La última respuesta oficial no consistió más que en ofrecer cumplir con una parte de sus deberes y el resto en promesas lanzadas para sustituir las anteriores promesas incumplidas.
Sin embargo no escapa a nuestro entender que, ahora en tiempos electorales, el gobierno de Fellner realizó la última licitación de alimentos por un monto de 24 millones de pesos, la compra más grande del año, doblando o triplicando a las anteriores, y que el origen de ese mezquino y grotesco afán de acumulación para la campaña es el de crear los trillados merenderos y comedores temporales donde pretenden, y sólo durante la campaña, cambiar alimentos por votos, orden ya lanzada a todas las estructuras partidarias de su frente.
Para los que enfrentamos al hambre todos los días desde hace 15 años, sin el apoyo de partido político alguno, pero con la conciencia política del cambio social, la respuesta es en cambio la nada. Silencio que se extiende no sólo a quienes luchamos con las consecuencias sociales de los malos gobiernos que tenemos, sino también hacia todo el pueblo respecto de los usos y abusos de un proselitismo del hambre que se hace con su dinero mientras palabras como desnutrición o indigencia campean por las charlas cotidianas.
Con la legitimidad de nuestras 38 meriendas solidarias y con el apoyo de la sociedad continuaremos nuestro plan de lucha, el cual desgraciadamente deberá aumentar su furia para que los gritos abran los oídos y calienten los helados corazones de aquellos para los cuales el hambre no es un problema, sino una oscura oportunidad.
Por eso invitamos a la comunidad a acompañar las radios abiertas en Plaza Belgrano y el miércoles a acompañarnos en una marcha a Casa de gobierno al grito de ¡Leche sí, campaña no!