Habrá tiempo para que cada ministro hable de sus logros y falencias. Se espera también la presencia del consultor Jaime Durán Barba, siempre recelado por los dirigentes macristas. También tiene pensado concurrir el jefe de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, que en las últimas semanas pidió abiertamente cambios en el gabinete y una revisión de cómo se viene conduciendo la fuerza gobernante.
Los retiros espirituales, propios de la cultura empresarial, ya son una tradición del macrismo. El líder del PRO los organizó a lo largo de su carrera como jefe de gobierno porteño y ya como presidente. Al comienzo de su mandato, hace casi un año, organizó uno en General Rodríguez. Hubo un segundo encuentro de este tipo en agosto, en San Juan. La gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, tuvo otro en septiembre con sus ministros en la residencia de Chapadmalal, que ahora será escenario del cónclave nacional.
Se trata del chalet construido en 1947 para el entonces presidente Juan Domingo Perón, que cuenta con una playa privada. No obstante, no será una jornada de descanso, según dejaron entrever los organizadores, aunque podría haber algún asado. La logística está a cargo del secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, mientras que en Jefatura de Gabinete se están delineando los ejes temáticos.
El encuentro, que comienza el jueves al mediodía y concluye el sábado, está pensado a la vez como un balance del primer año de gobierno y como un mecanismo para ajustarles las clavijas a aquellos funcionarios que no vienen cumpliendo con las metas. “Van a hacer un balance de toda la gestión y trazar los objetivos del año que viene. La idea es que sea charlado e íntimo. No sé si Macri los va a sermonear. Esperemos a ver cómo se dan las cosas”, indicaban en uno de los ministerios que tiene el aprobado este año.“Hay algunos ministros que están problemas. Pero no hay cambios previstos, hasta donde sabemos”, señalaron.
Desde la conducción del Gobierno se ocuparon de dejar en claro esto último: no están previstos cambios de gabinete en lo inmediato, ni siquiera después de que algunos dirigentes –como Monzó– los pidieron abiertamente. Sí hay algunos ministros que están en observación. Uno de los que se suele mencionar es el de Salud, Jorge Lemus, sobre el que pesará una revisión de sus tareas por parte de los coordinadores del jefe de Gabinete, Marcos Peña. Algunos llaman a esto una “intervención”. Los principales cuestionamientos pasan por el retraso de las campañas contra el dengue y el zika.
Otro de los ministros que está nominado es Sergio Bergman, a quien le achacan su desconocimiento de las cuestiones de Medio Ambiente. En rigor, eso era algo que ya sabía Macri cuando lo puso en el cargo. Lo que le suman es que no supo rodearse de especialistas y pasó el año entre la inactividad y las internas dentro del Acumar.
Las internas en el gabinete económico son un tema aparte: a la ya proverbial antipatía entre el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, se le suma un tercer frente con el ministro de Producción, Francisco “Pancho” Cabrera. A este último le achacan no haber podido mediar con empresarios industriales y con el sector bancario, además de las diferencias con otros ministros. En particular, Cabrera tiene una relación pésima con uno de los coordinadores del gabinete, Mario Quintana. “Incluso, a Quintana le irrita que esté en la frivolidad”, decían en el círculo íntimo de Macri, en referencia a episodios de la vida privada del ministro Cabrera con personalidades de la farándula televisiva.
Además de las cuestiones vinculadas a la gestión, el encuentro funcionará como una evaluación de cara al año próximo, en el que el Gobierno deberá enfrentar las elecciones legislativas.