Por Ari Tabera. Viernes en La Mar en Coche, Fiesta Provincial del Teatro. Entramos a la sala 20 espectadores con ganas de teatro, salimos conmocionadxs por una obra experimental que retoma la historia de un ingenio y su rol central en la economía provincial. Es el viernes de la misma semana en que ocurrieron el incendio y las muertes en otro ingenio. Con austeridad extrema de recursos: linternas, máscaras, música, vestuario simple, la obra plantea una atmósfera de miedo, suspenso y angustia muy lograda.
Está hecha con recortes de testimonios de desapariciones, enfermedades por contaminación y explotación. Yendo y viniendo entre pasado y presente, los testimonios se trenzan con el mito de El Familiar, diablo-bestia, que se transforma, se disfraza, mata peones, desaparece opositores. Tiene botas y uniforme.
Hay más hilos que se trenzan: el Salón, el arte, el refinamiento, los privilegios. Azúcar.
Sugar White fue escrita en 2013, cuando en el marco del 37° aniversario de la Noche del Apagón de Ledesma el Instituto Nacional del Teatro organizó una serie de talleres, charlas con familiares de detenidxs-desaparecidxs y un concurso sobre teatro de la memoria. Luego de varios intentos para montarla, recién en 2018 se comenzó a armar el elenco, revisar el texto, trabajar la dramaturgia actoral e incorporar otros testimonios que no solo dan cuenta de vivencias del pasado sino también del presente.
Azúcar. El título de la obra tiene su propia historia llena de nombres patentados que recuerdan desde alguna comedia musical a otros productos. Y esa conversación también forma parte del texto.
La puesta tiene también sus particularidades. Inicialmente el espacio fue una casa, por la que lxs espectadores iban circulando. En esta etapa, buscaron adaptar espacios teatrales a esa propuesta de recorrido los retazos de historias que se cuentan.
“La historia es circular y vuelve y parece que nos agarra desprevenidos”, dice Juan Castro Olivera, autor y director de Sugar White o Yugar.
“En la puesta que hicimos en el marco de la Fiesta Provincial del Teatro nos afectó mucho el incendio en La Esperanza que ocurrió el día antes; fue difícil ponerla ese día -cuenta-. No se sabía lo que había pasado ahí, por qué se había incendiado, ni siquiera cuántos muertxs había. La información era confusa. Estábamos muy shockeadxs, porque también lo que sucede en Bolivia nos impacta y nos atraviesa. Incluso una de las actrices incorporó testimonios de su madre perseguida por la dictadura de García Meza en los 80”.
Y Juan profundiza en cómo la realidad actual y las propias experiencias nutren Yugar: “La obra se va reconfigurando, se va poniendo más densa. Es muy fuerte. Sentimos que tenemos que hacerla. Estamos en un momento en que tenemos que plantear nuestras posturas y charlar, intercambiar sobre lo que pensamos».
«Hay mucho que se ha logrado en cuanto a derechos, sobre todo con la marea feminista en los últimos años, pero a la vez, hay algo por debajo: lo irracional, lo siniestro, lo mitológico -reflexiona-. La obra es dura, sin golpes bajos, cuando salimos terminamos abrazándonos con los espectadores”.
Y es todo eso “que hay por abajo” lo que hace el contrapunto con lo dulce y blanco: el Salón, el arte, el azúcar, el emporio. Dos ojos rojos en la oscuridad que cazan. Lo siniestro y lo bestial: la máscara del monstruo contra la máscara simpática del conejito blanco. Azúcar. Todo eso está tejido en Yugar.
Imposible escribir un texto periodístico para Yugar. Fue un mazazo en la cabeza, que recibí en la última Fiesta Nacional del Teatro. Y del que todavía no me repongo.
Ficha técnica
Sugar White. Género: Ficción documental. Autor y director: Juan Castro Olivera. Asistente de dirección: Mariana Cruz Echenique. Actúan: Marcela Cura, Fernanda Domínguez Úzqueda, Gabriela Farfán y Nayra Muñoz Arancibia. Vestuario y Diseño: Sergio Gatica. Realización de máscaras: Alejandra Montero y Freddy Curtis.
Segundo Premio Fiesta provincial del Teatro Jujuy 2019.