Dos integrantes de la cuarta marcha en reclamo al libre acceso al Lago Escondido, en Río Negro, fueron amenazados de muerte: custodios del magnate Joe Lewis –amigo personal de Mauricio Macri que en 1996 adquirió de forma irregular las miles de hectáreas que rodean el espejo de agua– voltearon este sábado el kayak en el que se trasladaban los marchantes mientras repetían “¿conocen la muerte por hipotermia?”. Estas dos personas habían salido el miércoles junto a otros 20 compañeros por el camino de montaña. Otro grupo más numeroso salió este sábado por el camino de Tacuifí, más corto y seguro, pero no pudo llegar al lago: se encontraron con tranqueras cerradas y un grupo de propietarios, de personas cercanas a Lewis y de policías que impidieron el paso.
La primera columna salió el día miércoles por el camino de montaña, un trayecto de 44 kilómetros con varias dificultades de terreno. Durante la madrugada del sábado lograron llegar a la cabecera oeste del lago. Sin embargo, se encontraron con algo más que el espejo de agua: “Allí los estaba esperando una patota de la seguridad de Lewis y efectivos de la Policía de Río Negro. Los amenazaron y les marcaron con estacas el espacio donde podían acampar, un espacio muy reducido. No los dejaban salir ni siquiera para hacer sus necesidades, bajo amenaza de ser detenidos”, contó Julio César Urien, presidente de la Fundación Interactiva para Promover la Cultura del Agua (Fipca), una de las organizadoras.
Cuando los marchantes intentaron caminar por el borde del lago, los guardias los corrieron al grito de “esto se va a poner peor”. Y se puso peor. Según contó a PáginaI12 Andrea Gatabria, integrante de ATE Capital y de Fipca, ella y un compañero de Radio Gráfica, David Ramallo, decidieron cumplir lo que habían planificado para el sábado al mediodía: remar hasta una isla, encontrarse allí con la otra columna, e izar una bandera argentina. “Antes de llegar a la isla nos pasó por al lado una lancha manejada por 4 personas de la patota de Lewis, las mismas que nos habían amenazado en la cabecera oeste del lago. Pasó a toda velocidad generando un oleaje importante”, relató Gatabria. Minutos después, cuando estaban llegando, vieron una bandera en la isla y creyeron que se trataba de sus compañeros. Cuando pudieron acercarse vieron que se trataba de los cuatro efectivos de seguridad privada de Lewis que previamente habían pasado con la lancha.
“Nos comenzaron a rodear para generar oleaje. Nos dijeron que nos íbamos a caer y nos íbamos a ahogar. Nos preguntaron si conocíamos la muerte por hipotermia, que consiste en quedarse congelado y dormirse”, recordó todavía angustiada.
Y continuó: “Cuando dijimos que regresaríamos por la cabecera este, más segura, enloquecieron y empezaron otra vez a girar. Nos cruzaron la lancha y pudimos esquivarla. Pero dieron la vuelta y nos embistieron el kayak”. Tiraron sus pertenencias al lago, mientras otra lancha que apareció en ese momento las recogió del agua (y luego las volvió a tirar). “La primer lancha nos dio vuelta el kayak y quedamos flotando en el agua congelada. Perdimos la noción del tiempo, pero ellos seguían girando mientras sonreían y nos decían ‘¿Vieron que se iban a caer?’. Cuando ya casi no nos salía la voz para pedir ayuda nos sacaron del agua y nos tiraron en la lancha como una bolsa de papa”, recordó Gatabria. Y lamentó: “Nos describían cómo era la muerte por hipotermia y automáticamente pensaba en Santiago Maldonado”.
Según relató, los llevaron a la costa y solo fueron asistidos por sus compañeros. Horas más tarde lograron salir acompañados por las mismas personas que los habían amenazado, porque la policía dijo que “no tenía medios para trasladarnos”.
“Nuestros abogados presentaron un habeas corpus para que la policía garantice la vuelta del resto de los compañeros. El juez accedió, así que los estamos esperando”, explicó Urien. Este grupo llegará hoy a las 17. Los abogados de Fipca, además, presentarán una denuncia por tortura, privación ilegítima de la libertad y atentado contra la vida.
El otro grupo, que iría al lago por el camino de Tacuifí, no logró llegar. Según contó Urien, los que fueron por este sendero público que permanece cerrado pese al fallo del Superior Tribunal de Justicia de Río Negro que ordena su apertura, se encontraron con que la primer tranquera estaba cerrada con candado. “Estaba la policía, el abogado de Lewis y 10 propietarios. Después de media hora, los compañeros treparon a la tranquera. Los autos se tuvieron que quedar”, contó Urien. Pero este mismo grupo se encontró con una segunda tranquera más adelante, que también tenía presencia policial y personal de seguridad de Lewis.
Según contó Urien, los abogados presentaron un recurso de amparo y el juez Victor Massimino ordenó el paso. Se abrió la primer tranquera pero no la segunda, dado que la gente de Lewis se había llevado la llave del candado. “Saltamos y llegamos al río Foyel. Un grupo de 20 compañeros más jóvenes decidió seguir al lago y el resto volvimos. Pero cerca de las 23 apareció la policía y dijo que tenían la orden de que no siguieran avanzando porque esa altura de la noche era muy peligroso y tenían que ser evacuados”, agregó.
Otro grupo intentó ese mismo sábado llegar al lago por el Camino del Manso (privado) pero tampoco lo logró. El dueño, que los había autorizado, recibió un llamado del administrador de Lewis, Van Ditmar, para impedir el paso a los marchantes: orden que cumplió inmediatamente. Ahora, una vez reunido, el grupo redactará y presentará la denuncia por tortura, privación ilegítima de la libertad y atentado contra la vida. En manos de la justicia.