“Es lógico que la gente esté consternada, que se espere una investigació clara y se exija justicia para saber qué pasó ‒indicó Pelazzo‒, pero aun así podemos cuestionar que justamente muchos de los convocantes a la marcha no solo son la causa del problema, estructural e históricamente, sino que representan otros intereses y objetivos. Yo dudo del pedido de esta gente”.
‒¿Por qué?
‒Es sencillo, basta con repasar los nombres de los que convocan. Los fiscales Moldes, Sáen, Plee y Marijuan, todos ellos, fueron denunciados por víctimas del atentado a la Amia por haber interferido en la investigación, obstaculizándola. Además, todos manifiestan expresiones que limitan el trabajao de la fiscal Fein, porque están hablando de la hipótesis del homicidio o del suicidio inducido como si estuviera probada.
‒Tampoco tienen buenos antecedentes en el ejercicio de su trabajo.
‒Exactamente. Plee estaba a cargo de la unidad que investigaba el lavado de activos, lo que después fue la Procelac, y al mismo tiempo era socio de un abogado que terminó trabajando en empresas que terminaron vinculadas con el lavado, como las del grupo Clarín. Sáenz, por su parte, está relacionado con una investigación de un jefe policial en la que se conocieron unas escuchas donde lo llama a un policía para decirle que no se preocupe, que van a mandar la causa a un juez amigo. Está Rodríguez, también, con su parafernalia nazi. Y Moldes, vinculado con Corach y Manzano, que permitió la entrada al país en los años noventa a dos lavadores y traficantes de armas, uno de ellos Monzer al- Kassar. En suma, ellos son parte de la causa del problema de la falta de independencia que tiene la justicia; alimentaron las relaciones espurias con los servicios de inteligencia, y así se llevaron causas a mal puerto, además de hacer un lobby importante en el nombramiento de jueces y fiscales. No tienen autoridad ética ni moral para convocar a una marcha, porque sus intereses son otros.
‒¿Están vinculados también a las resistencias que hay en el Poder Judicial a las reformas?
‒Exactamente. Estas personas están usando la muerte de Nisman para defender sus propios intereses, y esto tiene que ver con los cambios que se proponen. Los que estuvimos en las reuniones de Justicia Legítima, de las que participaron más de 80 fiscales que pronto sacarán un comunicado, estamos proponiendo y apoyando esos avances. Ocurre que el cambio del Código Procesal les quita poder a los jueces y los pone en el lugar donde tienen que estar para poder juzgar con imparcialidad. Pero es importante saber que ese cambio procesal se está dando a nivel mundial.
‒La manipulación de la información en este sentido no contribuye a que la ciudadanía esté al tanto.
‒Claro, por eso es necesario que la gente sepa y se informe sobre quién es quién, qué hicieron y la relación que tienen con la causa del problema. Y es importante decir que Nisman no fue ajeno a esas relaciones estrechas con los servicios, y eso lo demuestran sus últimos llamados con Stiuso, que había sido desplazado de la Secretaría de Inteligencia. Porque precisamente una de las causas de este problema y del de la independencia de la justicia es cómo se han ido mezclando y cómo han ido interfiriendo los servicios de inteligencia, que tienen otras funcionaes. Si la gente sabe cómo operaron, cómo se trabajó, qué relación tienen los jueces y fiscales con ellos, y además conoce que hay otro mecanismo posible, el cambio será importante. A ese cambio se oponen estas personas, y por eso usan la muerte de Nisman para convocar a una marcha.
‒Tampoco han reclamado ni han hecho mucho para que se esclarezca el atentado a la Amia.
‒Así es. Yo me pregunto por qué ninguno de estos fiscales, en todos estos años de impunidad, estuvo en los actos, apoyando familiares y manifestándose en reclamo de justicia. Se ve que año a año no ha crecido el número de manifestantes en los actos de los familiares y víctimas, y eso tiene que ver con que no han tenido el apoyo que ahora supuestamente dicen que tienen, llegando a niveles de paroxismo como la expresión del gobernador cordobés, que es una falta de respeto y un acto demagógico.