficial.

Lo cierto es que el sexting es más cotidiano de lo que muchos creen y existe desde antes de la pandemia, como una forma de vivir nuestra sexualidad y de relacionarnos. Consiste en el intercambio de videos, audios, imágenes y contenidos sexuales, eróticos y con desnudez mediante redes sociales.

Vivimos en la era de la extimidad, donde la conexión y visibilidad son dos factores importantes; nuestra intimidad se muestra y pasa de privada a pública, y la sexualidad no escapa de este fenómeno.

Tenemos que definir y entender a la sexualidad como una cuestión inherente al ser humano, y por tanto, un aspecto que no puede ser invisibilizado en la actual situación de confinamiento. Somos seres sexuados desde el nacimiento hasta la muerte, en las distintas etapas de la vida, la sexualidad siempre está presente.

En la sexualidad, como proceso complejo y dinámico, intervienen aspectos biológicos, psicológicos, culturales, económicos y, evidentemente, también tecnológicos. Esto no se limita únicamente a la genitalidad, sino a un conjunto de dimensiones constitutivas de la persona y que durante el aislamiento no desaparecen.

En este sentido, coincidimos con el planteo de la Sol Ferreyra -@sol_despeinada, influencer, médica y docente universitaria- respecto a que el sexo es salud y no se lo puede seguir abordando como un tema tabú o minimizarlo. Negar el sexo significa negar la sexualidad, el género, los abusos sexuales y la violencia de género. Sin dudas, negar la existencia del sexo, en este caso del sexo virtual, significaría retroceder mucho.

Por todo esto es que el hecho de que el organismo sanitario nacional lo comience a tratar, es un avance.

Estemos o no de acuerdo, tenemos que reconocer que el sexting se practica y es una forma de vivir parte de nuestra sexualidad atravesada por las pantallas digitales, con las cuales convivimos y nos relacionamos. No hablar del sexting no significa que no esté pasando. ¿Ustedes creen que si no hablamos de la existencia de la violencia contra las mujeres en el entorno familiar, las mujeres dejarían de ser asesinadas? Claro que no, siempre es preferible ponerle nombre a las cosas para que nos permita en primer lugar reconocer, para prevenir situaciones de riesgos e intervenir.

Adolescentes

Tenemos que reconocer que el sexting no solo lo practican los adultos. Al contrario, cada vez más es vivido por los adolescentes y jóvenes, lo cual conlleva riesgos porque los puede llevar a ser víctimas de grooming, ciberacoso, sextorsión y difusión de material íntimo sin consentimiento, lo cual vulnera su integridad sexual, identidad digital y seguridad personal.

Es por ello que es fundamental educar a los chicos en sexualidad desde un enfoque integral, donde también se involucre a las pantallas.

El sexo virtual es sobre todo riesgoso para los y las adolescentes y mujeres, por tres razones:

• Las situaciones de abuso sexual contra los niños, niñas y adolescentes y la violencia contra las mujeres también se expresan en internet.
• Internet no tiene derecho al olvido, es decir, lo que publicamos en la red, deja de ser nuestro, perdemos el control absoluto.
• En internet no tenemos todas las garantías de nuestros derechos; nuestra intimidad, privacidad e integridad sexual pueden ser vulnerados.

Recomendaciones

En este contexto, se hace importante tener en cuenta algunas recomendaciones para que esta práctica, el sexting o sexo virtual, se lleve a cabo de forma responsable y segura:

• Que los adultos que decidan practicarlo lo hagan a conciencia, con responsabilidad, con alguien de confianza y con consentimiento mutuo.
• Que no se muestren los rostros de los involucrados.
• Que no se difundan imágenes íntimas sin consentimiento de los protagonistas.
• Que sean conscientes de que no existe el cien por ciento de garantía de seguridad.
• Que se animen a conocer aplicaciones como Singal y Telegram, que ofrecen mayores medidas de seguridad.

Si el sexo es salud, se demanda que el Estado se ocupe de abordar también el sexting desde la perspectiva de los derechos sexuales. Cobra gran sentido la aplicación de la Educación Sexual Integral en articulación directa con la Ciudadanía Digital, porque hoy las relaciones entre las personas también se viven en internet y demanda que el Estado, las empresas de tecnologías y la justicia generen garantías para que ningún derecho sea vulnerado.

*Lic. en Psicopedagogía, Promotora de la Protección y Ciudadanía Digital. 

*Gastón Ortiz. Periodista Científico, Red Argentina de Periodismo Científico.