Por Gabriela Tijman. Liliana Herrero está en Jujuy presentándose este jueves y viernes en el Teatro El Pasillo, y el sábado lo hará en la vecina Salta. Hacía varios años que no venía a esta provincia y una vez más la ocasión dio lugar a encuentros con amigos, largas conversaciones plenas de reflexiones y pensamientos en conjunto. También el intercambio sobre los tiempos del presente, los nuevos artistas y la política, siempre la política, pensada como un estar en un territorio habitado en el tiempo para el cual, quizás, haya que inventar nuevas formas de transformación.
La artista conversó con El Submarino Diario en la casa de Rodolfo Pacheco, su viejo amigo de Rosario, responsable del Teatro El Pasillo. Herrero habla siempre en plural. Es que cree en lo colectivo, en la comunidad. La acompaña Pedro Rossi, su guitarrista desde hace 15 años con quien está planificando el disco que comenzarán a grabar en un par de meses, el quinto que harán juntos.
La cantante cuenta que últimamente no está escuchando mucho folclore, que se volcó más a la música clásica, a las composiciones de Schumann y las interpretaciones de Martha Argerich. También a Milton Nascimento, de quien dice: “Me parece Dios cantando; y su mundo es un mundo hermosísimo, una travesía. Su vida es una travesía”. Y enlaza: “A la música yo la tengo como una gran travesía. Y a la política también.”
‘Fuera de lugar’
En un par de meses Liliana entra a estudio a empezar a grabar un nuevo disco, que quizás se llame Fuera de Lugar. “Así me siento, no me gusta este mundo. Es así de simple”, explica. Pero también puede ser que en el proceso aparezca otro título. Ella deja que esas cuestiones se vayan acomodando, fluyan, entonces no cierra ninguna puerta.
Junto a Pedro están trabajando en “la cosa más sustancial, más chiquita” para después incorporar al resto del equipo. Allí estarán el arreglador Ariel Naón, el tecladista Mariano Agustoni y el percusionista Facundo Guevara.
Este disco, que se estaría presentando en la segunda mitad de este año, va a incluir temas que nunca grabó antes, como Por seguir, de Raúl Carnota y Carlos Marrodán; dos de Mochi -“un cantante trans montevideano que yo quiero mucho”; Martín, de Edgardo Cardoso -“una variación del Martín Fierro, donde están cambiadas las palabras, algo extraordinario para mí”-, y Aguafuerte, “un tema magnífico de Teresa Parodi y Elvio Romero”.
Pedro Rossi cuenta cuáles son los sonidos que están buscando. “Estamos apuntando a una producción como más al hueso”, describe. Para él, además, la propia voz de Herrero ha tomado un camino que le va a imprimir un color nuevo al disco.
El guitarrista sabe de qué habla. Hace 15 años que la acompaña y puede delinear un camino en su manera de interpretar. “Fui viendo cómo ella fue encontrando nuevos modos de cantar con cada disco, y acá siento que está como cantando como muy abierta, con una madurez rítmica increíble -revela-. Como decir ‘el tempo es un estorbo para lo que quiero decir, necesito que sea pura expansión’”.
Para Liliana, hay además un tema técnico que la impulsa a recuperar formas anteriores de producción. En este trabajo tiene la intención de no masterizar el material. “No quiero que me lo emparejen tanto, porque sacás agudos, sacás graves, y te queda una cosa plana, planchada”, dice.
También quiere que el disco se grabe en vivo, sin capas, “porque a la energía que aparece en la grabación cuando estamos todos juntos, no hay con qué darle”, explica.
“Me parece que es necesario rescatar también ese relato, como dice Liliana, el relato del grupo tocando”, agrega el guitarrista.
Herrero reflexiona: “Es una pequeña batalla”. Y defiende su plan porque cree “en pequeñas batallas, constantes, que armen un tejido comunitario, como es nuestro modo de trabajar, y que eso se extienda a otras otras zonas”.

Foto: Marcos Crapa
El disco como narración
Hablar del disco nuevo, de las formas de producción y difusión, lleva inevitablemente al análisis del formato de plataformas. Herrero recuerda con nostalgia que en los CDs “se podían poner nombres, personas, agradecimientos, las letras de los temas, se podían sacar buena fotos, hacer un arte de ese disco”.
“Y se podía poner un orden -completa-. Porque un disco es un relato, es una narración. Vos querés contar algo ahí”. En la escucha aleatoria de las plataformas, en cambio, “el relato desapareció”, afirma, y advierte: “Que en una cultura desaparezca la narración, es gravísimo. Entonces por eso la idea del título es Fuera de lugar”.
El arte como acción política
Herrero lleva al terreno político su idea de tejidos. “Hay miles, basta con ver la marcha del primero de febrero, que no se circunscribió a la cuestión de género sino que se extendió con una palabra fuerte como marcha antifascista, antirracista. Bueno, yo estoy fuera de lugar en ese mundo fascista, racista, en ese mundo de crueldad, de despidos y de disolución de un estado. Yo ahí no tengo nada que ver, yo estoy fuera de eso”, sentencia.
“Yo creo que estamos en un fracaso cultural, que solamente se revierte recomponiendo un tejido fuerte, poderoso, que dé batalla ante cada acción de crueldad -propone-. No es una cuestión de odio; es una cuestión de intereses, de dinero y de clases. Esto es lo que lo que hay que tener claro. Eso es la política. Y cuando vas a hacer un disco o estás en el arte también realizás una acción política”.
Hacer este disco, entonces, es para Liliana Herrero una manera de plantar bandera, a pesar de los pesares. “No te voy a decir que no nos han vencido, porque no lo sé. Como deseo, no nos han vencido. Pero como políticas, hasta ahora, estamos por lo menos en problemas”, dice.
-¿Dónde hay que poner el ojo para saber si nos están venciendo o no?
-El ojo hay que ponerlo en lo que fuimos. Ahí hay que ponerlo. Y ante semejante embestida, yo pido unidad. Entonces sí creo que podemos construir algo, pero sin peleas internas. Yo no pude ir a la marcha del 1 de febrero, pero me la pasé mirando por televisión las marchas en todo el país y carteles extraordinarios. Uno decía «Basta de políticas viejas». Eso, ¿a quién se lo aplicamos? A Milei, sin duda, porque sus políticas son las de Martínez de Hoz. Pero también debe extenderse a la acción política de la oposición. Ese llamado es también para nosotros.
-¿Hay que inventar algo nuevo?
-Sí. Hay que hacer, como dijo una vez Axel, una nueva canción. Pero no sin revisar el pasado. Esa es mi opinión. Es canción sobre canción.
-¿Y qué es rescatable del pasado? ¿Qué sirve?
-En este momento es difícil verlo. Pero si revisamos la historia, tenemos ejemplos históricos de grandes transformaciones, de grandes actos creativos. La marcha del 1 de febrero fue una marcha absolutamente creativa, un acto político estético con alegría, con bailes y con decisiones de lucha y de reclamos en todos los sentidos. La gente no hablaba solamente de la exclusión de las diferencias de género, sino que hablaba de los jubilados, del trabajo, de las jubilaciones, de entrega de la soberanía. O sea, estaban todos los temas ahí.

Foto: Nora Lezano
El canto colectivo
La reflexión y minuciosidad de Liliana Herrero a la hora de pensar su próximo disco parecen relajarse al momento de planificar sus presentaciones en vivo. Se ríe: “Traemos un montón de letras y una hora antes de tocar vamos eligiendo”.
Además, deja la puerta abierta para lo que suceda en la sala: “Si en un momento el público quiere cantar un tema que todo el mundo conoce, como Oración del remanso, lo que hay que hacer es cantarlo con la gente. Pedro desenchufa la guitarra, yo saco el micrófono y cantamos todos”.
Es que para ella “no hay con qué darle al canto colectivo”. Y va más allá: “¿Quién es el compositor ahí? El que evoca, el público. Y es más, la evocación de una canción es mucho más fuerte que un aplauso”.
El lazo generacional
Liliana Herrero llegó a Jujuy el miércoles por la noche. Cenó con Pedro y con su gran amigo Rodolfo Pacheco, y en esa cena se dio una intensa conversación de los tiempos en que la cantante y el teatrista compartían actividades en Rosario. “Después Rodolfo dijo ‘Qué lindo es conversar con alguien que te escucha y se interesa, y que está alerta a lo que vos decís y reconoce una época en anécdotas que no conocía’ -cuenta-. Eso es un lazo, un hilo”.
La anécdota abre la puerta a la reflexión sobre la comunicación entre distintas generaciones. “Cuando acontece, con una copa de vino, contando cosas que hicimos, entonces aparece como un horizonte diferente del que estamos ahora, donde es todo rápido, todo mal dicho, todo mal escrito y sin pensamiento”, dice Liliana. Hace una pausa, se pone seria, y sostiene: “A mí no me gusta andar sin pensamiento, como dice el tango. Y un disco es un pensamiento. Un disco es una posición”.
-¿Escucha a los artistas jóvenes?
-Sí, los escucho. Te pondría dos ejemplos, escucho a Catriel y a Wos. Hay cosas que me gustan mucho y hay cosas que no. Son modos de cantar distintos, ritmos distintos. Ellos están buscando. El arte es búsqueda infinita. Nosotros estamos buscando, y esos chicos también.
-¿Haría un dúo o una colaboración con alguno de esos artistas?
-No lo pensé. Tal vez me animaría. No sé qué pasaría. Tendría que ver cómo frasear eso que dicen, porque no es fácil.
-Usted tiene su propio modo de decir en el canto.
-Es que yo soy una cantora y tengo que sostener un texto, no lo puedo decir de cualquier manera. Y ese texto debe escucharse y entender.
-Muchos de esos artistas están teniendo posturas políticas claras que expresan en sus espectáculos. ¿Qué opina?
-Yo creo que la época da para que haya una diversidad de lenguajes para referirse a lo que está pasando. Eso yo siempre lo respeté y me parece totalmente lícito. Lo que no me gusta es la tilinguería.
‘Un toro mañero’
Hablando de generaciones, surge inevitable la referencia a sus entrañables Teresa Parodi y Juan Falú. “Este año los tres cumplimos 77. Ellos siguen, cada uno con su estética y con sus cosas, pero siguen. Y yo también sigo. Soy un toro mañero, como decía Guarany”, sonríe.
Es cuando habla de los años en los que estuvo en pausa. La pandemia, la muerte de su compañero Horacio González en 2021 y una enfermedad que la atrapó al año siguiente y que recién ahora le está dando respiro. “Fue una secuencia demoledora”, describe.
“Yo pensé que no iba a seguir, que estaba terminado el asunto. Pero acá estamos”, dice. Y asegura: “Ahora estoy dispuesta a dar una nueva batalla, el tiempo que me quede”.
Por lo pronto, el 2025 la encuentra con un disco en puerta. “Eso es muchísimo para mí”, dice.