Cuando Rodrigo escuchó que las prótesis le costarían más de 700 mil pesos, pensó que nunca lo lograría y comenzó a imaginar cómo se arreglaría. Ya llevaba casi un año sin poder comer, beber, bañarse o vestirse sin ayuda, y creyó que su vida sería así para siempre.
Rodrigo tiene 25 años. El día del accidente estaba fijando una rejilla en el exterior de la vivienda cuando viento caliente empujó una de las escaleras metálicas que estaba apoyada en una pared y se enredó en unos cables de alta tensión. «No sé qué pasó porque ahí me desmayé, me electrocuté y me desmayé, se me puso todo negro y no me acuerdo más nada», relata.
Tras dos semanas internado en el Hospital del Quemado de la Ciudad de Buenos Aires, los médicos vieron que no había otra alternativa que amputarle los dos antebrazos, justo unos centímetros por debajo de los codos.
«Lo poco que puedo hacer y lo que más disfruto es alzar a Alex, mi bebé de seis meses», dice Rodrigo.
Ante la imposibilidad de comprar las prótesis, decidió contactarse con la senadora Liliana Fellner para pedirle ayuda por medio del gobierno de la provincia de Buenos Aires. Fue en el Hospital El Dique donde lo atendió un equipo médico conformado por Germán Tovar, Miriam Sánchez y Patricia Nucettelli. Ahora Rodrigo ya cuenta con los primeros equipos preprotésicos para entrenar.
En algunos meses, tendrá las prótesis definitivas: un brazo derecho mioeléctrico, similar por forma y color a un brazo humano, y una prótesis izquierda mecánica. Con la derecha podrá tomar y soltar objetos y hasta rotar la muñeca, mientras que con la prótesis mecánida izquierda, sostenida por un arnés, podrá hacer movimientos impulsándose con el hombro.