Venezuela va a las urnas con una fragmentación sin precedentes

Venezuela renovará este domingo en las urnas todos los mandatos ejecutivos y legislativos regionales y municipales en elecciones que ya se han convertido en novedosas para el singular proceso político del país, debido al interés con que fueron enfocadas por el oficialismo y buena parte de la oposición, y a los inéditos acuerdos alcanzados entre ambos sectores.

Como resultado de esos entendimientos, el Gobierno autorizó la presencia de observadores electorales extranjeros después de 15 años, en lugar de los habituales acompañantes electorales, y la mayoría de la oposición vuelve a competir tras abstenerse de concurrir a los comicios presidenciales de 2018 y los parlamentarios de 2020.

Al mismo tiempo, el oficialismo y la oposición irán a las elecciones del domingo con una fragmentación sin precedentes -en casi toda su historia para el primer sector y en los últimos tres lustros para el segundo-, reflejada en el extremo de que habrá 12 candidatos para la gobernación del estado Anzoátegui y 16 para la alcaldía de Ciudad Guayana, el Municipio más grande del este del país, en el estado Bolívar, y un total de 70.244 postulantes para 3082 cargos.

Tanto los acuerdos como la atomización son consecuencia de la dinámica que adquirió el proceso político venezolano en los últimos dos años, en los que el chavismo y sus adversarios vienen procurando dejar atrás una situación que, por diversos motivos, los había dejado con sus márgenes de acción muy afectados.

Por ese motivo, el oficialismo busca recuperar la legitimidad cuestionada a partir de la reelección del presidente Nicolás Maduro en 2008, mientras que la oposición pretende recuperar la mayor cantidad de espacio posible con vista a las presidenciales de 2024, tras el fracaso de su estrategia basada en el Gobierno paralelo de Juan Guaidó, que aspiraba a provocar la caída de la administración chavista y llamar a nuevas elecciones presidenciales.

En ese contexto, varios politólogos y diplomáticos extranjeros acreditados en Caracas consultados por Télam, coincidieron en destacar que observaban un bajo nivel de confrontación política en comparación con campañas electorales anteriores y, al mismo tiempo, un fuerte énfasis, tanto en el oficialismo como en la oposición, en la exhortación a los ciudadanos para que concurran a votar.

El chavismo se presenta con su habitual coalición electoral, el Gran Polo Patriótico (GPP), encabezado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) e integrado, entre otros, por Somos Venezuela, creado hace tres años por el propio Maduro y dirigido por la vicepresidenta ejecutiva del Gobierno, Delcy Rodríguez.

Por primera vez en su historia, el PSUV eligió candidatos en elecciones primarias, que se celebraron en agosto pasado y no estuvieron exentas de polémica, a tal punto que el primer vicepresidente y habitual vocero del partido, el capitán Diosdado Cabello, advirtió entonces que “el hecho de que alguien gane las primarias no significa que vaya a ser automáticamente candidato para las elecciones”.

Por segunda vez -la primera fue en las parlamentarias de diciembre de 2020- se presentará también la Alternativa Popular Revolucionaria (APR), una coalición integrada por partidos chavistas disidentes del gobierno de Maduro, tales como el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR-200), la fuerza con la que Hugo Chávez ganó las elecciones de 1998 y llegó al gobierno.

Dos partidos, Patria Para Todos (PPT) y Tupamaro, estarán representados tanto en el GPP como en la APR. Se debe a que fueron intervenidos, por lo que los dirigentes desplazados formarán parte de la alianza disidente y los impuestos por la Justicia irán junto a la oficialista.

En tanto, la oposición afronta este proceso dividida básicamente en tres grandes grupos.

El mayoritario está formado por lo que queda de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que encabeza el Grupo de los 4 (G4), formado por los partidos más numerosos: los socialdemócratas Acción Democrática (AD) y Un Nuevo Tiempo (UNT), y los centristas Primero Justicia (PJ) y Voluntad Popular (VP).

Luego está la Alianza Democrática, integrada por partidos y dirigentes que hace dos años se acercaron al gobierno, se enfrentaron con la conducción encabezada por Guaidó y concurrieron a las elecciones parlamentarias del año pasado, de las que la mayoría de la oposición se abstuvo.

Aquí se reproduce el caso de partidos intervenidos que forman parte de dos coaliciones: los sectores de AD, PJ, VP y el socialcristiano Copei desplazados por la Justicia forman parte de la MUD, en tanto los favorecidos por la intervención integran la Alianza Democrática.

Finalmente, hay partidos opositores que resolvieron mantener la abstención porque consideran que en estas elecciones no habrá condiciones competitivas, entre los que figuran aquellos que responden a dirigentes más radicales, como la exdiputada María Corina Machado y el exalcalde Antonio Ledezma.

La mayoría de las encuestas conocidas, así como la opinión de diversos analistas consultados, coincide en augurar una concurrencia inferior al 50% del padrón y un triunfo del oficialismo en la mayoría de los estados federados.

Mientras tanto, por primera vez desde las presidenciales de 2006, el Gobierno admitió la actuación de observadores electorales en lugar de los habituales acompañantes electorales. Para este proceso electoral se acreditaron ocho misiones de observadores extranjeros -incluidas la ONU, la Unión Europea (UE) y el Centro Carter- y seis de locales, informó el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Pedro Calzadilla.

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