En una nueva carta, Aníbal Fernández le reclama a Cristina que se ponga al frente del peronismo

«Lo he dicho tantas veces, pero… lo voy a repetir: Cristina es la única dirigente que puede ordenar esta suerte de neo sainete criollo en el que se ha transformado el peronismo, después de la derrota de 2015»: es una de las afirmaciones del ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández en un nuevo mensaje que a Cristina Kirchner que difundió este domingo.

Después de volcar un arsenal de argumentos, muchos de ellos basados en ideas del General Perón, el dirigente quilmeño aclaró: «insisto: es su decisión. Intima. Personal. Solitaria. Difícil. Pero… ¿quién dijo que esto iba a ser fácil?»

Este es el texto completo de la carta:

«Cuando llegué a la Presidencia, encontré a un Pueblo desorganizado», contaba Juan Perón. No una economía en crisis. No un país desfinanciado ni una «pesada herencia» … Era un pueblo desorganizado y para organizar aquello, nada mejor que el motor del trabajo: las organizaciones libres del pueblo, sí, pero, sobre todo, la organización sindical, los gremios, las Federaciones, la CGT… Todo lo que Cambiemos se ha propuesto destruir, para destruirnos. Porque a no dudarlo, Cambiemos viene por el Peronismo. Y hay algunos dirigentes que, uno supone que son peronistas, que le están haciendo el juego.

Lo he dicho tantas veces, pero… lo voy a repetir: Cristina es la única dirigente que puede ordenar esta suerte de neo sainete criollo en el que se ha transformado el peronismo, después de la derrota de 2015. Pero siendo una decisión personal, es una demanda que le hacemos los peronistas que creemos que debe hacerse cargo de la conducción. Es una necesidad que expresa buena parte del Pueblo argentino.

Y en este sentido, su mejor oportunidad es hacer peronismo: Atreverse a «conducir a los mejores», como reclamaba Juan Perón. Ordenar. Deponer amores y rencores. Reconstruir su liderazgo a la vez que genere alternativos. Convocar. Volver a llamar. Hablarnos a todos uno por uno. Hablarle al Conjunto. Promocionar nuevos dirigentes. No olvidar a los de siempre. Sugerir roles. Escuchar ideas. Acercar a los que están enfrentados. Separar a los que andan siempre juntos como Ortega y Gasset. Proponer acciones. Tomar iniciativas. Exigir lealtad. Ofrecerla. Articular consensos. Organizarse, organizarnos… Conducir.

Esto es: Conducir sin concesiones. Sin que el amor o el dolor le velen el camino de su destino final que vuelve a ser al decir de Juan Perón (siempre lo es), la «felicidad del Pueblo y la grandeza de la Patria». Y en esto apelo al sabio consejo, eternamente vigente, de Juan Perón: Para ajustar su Conducción, Cristina debe darse cuenta de lo generado para mal, por las «mulas del Mariscal de Sajonia». Porque por mucho que quiera a esas mulas, por lo poco/o mucho que le hayan servido a lo largo de los años, está claro que nunca van a aprender de política, ni de estrategia, mucho menos de conducción.

La anécdota citada en «Conducción Política»: «decía que el mariscal de Sajonia hizo todas sus campañas durante veinte años montado de una misma mula, y que a pesar de haber hecho durante veinte años todas las campañas, la mula no aprendió nada de conducción».

Esa anécdota -de las tantas que utilizaba Juan Perón como artilugios didácticos-, nos deja claro que las mulas siempre serán mulas. No importa que sean jóvenes, no importa que sean físicamente fuertes. No importa que sean ferozmente fieles. Si son mulas, servirán para tirar del carro, movilizar, llenar colectivos, exhibir una teórica fidelidad … y pocas cosas más.

Cuando alguien como Cristina alcanza responsabilidades mayúsculas y un destino tan inmenso, entiendo que debe de alguna manera, tomar distancia de las pasiones mínimas, de los ímpetus triviales, de las cuestiones menores. Una enseñanza que nos han legado nuestros próceres, los que depusieron tantos asuntos personales para hacernos la Patria.

Ella puede. Nosotros queremos. Y los que hoy por hoy no quieren, pueden cambiar ese sentimiento porque sólo un cuadro político de la dimensión de Cristina Fernández de Kirchner, sólo una dirigente con la ascendencia que ella tiene sobre sus seguidores, es capaz de armar esa montura que necesitábamos para cabalgar la Historia.

Insisto: es su decisión. Intima. Personal. Solitaria. Difícil. Pero… ¿quién dijo que esto iba a ser fácil?

Cristina ha probado con creces su talento, su capacidad y su liderazgo político.

Bueno… Ahora debe conducir al Peronismo.

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