«Yo no solamente he luchado por mí, he luchado por todas esas personas que han sido víctimas de Sebastián y que no han podido alzar la voz». Así reflexionó Mariana Celeste Coelho, la joven que denunció a su tío, abogado Sebastián Soria, quien el viernes pasado fue condenado a 15 años de prisión por varios delitos de violencia sexual.
Mariana y su prima Milagros Mariela Ocampo fueron víctimas de los abusos de Soria durante años, desde que eran menores de edad. Hasta que encontraron la fuerza para denunciarlo y empezar a transitar el camino áspero de un proceso judicial.
Tras la condena dictada el viernes pasado, Mariana reflexionó: «Me dio paz que haya recibido una condena, porque en esos años que él va a estar preso, nadie más va a sufrir lo que hemos sufrido mi prima y yo».
«Fue un proceso tan largo, tan difícil, tan doloroso, tan revictimizante, que no sé si la cantidad de años que le dieron a Sebastián me saben a poco o a mucho, pero me dio paz», agregó la joven en diálogo con El Submarino Radio (FM Conectar 91.5).
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Juicio y condena
El abogado de las jóvenes, Rodrigo Cuellar, repasó el proceso: «Con Mariana y Milagros comenzamos este camino el año pasado, cuando ellas se animan a denunciar estos hechos que en su gran mayoría fueron cometidos por su tío durante la infancia, entre los años 1995 y 2002, aproximadamente».
Al momento de la denuncia, Soria era funcionario de la Municipalidad de Palpalá. La investigación llevó a la imputación y al dictado de medidas de protección hacia Mariana y Milagros, con prohibición de acercamiento. No obstante, el acusado incumplió esas medidas y violó la restricción, con lo que se precipitó su detención.
El juicio se inició en febrero pasado. Declararon como testigos cerca de 25 personas, entre profesionales y familiares. La condena a 15 años fue por los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante; abuso sexual con acceso carnal (varios hechos) y desobediencia judicial.
En todos los casos, el proceso judicial estuvo referido a los abusos cometidos contra Mariana, porque los padecidos por Milagros quedaron prescriptos. «Es una cuestión de orden público, no se puede condenar a una persona por un delito que está prescripto, porque la legislación vigente al momento de comisión de estos hechos no suspendía el plazo de prescripción», explicó Cuellar.
En el caso de Mariana, en cambio, se aplicó una normativa que respeta el tiempo de las víctimas, vigente desde 2015. Según esta norma, para los delitos de abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes, el plazo de prescripción comienza a correr cuando la víctima formula o ratifica la denuncia formal ante la justicia. La condena se aplicó sobre los hechos ocurridos entre 2016 y 2019.
Para la condena por el delito de desobediencia judicial, en cambio, sí se consideró la situación de las dos jóvenes, porque Milagros vivía todavía en la casa y él se acercaba, a pesar de la restricción perimetral que pesaba sobre él.

Soria, minutos después de escuchar la sentencia. Imagen de video
La familia
«Estoy pudiendo retomar de a poco mi vida, descansar, porque prácticamente no descansaba, no dormía. Me quitaba el sueño el pensar que una persona de esa magnitud tan macabra podía estar en la calle. Era muy doloroso», contó Mariana Coelho.
Mariana compartió su experiencia no solo en lo referido a los abusos que padeció sino también respecto del camino transitado hasta llegar a este presente: «Sin el apoyo de mis hermanos, de mis padres, de mis amigos, yo hubiese estado en un estado de total vulnerabilidad. Es difícil enfrentarte a la verdad, enfrentarte a hechos tan crueles que has vivido y que te definen y que te marcan. Son hechos muy traumantes y atraviesan a toda la familia, que se involucra, te ve sufrir, te ve llorar».
Las dos jóvenes, además, contaron con apoyo profesional para salvaguardar su salud mental. Hubo intentos de suicidio y desórdenes alimenticios, entre otros. Incluso ahora Mariana sufre ataques de pánico y ansiedad.
«Es imposible llevar un proceso adelante sin profesionales y sin una familia que te sostenga por detrás», concluyó Mariana.
Las situaciones de abuso sexual intrafamiliar no afectan solamente a las víctimas directas, sino que sus consecuencias se expanden hacia todo el entorno, muchas veces con conflictos irreconciliables. Para Mariana esa fue una experiencia también difícil de atravesar, porque algunos parientes suyos no le creyeron cuando denunció a su tío. Sin embargo, con el tiempo las cosas se fueron acomodando y pudo recomponer algunos vínculos, aunque no todos.
«Ahora puedo elegir quién es parte de mi familia, porque mi familia ha quedado completamente dividida después de la denuncia. Ha sido un antes y un después. Es como que se ha tomado partido, lamentablemente», contó.
Si bien las denuncias contra Soria que llevaron a la condena fueron las presentadas por Mariana y Milagros, no fueron ellas las únicas víctimas del abusador. «Yo me vinculo con otras víctimas de Sebastián, que forman parte de mi familia. Tienen relación conmigo y nos hemos apoyado juntas para salir adelante, más allá de que esas personas no hayan realizado la denuncia», reveló.
«Yo no solamente he luchado por mí, he luchado por todas esas personas que yo sé que han sido víctimas de Sebastián y que no han podido alzar la voz, que no han tenido la valentía y que por miedo al poder que tenía Sebastián en su momento en el estado, no se animaban a contar su verdad -contó-. Yo me puse al hombro sus historias y peleaba por ellos también, porque creo que esta condena no es sólo mía, sino que está dividida y les corresponde un poquito de años a cada uno para poder aliviarse y sentirse escuchados».
‘Una nueva vida’
«Yo no creo que voy a rehacer mi vida. Yo estoy empezando una nueva vida, porque ya no tengo la familia que tenía antes, ya no tengo ciertos amigos que tenía antes, ya no soy la misma persona que era», afirmó Mariana con determinación.
Y lo explica: «La lucha que yo he llevado con en el proceso de la denuncia me ha cambiado, porque ha sido una lucha de mucho dolor, y el dolor te transforma. Así que es volver a nacer y ser otra persona».
Para ella, más allá de la situación personal suya y de su prima, la denuncia contra Soria, el juicio y la condena tienen que servir para que otras mujeres sientan la fortaleza suficiente para denunciar hechos similares de los que son víctimas. «He recibido muchas llamadas para aconsejar, para guiarlas. Lo único que puedo hacer es animarlas a hablar para que sean escuchadas», señaló la joven.
En este sentido, comentó: «Yo nunca pensé que este caso iba a tomar la repercusión que tomó, ni que iba a llegar hasta donde llegó. Yo solamente quería ser escuchada, quería que se escuche mi verdad. Nunca me imaginé que iba a llegar hasta donde llegamos. Fue un logro impresionante».
Así es como ese logro trasciende su propia historia. Por estos días, Mariana sigue respondiendo mensajes de chicas que la contactan para contarle sus historias, pidiéndole ayuda. Esto la llevó a proyectar la creación de una fundación que dé apoyo a víctimas de abuso.
«El abuso no solamente ha sido físico, ha sido psicológico, emocional, de todo tipo. Entonces el cambio que realizó la denuncia ha marcado un precedente, no solamente en la historia jurídica de Jujuy, sino la historia de muchas chicas más», analizó.
En esta línea, consideró que todo el proceso que vivió resulta un ejemplo para esas otras mujeres, «para saber que ellas también pueden ser escuchadas y que la persona que les ha dañado la vida puede llegar a ser condenado».
«Uno por ahí no habla, no cuenta su historia, porque es difícil enfrentarse a la verdad, es vergonzoso, es doloroso hablar de ciertas cosas ante personas que no conoces, y muchas veces pensás que va a quedar en la nada. Y decís que no vale la pena volver a sufrir todo. Entonces yo animo a todas esas chicas a que hablen y que se atrevan a contar su historia».
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