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Mal año para las mujeres: más femicidios, sin debate del aborto y una reforma laboral durísima

Por Mariana Carbajal en Página|12Graciela Tancredi. Vive en Gerli, partido de Lanús. “A mí me afecta muchísimo la reforma jubilatoria, estoy muy angustiada”, dice a PáginaI12. Tiene 58 años y unos 25 de aportes previsionales. “Durante mi vida tuve diferentes trabajos. También tengo diez años de monotributo. Por lo que escucho, no me podría jubilar porque no hay moratoria donde yo me pueda anotar para terminar de cumplir con los 30 años de aportes”, cuenta. También tiene una pyme. “Me dedico a la parte textil, tengo las máquinas paradas, tampoco tengo trabajo porque abrieron las importaciones. O sea, no me puedo jubilar, pero tampoco puedo trabajar. Y si me jubilo, sería menor que la jubilación mínima o tendría que trabajar hasta los 70 años para tener la mínima normal”, señala, desmoralizada. Lo que le pasa a ella les sucede o sucederá a muchas mujeres. Ellas, nosotras, que entramos y salimos del mercado laboral condicionadas por la maternidad y la crianza de nuestros hijos –que es trabajo no reconocido ni remunerado, pero trabajo–, y que accedemos a los empleos más precarizados –muchas veces en negro, sin recibir aportes–, somos las más afectadas por la reforma previsional que acaba de conseguir el Gobierno. Esta ha sido, sin dudas, una de las peores noticias del año que termina para las mujeres. Pero no la única.

En una evaluación con perspectiva de género del 2017, es difícil nivelar el fiel de la balanza: los femicidios aumentaron, el Ministerio de Educación de la Nación sigue achicando el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, y el Congreso esquivó otra vez el debate por la despenalización y legalización del aborto. La criminalización de la protesta también tuvo cara de mujer: la policía detuvo arbitrariamente a activistas feministas por realizar pintadas con consignas contra las violencias machistas en distintas ciudades del país o simplemente por haber participado de una marcha y hasta encarceló a una joven en la Ciudad de Buenos Aires por besarse con su esposa; y la justicia machista y misógina continúa sin proteger oportunamente a cientos de mujeres que denuncian violencia de género o no las busca cuando desaparecen, como en el caso de Johana Ramallo, de 23 años, sobre quien no se sabe nada desde la última vez que fue vista en la ciudad de La Plata, hace cinco meses. Cuando su mamá, Marta, fue a denunciar su desaparición en la comisaría le dijeron que se había ido con “un machito”. Entre los 70 despidos anunciados días atrás en el Ministerio de Defensa, uno corresponde a la Dirección de Políticas de Género: se trata de una asesora jurídica, que llevaba más de 60 casos complejos de militares acusados de violencia de género.

Como cualquier balance, seguramente éste también será incompleto, apenas un pantallazo para analizar un año desde una mirada de género.

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