Trabajadores golondrina jujeños que regresaron en la madrugada de este jueves desde Mendoza fueron alojados en el complejo de Los Alisos sin asistencia, agua potable ni comida. Son familias enteras que pretendían regresar a sus casas después de una temporada de trabajo en viñedos y tomateros, pero fueron compulsivamente desviados hacia ese lugar en el marco del aislamiento preventivo por el coronavirus. «Queremos cumplir la cuarentena en nuestras casas», exigieron.
La situación dramática de los más de 80 trabajadores que regresaron a la provincia se había comenzado a difundir en la madrugada a través de redes sociales, ante la falta de presencia de ninguna autoridad que los escuchara. Arribaron a Jujuy después de viajar muchas horas en micro, habiendo pagado ellos mismos sus pasajes y tramitado los permisos correspondientes para el traslado.
La mayoría de estos trabajadores estaban desde enero en Mendoza, donde laboraron en la cosecha de uva y de tomate. Analía, esposa de uno de ellos, relató a El Submarino Radio (FM Conectar 91.5) la situación que atravesaron. «En Pampa Blanca nos detienen el colectivo y nos hacen firmar una orden, dispuesta por el gobernador, de que nos tenían que trasladar hasta acá, en Los Alisos, el complejo Eva Perón».
«Cada trabajador se pagó su pasaje, 3800 pesos, para hacer la cuarentena cada uno en su hogar y cumplir con las normas sanitarias. En ningún momento nos negamos a hacer lo que corresponde, pero nos vinieron a tirar acá como si fuéramos cualquier cosa», agregó.
Llegaron a las 4 de la mañana. No les dieron nada de comer, ni agua ni elementos sanitarios. El arreglo inicial era que llegaran a la terminal de ómnibus, luego a San Pedro y allí serían recibidos por personal de sanidad para que se les realizaran los estudios correspondientes para prevenir el coronavirus.
El lugar adonde los llevaron es el complejo Eva Perón, de Los Alisos, un lugar que cuenta con espacios comunes, habitaciones con camas cucheta, baño y cocina. Pero todo inútil. Las camas están muy cerca unas de otras, no hay gas, no hay agua corriente -mucho menos caliente- y nadie les entregó comida. Asegura que los colchones están sucios y con chinches y que los baños no sirven.
Hay niños y niñas de entre 2 y 7 años, y personas de más de 70.
«No se presentó el COE, nadie -continuó relatando Analía-. Solo una persona que nos dijo ‘ubíquense acá, tienen que dormir acá'». Tampoco les realizaron los controles sanitarios que se supone deben hacerse a todas las personas que entran a la provincia. Y les dijeron que tienen que permanecer allí durante 14 días.
En los pabellones del complejo hay cuchetas, tres camas de cada lado. «Llenas de chinches, húmedas, entra el agua a las habitaciones, a la cocina, tenemos toda la ropa mojada», describió la mujer.
Mucho menos hay elementos de sanidad, como alcohol en gel, jabón o lavandina.
A esta situación extrema que atravesaron estas familias trabajadoras se sumó la fuerte lluvia que azotó la zona durante la madrugada. Con frío, húmedos, clamaron: «No queremos hacer la cuarentena acá». Tampoco en un hotel, como les sugirieron. «Quieren que paguemos 500 pesos por noche, están locos. Queremos ir a nuestras casas», afirman.
La única presencia estatal que permaneció en el lugar fue la policía, controlando que nadie saliera. Pero no fue tampoco un paliativo a la situación: «Les pedimos que nos compren algo para comer, les dimos plata que juntamos, amablemente, pero hasta ahora no llegan, se fueron», denunció Analía.
Cerca del mediodía, todavía no habían recibido la visita de ninguna autoridad provincial.
«¿Ese es el protocolo? ¿O es un castigo?», se preguntó una de las trabajadoras, y continuó: «¿Estas son las condiciones para los trabajadores golondrinas que venimos de Mendoza? ¿Esta es forma de tratarnos? ¿Por qué algunos se van a su casa y otros no?»