Naftas, ¿el tiro de gracia a la candidatura de Massa?

Por Lucas Perassi, licenciado en Comunicación Social. El «tiro de gracia», metafóricamente, se refiere a un acto o evento que pone fin de manera definitiva y decisiva a algo que ya estaba en una situación precaria o insostenible.

En notas anteriores, señalamos que Massa mostraba atributos que lo hacían un candidato competitivo a pesar de la frágil situación económica. Y que no había sensación de desesperación en la sociedad, también a pesar de ella. Todo ello ha cambiado parcialmente esta semana. La escasez de naftas produjo una desmoralización y pérdida de fe en la capacidad del candidato, y tiene efectos devastadores que se muestran en las encuestas realizadas esta semana. Milei gana en todas ellas (las realizadas esta semana, claro), aunque por poca diferencia.

Ocurre que la faltante de combustible se traduce en una realidad palpable y experimentable, que transforma para peor la vida del común de la gente. La espera de horas, las largas colas de autos en las estaciones, mirar con impotencia el medidor del tanque, revisar permanentemente la aplicación donde los usuarios informan si hay o no combustible en tal o cual estación, son todos hechos concretos que se hacen carne y cristalizan representaciones discursivas de la oposición como la “venezolización” de Argentina, la ineficacia del control estatal o la inutilidad de la YPF estatal, entre otras.

De la mano de ello, la escasez de naftas modifica las rutinas, la vida cotidiana, de personas de todos los sectores sociales. “Somos Venezuela”, me dijo el jardinero que no conseguía cargar el tanque de su moto ni de su cortadora de césped, y debía rechazar por ello trabajo que no le sobra. “Mañana abrimos si consigo nafta”, me dijo la kiosquera cuya moto anda con el tanque en rojo. “Muchachos, hoy no llego, no tengo nafta”, avisó un compañero en el grupo de Whatsapp del fútbol de los sábados. “Profe, ¿podemos hacer la clase virtual?, porque hay restricciones de transporte y está complicado llegar a la Facultad”, preguntaron mis alumnos. Y así se multiplican por miles (o millones) los ejemplos de quienes ven su comodidad y seguridad directamente afectada.

Como si esto fuera poco, Massa no logró torcer la dirección de las representaciones, como sí lo había hecho con la especulación del dólar una semana antes de la primera vuelta. En aquella ocasión, rápido de reflejos, no sólo acusó sino que dio muestras (visibles, mediatizables) de solución. Se ordenaron operativos televisados en cuevas y casas de cambio, y se construyó un enemigo de película de mafias: El Croata. El dólar bajó un poco y quedó la sensación de que Massa tiene el control y el carácter para perseguir especuladores, en consonancia con el lema “Tenemos con quién”.

No ocurre lo mismo en la crisis de combustibles. El ministro y candidato señaló que no iba “a permitir ninguna maniobra especulativa” y que les daba plazo a las compañías petroleras hasta la medianoche del martes para normalizar la situación de abastecimiento. El miércoles, aumentó el precio al tiempo que sostuvo que la crisis de combustibles estaba superada. Cuatro días después, en pleno fin de semana, la mayoría de las estaciones de Jujuy y de otras provincias, siguen con faltante y persisten las largas colas. Situación que se mantendrá todo el fin de semana y, probablemente, algunos días de la siguiente. Unas horas del sábado o domingo perdidas en buscar dónde aprovisionarse, no parece un buen plan para descansar.

Si todo fue una “maniobra especulativa y de stockeo”, como dice Massa, ¿por qué esta vez no hay culpables concretos, ni perseguidos, ni mediatización palpable? Parece que se olvidaron que las palabras no bastan frente a realidades que requieren imágenes: camiones de combustible saliendo a aprovisionar todo el país, allanamientos a depósitos u oficinas, algo que mostrar como acción concreta… En cambio, la reunión de Flavia Royón (Secretaria de Energía de la Nación) con las cabezas de YPF, Axion, Puma y Shell, pareció más un encuentro de amigos que una defensa de los sectores populares. Esta vez, la respuesta dejó más incertidumbres que certezas: ¿tenemos con quién?

Después de una larga carrera corriendo desde atrás, para llegar a un final cabeza a cabeza, Massa se enfrenta al ballotage en ese clima sensible. Y ya sabemos que gran parte de los votos se deciden emocionalmente la última semana. ¿Bastarán estas dos semanas para construir otra vez la garantía de gobernabilidad? O, en una elección muy finita, en la que cada voto vale, ¿será la crisis de combustible el tiro de gracia que ponga fin al milagroso camino de Massa de manera irrevocable?

Falta mucho. Y falta, además, un debate presidencial. Todo puede ocurrir. Pero Unidad por la Patria no debiera menospreciar la fuerza emocional del voto. Como señala Durán Barba, “la gente no es idiota, y si estuviera tan mal, no votaría por Massa” pero, al mismo tiempo, que “en política lo único que sirve es lo que se puede experimentar, contar e imaginar”. Es decir, que la experiencia de las colas y la angustia por la crisis del combustible, hoy sería un factor emocional influyente en el voto, a menos que en el tiempo que queda se equilibre con otras emociones: el miedo a un aumento sustancial del precio de combustibles con Milei, la percepción de la verdadera autoridad de Massa, la bronca con los empresarios especuladores, etc.

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