Asbesto o amianto: su presencia y los graves daños que ocasiona en la salud

Los metrodelegados advirtieron que si el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la empresa Subterráneos de Buenos Aires (SBASE) no retiran los vagones contaminados con asbesto y no llaman a licitación para la compra de nuevas unidades, tomarán medidas de autodefensa. Sobre las consecuencias en la salud por la presencia de esta fibra, opinaron para Télam Mariano Acevedo, abogado y presidente de la Asociación Argentina de Expuestos al Amianto (Asarea) con el asesoramiento del Dr. José Reggiani, médico neumonólogo e integrante del comité científico de esa asociación.

Por Mariano Acevedo (*) y José Reggiani (**). El asbesto o amianto es en origen un mineral conocido desde la antigüedad por sus características aislantes del calor y del ruido y como materia prima utilizada para manufacturas. La misma palabra «asbestos» significa eterno, imperecedero, indestructible.

La popularidad del amianto (era barato y muy eficiente) hizo que sea utilizado de forma muy intensiva en la fabricación de cemento, tejas, pegamentos, baldosas, placas de yeso, apósitos, en automóviles y en toda industria en la cual se necesitara de aislante térmico, eléctrico, inflamabilidad, capacidad de absorción, resistencia a la abrasión, a la fricción e inercia química y aislante acústico.

Se utilizó ampliamente en salas de teatros y de cines, estudios de radio y de grabación. El amianto se incorporó a la vida doméstica y pasó a formar parte de los dispositivos habituales de las viviendas particulares como ser cocinas, estufas, tablas de planchar y calderas de calefacción de casas particulares, como así también recubriendo las cañerías de calefacción central existente en edificios públicos y privados.

Ahora bien, a diferencia del caso del tabaco, existe con el amianto una realidad muy distinta, dado que la toma de conciencia indubitable, ahora, de la conveniencia de su no utilización encuentra al mundo con toneladas de amianto instalado en edificios, construcciones de todo tipo, como así también en infinidad de dispositivos, del cual la existencia de amianto en algunas piezas de los trenes de Subterráneos de Buenos Aires, es un supuesto más de las consecuencias de su uso intensivo en épocas anteriores.

Haciendo ahora una descripción sólo genérica de lo que la ciencia médica ha considerado como consecuencias derivadas de la exposición al amianto, podemos dividir estas dolencias en dos grandes grupos de enfermedades: a) la fibrosis pulmonar y b) el cáncer.

a) Asbestósis o fibrosis pulmonar intersticial progresiva: Es provocada por la inhalación de fibras de asbesto que produce una incapacidad permanente, parcial o total. Se menciona en general un período de latencia de 10 a 30 años desde el inicio de la exposición. Afecta seriamente la función respiratoria. Es una enfermedad catalogada dentro del grupo de las neumoconiosis y es considerada una enfermedad profesional por la normativa de nuestro país (decreto PEN N° 658/1996).

b) Cáncer: Se ha demostrado asociación entre la exposición al asbesto el carcinoma broncopulmonar y con los mesoteliomas malignos de pleura, peritoneo y pericardio. También algunos autores plantean una asociación de alta probabilidad entre el asbesto y el cáncer de laringe, digestivo (estómago, intestino grueso), el cáncer de ovarios y testículos y algunos linfomas. El Instituto Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), dependiente de la Organización Mundial de la Salud, incorpora al asbesto en el Grupo 1: el agente es cancerígeno para los seres humanos. El Mesotelioma pleural está considerado una enfermedad profesional por la normativa argentina (decreto PEN N° 658/1996 Listado de Enfermedades Profesionales) y el cáncer bronquial y mesotelioma pleural (con o sin metástasis) determina una Incapacidad entre el 66 y el 90 % según el Decreto PEN N° 659/1996, Baremos de Incapacidades Laborales.

Por último, nos parece apropiado señalar que el IARC reconocía que «en los seres humanos, la exposición ocupacional a todos los tipos de amianto se ha traducido en una alta incidencia de cáncer de pulmón, y mesoteliomas». E, igualmente, «un exceso de riesgo de cáncer del tracto gastrointestinal y de laringe han sido comprobados».

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