Megacausa de lesa humanidad: “Marcaban las casas con reflectores”

Este jueves, se realizó la onceava audiencia por la megacausa por delitos de lesa humanidad cometidos en Jujuy. En esta instancia, atestiguaron Guillermina Eduarda y Virginia Lucrecia Díaz (hermanas de Carlos Alberto y Guillermo Genaro Díaz, desaparecidos) y Juan Ángel y Liliana del Valle Robles (hijos de Juan Ángel Robles, desaparecido). La próxima audiencia será el jueves 18 de octubre en el Tribunal Oral Federal sito en Senador Pérez 182. Declararán tres testigos: Silvia Álvarez, Gladys Artundiaga y Susana Pagliero.

Hubo una masiva asistencia en la sala de audiencia de la justicia federal, entre ellos, ex presos y sobrevivientes del terrorismo de estado, familiares, organismos de DD.HH. y público en general.

Guillermina Eduarda Díaz contó que sus hermanos eran delegados sindicales en el Ingenio Ledesma. De Carlos Alberto Díaz dijo que fue detenido en 1974, tuvieron contacto con él hasta noviembre del ‘75.  Se sabe por los registros penitenciarios que el día 11 de marzo a hrs. 18:00 por orden del Tte. 1º Eduardo Bulgheroni, fue retirado del penal con destino al RIM 20 por el subayudante José García y Florentino Osca, misión que estaba a cargo del Ay. Fortunato Aguaysol. A partir de ese momento no se supo más de él.

Sobre Guillermo Genaro Díaz narró que fue detenido en las calles de Calilegua a manos de los policías Cachambe, Choffi y Bustamante el 1 de julio de 1976. Al día siguiente, en un operativo a cargo de Cachambe, allanaron su casa. Su hermano pasó por la comisaría del lugar, Libertador y San Pedro. Allí Enrique Morales le dijo a su madre, quien lo andaba buscando, que “Jaig se lo había pedido” en Comando Radioeléctrico. La madre lo buscó en aquel lugar y preguntó por él ante el mismo Jaig, quien la golpeó y le dijo que no lo vería nunca más.

Luego relató que con el tiempo supieron que luego su hermano fue llevado al CCD de Guerrero. La testigo contó que aún antes del golpe de Estado la policía allanó su casa y los móviles de la empresa Ledesma merodeaban el lugar. La declarante sostuvo que la iglesia tuvo una activa participación en la dictadura mediante el cura Laudino Cano y al finalizar su declaración pidió justicia por sus hermanos y que no pase nunca más.

Virginia Lucrecia Díaz relató que tenía 12 años cuando su hermano Guillermo Genaro Díaz, quien nació en Calilegua, trabajaba en el taller de la gomería de la empresa Ledesma y era delegado, fue detenido por los efectivos de la Policía de la Provincia, Cachambe, Choffi y Bustamante, el 1 de julio de 1976 en la vía pública cuando se dirigió a la subcomisaría de Calilegüa por una citación.

Su otro hermano, Carlos Alberto Díaz, había sido detenido en agosto de 1974 y sus captores lo desaparecieron del penal de Gorriti. Luego, contó que su madre logró ver a su hermano Guillermo en la seccional de Calilegua y que, al día siguiente de la detención, los grupos de tareas allanaron su domicilio e hicieron una requisa profunda. En el lugar se encontraba la familia Díaz y estaba compuesta por los padres, ocho hermanos y sobrinos, que vivían en una misma casa que pertenecía a la empresa Ledesma, donde trabajaba su padre, la misma estaba en un campamento llamado Belencito pegado a la localidad de Calilegüa. Seguidamente, a Guillermo lo trasladaron a la seccional de Libertador General San Martín y posteriormente, a la Dirección de Investigaciones de San Pedro a cargo del Crio. Morales.

Virginia contó que el comisario le dijo a su madre que no se preocupara porque su hermano iba a salir. En ese sentido, la testigo sostuvo que esos dichos eran falsos y que Ernesto Jaig, quien estaba al mando del CCD Comando Radioeléctrico, pidió que lo trasladen hacia esas instalaciones. Al igual que su hermana, recordó la violenta situación que pasó su madre cuando en busca de su hijo acudió al lugar y tuvo un altercado con Jaig, quien aprovechó para amenazarla con desaparecer a su hermano Guillermo.

La testigo aseguró que el represor cumplió con su amenaza porque su mamá no volvió a ver más a Guillermo. Luego, declaró que su hermano fue llevado al campo de concentración de Guerrero. La madre de los hermanos Díaz realizó una incansable búsqueda de sus hijos recorriendo diversos lugares entre los que estaba el RIM 20 donde tuvo que hacer cola y aguantar el maltrato que Bulacios le propinaba tanto a ella como a las otras madres de los detenidos.

Agregó que en la noche del apagón el suministro eléctrico se cortó en el pueblo de Calilegüa a las 22 horas y que escucharon movimientos, ruidos de disparos y que la familia pudo ver que los perpetradores del operativo tenían apostados unos reflectores en el canchón con el que marcaban las casas y entre ellas señalaron la de Casiano Bache y detalló que fueron la gendarmería, policía, ejército y soldados conscriptos los que llevaron adelante el secuestro masivo de esa siniestra noche.

Por último, añadió, mirando fijo a los imputados, que los represores tienen que romper su pacto de silencio y decir dónde están los desaparecidos, pidió justicia por sus hermanos y por todos los desaparecidos.

Juan Ángel Robles (hijo) testimonió que, a su papá, Juan Ángel Robles, lo detuvieron en El Quemado cuando realizó un viaje de trabajo hacia San Salvador junto a Lucrecia Barilari de Campos. Luego, lo trasladaron a la seccional 1° donde estuvo detenido en el patio y que él con su familia acudían al lugar a almorzar con Robles. Contó que pasaron unos días y a su padre lo llevaron a su casa en un móvil policial con la custodia de Cardozo y que le permitían quedarse desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche. Esta situación sucedió todos los días durante 20 jornadas.

El testigo dijo que posteriormente lo trasladaron al penal de Gorriti y que ya no lo pudieron ver más porque lo tenían incomunicado. Recién el día que le dieron la libertad, Juan Ángel (H), volvió a ver a su papá en el despacho del juez Bandi quien le dijo que se tenía que ir porque lo iban a desaparecer. Ante esta situación, su padre le pide que tengan cuidado y que lo busque a las 17 hs. afuera del penal. Con el abogado Vicente Cosentini fueron a esperar a Juan Robles a la cárcel, el abogado entró, habló con él y contó que le dijo que ya iba a salir. La espera se hizo larga y Juan nunca llegó, el testigo declaró que por este motivo ingresó al penal a preguntar por la demora y allí le comunicaron que su padre ya había salido junto a otros presos entre los que estaba José Luis Burgos.

Burgos fue quien le dijo que a su padre todavía no lo habían “largado” ya que cuando lo quisieron sujetar para sacarlo éste se agarró de las rejas de una celda de la cárcel porque lo querían meter en un auto. Juan contó que lo sacaron en un Peugeot que manejaba un oficial conocido como el “monito” Vázquez y añadió que como su papá trabajaba como procurador lo detuvieron porque querían investigar los juicios que él hacía con los abogados en el lugar.

Liliana del Valle Robles dijo que su padre era comerciante y “hacía trámites judiciales”. Fue detenido por primera vez en abril de 1976 en la confitería de Tribunales y alojado en Comando Radioeléctrico para luego ser trasladado a Gorriti, donde recuperó su libertad el 24 de enero de 1977. La segunda detención ocurrió el 11 de junio de 1977 mientras volvía de Libertador. En el Quemado fue detenido, trasladado a la seccional 1° y luego alojado en Gorriti. La testigo recordó que a sus 13 años fue a llevar comida a su padre durante nueve meses. “A veces hacían fila desde muy temprano y recién los atendían a las siete de la tarde”, dijo.

En aquellas visitas al penal, las requisas estaban a cargo de Batalla y Gutiérrez, quienes propinaban malos tratos a los familiares. En octubre del ’76 preguntaron a Bulacio (jefe del área 323 de Gorriti) cuándo iban a liberar a su padre y éste los agredió y, apoyando un arma encima de su escritorio, agarró unos expedientes del cajón y les dijo que esas eran las “pruebas” que él tenía contra su padre. Por el altercado Bulacio le dijo a la madre de Liliana que tuviera cuidado con ella porque no sabía cómo podía actuar ni en qué cosas andaría más adelante. A raíz de esta situación la testigo mencionó que a su padre lo amenazaron con dañarla a ella, por lo que estuvo yendo de casa en casa por un tiempo.

En las pocas ocasiones que pudo ver a Juan Ángel Robles mientras estuvo detenido, este le dijo que cuidara de su madre y hermano. Liliana recordó que el 12 de julio de 1977, el juez Roberto Bandi le dio la libertad a su padre y fue trasladado nuevamente a Gorriti. De allí debía salir. Carlos Cosentini y su hermano lo esperaban en la puerta, pero su padre nunca salió. Desde aquel día no supieron más nada de él. Recordó que su madre, desde la desaparición, lo busco por todos lados y presentó petitorios ante distintos organismos, pero no tuvo éxito.

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