Lulú es la primera niña que obtuvo el cambio legal de identidad de género, en octubre del año pasado. Su madre, Gabriela Mansilla, vino también a presentar su libro, Yo nena, yo princesa, donde relata la historia con el fin de sensibilizar y ayudar a otras familias que puedan estar pasando por situaciones similares.
El Submarino conversó con la especialista.
-Me interesa aclarar que en el caso de Lulú no se trata de una decisión, porque el niño no decide. Lo que ocurre es que la persona empieza a sentirse así temprano en la infancia, y comienza a expresarlo. Lo difícil es que los adultos lo detecten. En su caso, sus padres la escucharon y, aun no sabiendo, investigaron y respetaron su necesidad.
-¿Cuántos años tiene Lulú?
-Ella cumple siete años la semana que viene. Está muy bien, va al colegio sin problemas. Ya desde los cuatro años vive como nena, y la experiencia es muy satisfactoria para ella, que se siente mucho mejor, y también para la familia, que estaba viviendo algo complicado. Cuando uno siente que su necesidad va en contra de la cultura y la sociedad, se arma un lío en la cabeza, incluso cuando se trata de un niño o niña. Lo importante es comprender que hay gente que arma su identidad de otra manera, y no por eso son enfermas; simplemente es otra manera. Como sociedad, nosotros tenemos la responsabilidad de incluirlos e incluirlas.
-¿Cómo es la relación de Lulú con sus compañeros y amigos?
-Es buena, porque la escuela está comprometida en el proceso. Nosotros en la CHA tenemos un programa de acompañamiento a escuelas, a jardines, primarias y secundarias. Acompañamos a la institución y las familias en el proceso de integrar a la persona trans. En este caso en particular hemos tenido muy buena predisposición, aun siendo que muchos no conocen, pero se interesaron y tenemos un diálogo constante, vamos al colegio periódicamente. Es necesario sensibilizar al otro en cuanto a la mirada.