Con el respaldo de Camacho y biblia en mano, la senadora Añez se autoproclamó presidenta de Bolivia

La senadora derechista Jeanine Añez se proclamó este martes presidenta interina de Bolivia, en una sesión legislativa sin quórum reglamentario, alegando «la necesidad de crear un clima de paz social» tras la renuncia de Evo Morales, quien está asilado en México.

«Queremos convocar a nuevas elecciones lo más pronto posible (…), con autoridades probas, de mérito, de capacidad, que sean independientes», señaló Añez en un discurso, ante un pleno del Congreso al que sólo asistieron legisladores contrarios a Morales, que son minoría.

Añez, segunda vicepresidenta del Senado, se había proclamado momentos antes presidenta de la cámara alta, ante la ausencia de su titular y de su primer vicepresidente, supuestamente asilados en la embajada de México en Bolivia.

Su proclamación como la 66 presidente de Bolivia fue avalada poco después por el Tribunal Constitucional.

Añez debe elegir ahora a su gabinete y llamar a nuevas elecciones en un plazo no mayor a 90 días. Al asumir prometió acelerar los tiempos de manera que Bolivia cuente con nuevo gobierno el 22 de enero de 2020.

La nueva presidenta busca dar vuelta la página de la era de Morales, quien renunció el domingo y llegó este martes asilado a México tras fracasar en su intento de mantenerse en la presidencia por un cuarto periodo mediante elecciones consideradas irregulares por la oposición y observadores de la OEA.

Respaldos

Tras el acto en el Parlamento, en la central plaza Murillo, los líderes de las protestas contra Morales congratularon a la nueva mandataria, una abogada de 52 años del departamento de Beni, en el noreste de Bolivia, fronterizo con Brasil.

«Felicito a la nueva Presidenta Constitucional de Bolivia Jeanine Añez», tuiteó el expresidente Carlos Mesa, segundo en los cuestionados comicios de octubre.

Por su parte, el líder cívico Luis Fernando Camacho, quien se había convertido en principal rostro de la oposición en el marco de las protestas que condujeron a la renuncia de Morales, le prometió su «apoyo total» y llamó a suspender los paros iniciados al día siguiente de los comicios.

Morales, de 60 años, llegó a México en un avión militar de ese país que lo trasladó desde Bolivia, en un periplo lleno de cambios de último momento por parte de varios gobiernos que negaron el uso de su espacio aéreo, afectando el plan de vuelo.

«Denuncio ante la comunidad internacional que el acto de autoproclamación de una senadora como presidenta viola la CPE (Constitución Política del Estado) de Bolivia y normas internas de la Asamblea Legislativa», tuiteó Morales desde México.

«Se ha consumado el golpe más artero y nefasto de la historia» con la proclamación de Añez, agregó Morales, cuyos senadores -que siguen siendo mayoría en la cámara alta- no asistieron a la sesión tras demandar garantías de seguridad por la violencia de las últimas tres semanas, que ha dejado tres muertos y unos 400 heridos.

Bolivia estuvo sumida en un vacío de poder desde el domingo, cuando Morales dimitió en medio de fuertes presiones de la calle, de las fuerzas de seguridad y sindicales, y entre protestas a veces violentas tras la votación del 20 de octubre.

Ese día la oposición denunció un fraude electoral por la interrupción abrupta de la publicación de los resultados del escrutinio en momentos en que comenzaban a anticipar una segunda vuelta.

Morales, sus seguidores del Movimiento al Socialismo (MAS) y varios países de América Latina -entre ellos México, el gobierno electo de Argentina, Cuba, Venezuela y Uruguay- denunciaron como un «golpe de Estado» las presiones de militares contra el mandatario.

Discusión en la OEA

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo en cambio que la salida de Morales envió «una fuerte señal» a los gobiernos «ilegítimos» de Venezuela y Nicaragua.

Brasil también rechazó la tesis del golpe contra Morales, afirmando que éste «produjo su deslegitimación como presidente y por consiguiente el clamor (…) por su renuncia», según un comunicado de la cancillería.

Las calles de La Paz permanecieron el martes paralizadas y semivacías, sin transporte público ni servicio de teleférico, básico para la movilidad de la ciudad. El lunes, tras violentas protestas el ejército había salido a las calles para apoyar a la policía en la contención de la violencia.

Los bloqueos de rutas también dificultaron que senadores procedentes de otras partes del país consiguiesen llegar a La Paz.

El mandatario aymara renunció el domingo, horas después de convocar a nuevas elecciones ante las «graves» irregularidades denunciadas por los observadores de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en los comicios.

Los militares, la policía y la oposición le exigieron dejar el puesto que ocupaba desde 2006 y en el que se reeligió tras sucesivas reformas constitucionales y pese a un referéndum adverso.

La delicada situación del país fue debatida por la OEA en una reunión especial este martes en Washington, donde quince países pidieron la realización de nuevas elecciones «lo más pronto posible».

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