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Paraguay: Hace 25 años caía el dictador Stroessner

Por César Muñoz

La caída de Alfredo Stroessner el 3 de febrero de 1989 debió abrir la puerta a la democracia en Paraguay, pero 25 años después el país aún carga la pesada carga del «stronismo», en forma de un Estado débil, ahogado por la corrupción.

 Hoy, pese a los miles de muertos y desaparecidos, más de 20 mil presos políticos y casi dos millones de exiliados o emigrados económicos dejados por la dictadura y el nuevamente gobernante Partido Colorado (1954–1989), un 32% de la población preferiría un gobierno autoritario, el porcentaje más alto de América Latina, según un sondeo de Latinobarómetro.

 Ese dato apunta en sí mismo a las fallas de su democracia, que comenzó con expectativas. «Es una democracia de baja calidad», comentó a la agencia Efe el director del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya, Fernando Masi.

 La salida de Stroessner en un golpe de Estado que comandó su consuegro, el general Andrés Rodríguez, acarreó en lo formal algunos réditos democráticos. Rodríguez llamó a elecciones, y las ganó, levantó el estado de sitio y reconoció a los partidos políticos.

 Para Paraguay ese momento no fue el de la recuperación de la democracia, sino el del inicio de su construcción, porque antes de Stroessner tampoco existió un verdadero sistema democrático, señaló Antonio Pecci, coordinador de la Mesa de la Memoria Histórica, una coalición de organizaciones de Derechos Humanos. Un cuarto de siglo después, el Estado sigue anémico, por su uso como botín de guerra, como quedó probado a fines del año pasado, cuando las entidades públicas se vieron obligadas a divulgar su lista de funcionarios. Quedó claro entonces que los dirigentes siguen usando su influencia para colocar a familiares y allegados en cargos públicos.

 Según Pecci, la democracia abrió esperanzas de una mejora económica, especialmente de una reforma agraria que revirtiera el proceso de apropiación irregular de la tierra por los beneficiarios del régimen. Eso no ocurrió y Paraguay mantiene hoy los peores indicadores del mundo: según las Naciones Unidas, el 2,6% de los propietarios detenta el 85,5% de la superficie cultivable.

 Al mismo tiempo, esa minoría que produce soja, carne y maíz para la exportación y debería ser el motor económico del país, es la que paga menos impuestos. En Paraguay no existen las retenciones, lo que limita la capacidad del Estado para invertir en salud o educación.

 No todo ha sido negativo. Una de las mayores señales de avance democrático ocurrió en 2008, con la victoria de Fernando Lugo, que supuso la primera transferencia pacífica de gobierno de un partido a otro en la historia del país. Además, triunfó una ideología no conservadora en un país donde la palabra «izquierda» aún suena a insulto, tras ser estigmatizada por Stroessner, recordó Masi. Lugo no llegó a terminar su mandato. Fue derrocado. Aun así, Latinobarómetro detectó un salto en el apoyo a la democracia, por la que actualmente se inclina el 50% de la población.

 Aún preside el partido

 El militante de Derechos Humanos Martín Almada, víctima de la dictadura de Alfredo Stroessner y responsable del hallazgo en 1992 de los Archivos del Terror del Plan Cóndor, exhortó al gobernante Partido Colorado de Paraguay a pedir perdón y retirarle al dictador el título de presidente honorario de ese partido. En una carta a Lilian Samaniego, presidenta de la agrupación, señaló que los colorados «tienen que pedir perdón por sus crímenes y robos para caminar hacia el nuevo rumbo prometido durante la campaña electoral» de Horacio Cartes.

 Almada pidió que se revoque el cargo de presidente honorario de Stroessner y la vicepresidencia de Sabino Montanaro, su ministro del Interior, por violaciones a los Derechos Humanos cometidas por el régimen. Montanaro estuvo asilado en Honduras y fue puesto en arresto domiciliario al volver a Paraguay, donde afrontaba procesos por torturas y desaparición forzada de personas, pero murió en 2011 antes de que terminara el juicio.

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