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«Toda mi vida enseñé que el aborto nunca debió ser un delito, y a esta altura de los acontecimientos creo que el Estado debe garantizar a las mujeres que puedan acceder al aborto en condiciones de asepsia». Así respondió Alberto Fernández a una pregunta directa que le realizaron al finalizar su exposición en la Universidad Nacional de México (UNAM), disipando de este modo las dudas que aún había sobre si estaba por la despenalización o si apoyaba además una ley que garantice el aborto legal, seguro y gratuito en el sistema público de salud.
El presidente electo aclaró que «los derechos de las mujeres van mucho más allá del aborto», y se refirió también a la violencia de género: «En el siglo 21 es insoportable que la toleremos y nos hagamos los distraídos» y a la desigualdad laboral: «Un hombre y una mujer haciendo el mismo trabajo reciben distintos sueldos, y a la hora de contratar a un empleado se privilegia a hombre y se posterga a la mujer».
En este tramo de la conferencia, en la que aseguró que defenderá la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas y convocó a recuperar la Patria Grande que soñaron los libertadores de América, Fernández repasó las luchas feministas de los últimos tiempos. Dijo que de todas las demandas sociales por igualdad que se han visto en Argentina en los últimos años «sin duda la que más nos impactó a los argentinos fue la de las mujeres».
«Un día salieron a las calles, reclamando simplemente tener los mismos derechos que el hombre -continuó-. La verdad, no me siento un machista ni un machirulo, como diría Cristina, pero la verdad es que me asombró ver que muchas de las demandas eran ciertas y yo no las tenía registradas».
Al referirse a «los derechos que la mujer plantea respecto de su cuerpo», expresó: «A lo largo de toda la campaña le pedí a la Argentina dejar de ser hipócrita y dejar de castigar el aborto, y entender que el aborto es parte de la hipocresía argentina».
Remarcó que esa hipocresía «condena a la mujer sin recursos a tener que recurrir a practicarse el aborto en condiciones muy malas en términos de asepsia, y con ello no solamente consuma el aborto sino que muchas veces pone en peligro su vida; y muchas veces los abortos terminan con la vida de la mujer».
«Yo no soy un hipócrita; algo me complica la vida es decir lo que creo», aseveró, y continuó: «Toda mi vida enseñé que el aborto nunca debió ser un delito, y a esta altura de los acontecimientos creo que el Estado debe garantizar que las mujeres puedan acceder en condiciones de asepsia al aborto. No me cuesta nada decirlo. Es lo que siempre he creído».
Consideró así al aborto como «un problema de salud pública», y envió un mensaje a quienes se oponen a la legalización: «Que el aborto no sea castigado no quiere decir que las mujeres estén obligadas a abortar. Aquel que por creencias religiosas o convicciones personales piense que el aborto no es una buena salida, pues simplemente lo que debe hacer es no abortar. Tan simple como eso».
«Lo único que intento es acabar con la hipocresía en la Argentina y garantizar la salud de las mujeres, y los derechos de las mujeres van mucho más allá del aborto», completó.
